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Guerra en Ucrania: van casi cuatro meses, pero no será eterna

Las mejoras en los precios internacionales de las commodities provocadas por la guerra son transitorias
Las mejoras en los precios internacionales de las commodities provocadas por la guerra son transitorias - Créditos: @NurPhoto

Si, en el momento de decidirse la siembra de la actual campaña agrícola, la Argentina no hubiera tenido retenciones a la exportación, tipos de cambio múltiples, la amenaza de nuevos impuestos, la defensa de “la mesa de los argentinos” y las dificultades para conseguir gasoil, el volumen exportado por el país sería superior al observado y, probablemente, también su valor en dólares. Esto es historia. ¿Qué señal deberían recibir los productores agropecuarios, para la siguiente campaña y para las posteriores?

Al respecto conversé con el norteamericano Don Paarlberg (1911-2006), quien enseñó economía agrícola en la Universidad Purdue. En el gobierno de su país colaboró con los presidentes Dwight David Eisenhower, Richard Milhous Nixon y Gerald Rudolph Ford. Durante buena parte de su vida escribió poesía. Cuanto tenía 90 años publicó un libro con sus versos, la mayoría escritos para su mujer, con quien estuvo casado durante 57 años, hasta que ella falleció en 1997.

-Me interesa particularmente su labor durante la presidencia de Eisenhower.

-Ingresé al gobierno en 1953, como asesor económico del secretario de Agricultura. En 1957 era subsecretario de Agricultura, cuando Eisenhower me nombró su asistente personal para implementar el programa “Alimentos para la paz”, también conocido como Ley 480, título II, programa que coordiné durante los cruciales años 1958 a 1961.

-¿Cuál era la idea del programa?

-Surgió de la porción del Plan Marshall destinada a evitar que millones de personas murieran por inanición, luego de la Segunda Guerra Mundial. A comienzos de la década de 1950 los excedentes agrícolas de Estados Unidos eran monumentales. Eisenhower firmó la ley en julio de 1954, permitiéndoles a los países en vías de desarrollo comprar dichos excedentes con créditos a largo plazo. En 50 años Estados Unidos envió al resto del mundo más de 100 millones de toneladas de granos de ayuda.

-Esto tuvo implicancias para la Argentina.

-Así es. Porque, como bien decía Roberto Teodoro Alemann, ministro de economía de Arturo Frondizi, la Argentina también vendía carne y granos, pero, por dificultades de balanza de pagos, su país no podía vender a crédito, sino exclusivamente al contado. La famosa “barrera” de US$1000 millones anuales de exportaciones de la Argentina no solo se debió a las políticas antiexportadoras implementadas por Juan Domingo Perón, que limitaban la oferta, sino también a la ley 480.

-Ahora a la Argentina se le presenta una oportunidad (que es la contraria a la de la década de 1950) por el retiro, al menos parcial, de Ucrania de la oferta de productos primarios en el mercado mundial. La actual campaña agrícola está jugada, pero, ¿cómo deberíamos aprovechar esta oportunidad?

-Dejando, lo más posible, que los precios internacionales lleguen a los productores. Porque esto permitirá aumentar el volumen producido por mejor uso del área ya cultivada y la incorporación de áreas o campos marginales. En la medida en que, no digo que el consumo interno disminuya, pero al menos que no aumente, la suba de la producción generará aumento del volumen exportado y, en general, también del valor exportado, dado que como rara vez ustedes son un país grande en los mercados internacionales, el mayor volumen exportado difícilmente reduzca los precios internacionales.

-¿Qué quiere decir esto en el plano instrumental?

-Eliminar los derechos de exportación y disminuir sensiblemente la brecha cambiaria.

-En este escenario idílico para los productores agropecuarios, ¿cabe también esperar aumento de las inversiones?

-Si, pero….

-¿De qué habla?

-Los productores que esperen la continuidad en el tiempo de los actuales precios intentarán aumentar todavía más la producción que están obteniendo dentro de la superficie que explotan. Lo cual quiere decir comprar más maquinaria agrícola, equipos de riego, semillas de calidad, fertilizantes, silobolsas. Una explotación agrícola moderna depende en parte del clima, pero cada vez menos, gracias a las inversiones que realiza en maquinaria y tecnología.

-Lo cual va a ocurrir, si las políticas públicas acompañan. Pero en su contestación anterior usted dijo “si, pero…”. ¿Por qué el “pero”?

-Porque las mejoras en los precios internacionales de los productos primarios que exporta la Argentina son un fenómeno transitorio. Dado que la invasión rusa a Ucrania no será eterna y, por consiguiente, en algún momento volveremos a la normalidad.

-¿De qué habla? Los noticieros muestran las consecuencias que la lucha armada que se está desarrollando en Ucrania tienen sobre la producción y la exportación de granos. En los campos propiamente dichos, en la destrucción de los caminos, en la paralización de los puestos. Ucrania nunca volverá a ser lo que era.

-Por favor, De Pablo, no se deje llevar por el entusiasmo. Estoy con usted en que, lamentablemente, en el conflicto armado todavía seguimos en “camino de ida”. Tampoco ignoro el tiempo que llevará volver a poner en funcionamiento los campos (incluyendo el retiro de minas), recuperar los caminos y restablecer el uso de los puertos.

-¿Y entonces?

-Nada de lo cual es inconsistente con la naturaleza transitoria de la mejora de los precios. Todo oferente tiene que saber diagnosticar si el aumento de la demanda de sus mercaderías o servicios es de naturaleza transitoria o permanente. La universidad que ve aumentada fuertemente la inscripción a sus cursos organizará nuevos horarios para dictarlos, contratando profesores, pero utilizando las mismas instalaciones, si piensa que se trata de un fenómeno transitorio; o construirá un nuevo edificio si diagnostica que se trata de algo más permanente.

-Transitorio no implica necesariamente que va a desaparecer pronto...

-De acuerdo. La cuadruplicación de los precios del petróleo, verificada en 1973, fue calificada como un fenómeno transitorio por parte de la mayoría de los economistas. Y de hecho lo fue, aunque hubo que esperar nada menos que 13 años hasta que los precios internacionales se desplomaran.

-¿Está usted sugiriendo que la Argentina debería desaprovechar la oportunidad que le plantea el retiro ucraniano de la oferta internacional de alimentos?

-Claro que no. Pero tampoco pensar que los actuales precios internacionales de los granos llegaron para quedarse de aquí hasta el Día del Juicio Final. Las oportunidades deben aprovecharse como lo que son: oportunidades. Agrego que, de manera miope, el Gobierno mira exclusivamente la “renta inesperada” de los productores de granos, pero ignora la “pérdida inesperada” de todos aquellos que fabrican utilizando insumos y gas importados. Así como a los primeros les digo que no hay bien que dure 100 años, a los segundos les digo que tampoco hay males que duren tanto.

-Estimado Don, muchas gracias.