He bajado 2 tallas de pantalón y me estoy enamorando del ejercicio: 4 meses tomando medicamentos para adelgazar han transformado mi vida
Taylor McDaniels quería lograr algo que nunca había tenido: una relación sostenible con la comida. Pero cada vez que probaba una dieta, la joven de 24 años sentía que se estaba haciendo “gaslight” a sí misma. Su lucha formaba parte de un ciclo que se repetía por generaciones y que había afectado a sus familiares. McDaniels estima que el 90 % de su familia tiene antecedentes de accidente cerebrovascular, ataque cardíaco y otros problemas de salud vinculados al sobrepeso y la obesidad. La propia McDaniels ha tenido presión arterial alta. “Quería romper ese bucle antes de que fuera demasiado tarde”, reconoció.
Entonces conoció los GLP-1. En los cuatro meses que ha estado usando esos populares medicamentos para bajar de peso, McDaniels no solo ha adelgazado, sino que su vida se ha transformado radicalmente. Lo explica con sus propias palabras en nuestra nueva serie “On My Weigh” en la que cuenta cómo ha cambiado su rutina, de la noche al día. Muy lejos del sufrimiento constante que representaba la restricción calórica, para McDaniels el proceso ha sido energizante y divertido, un mantra que repiten las personas que están utilizando esos revolucionarios medicamentos para perder peso.
El control del peso
Nombre: Taylor McDaniels
Edad: 24 años
Método: semaglutida compuesta durante tres meses y medio, tirzepatida compuesta (7,5 miligramos) durante las últimas cinco semanas
Objetivo: quiero pesar 68 kilos, pero mi meta principal es mejorar mi relación con la comida.
Informe de progreso: antes de comenzar con el GLP-1 pesaba 158 kilos. Ahora he bajado 26 kilos. ¡Estoy pesando 90 kilos por primera vez desde que tenía 19 años! He bajado dos tallas de pantalón y tengo mucha más energía.
Volumen del ruido alimentario: ahora mis niveles de ruido alimentario son bastante bajos. Antes, cuando me despertaba, tenían el máximo volumen posible.
Un día en su vida
Levantarse y brillar
Me despierto antes de las 8 de la mañana, algo nuevo para mí. Antes de tomar el fármaco para adelgazar, sentía que ocho horas de sueño equivalían a cuatro horas para mí. Me despertaba sintiendo que necesitaba dormir otras ocho horas. Algunos días, dormía 11 o 12 horas. Y me despertaba con niveles de energía muy bajos, pensando en la comida. Como solía dormir hasta el mediodía y aun así me sentía cansada, ahora me siento muy bien despertándome temprano. Es genial tener esa energía por las mañanas. Ahora lo que más me gusta es ir de compras a Sam’s Club a las 9 de la mañana.
El primer bocado
Empiezo el día con un “proffee”, un café proteico. Es un batido de proteínas con concentrado de café frío y un poco de jarabe sin azúcar. Lo convierto en un poco de café helado que me mantiene llena durante unas horas. Por las mañanas solía salir corriendo y comprar algo para comer sobre la marcha. Quería unas patatas fritas de McDonald’s o un desayuno de Chick-fil-A, un antojo irresistible. Pero ahora puedo levantarme temprano y beberme ese café proteico, que me ayuda a alcanzar mi objetivo diario de proteínas.
Prepárate conmigo
La mayoría de la ropa que uso para trabajar me queda muy holgada, así que hace poco tuve que comprarme unos pantalones nuevos (las blusas son un poco más fáciles de combinar, aunque sean grandes). Antes me daba miedo prepararme para salir. Pensaba: “¿esto me hace lucir más gorda? ¿Puedo usar este color?”. Ahora, estoy intentando cambiar mi forma de pensar. Soy más amable conmigo misma por las mañanas. Me miro en el espejo y pienso: “mira todo lo que he logrado”.
Vamos a almorzar
Intento llevarme el almuerzo al trabajo. Antes, todos los días pedía algo por DoorDashing: sándwiches de albóndigas, Chipotle, Jimmy John’s, comida china… Preparar la comida y ese tipo de cosas puede ser un poco tedioso, pero siento que el resto de la semana es agradable y está bien planificada. Eso es lo que ha pasado en este viaje enfocado en la salud: mi mente está más en paz y puedo planificar las comidas, por lo que tengo la sensación de que estoy más organizada y preparada para afrontar la jornada.
En la actualidad estoy híper obsesionada con el yogur griego, las tostadas de mantequilla de cacahuetes y un plátano. Soy adicta a eso. Los otros días, preparo un bentō con uvas, chips de proteínas y tal vez un poco de queso cottage para comer con las fresas o las uvas.
En movimiento
Por lo general, voy a casa para cambiarme de ropa e ir al gimnasio después de terminar la jornada laboral. Me estoy esforzando y enamorándome del ejercicio, aunque todavía no he caído rendida a sus pies. Aún siento que es algo nuevo para mí, a pesar de que siempre me he mantenido activa. En el instituto, nos obligaban a ir al gimnasio, así que hacía ejercicio y era animadora, pero no me identificaba con eso. Sentía que era el doble de grande de todos los que estaban allí.
A veces, camino por el gimnasio como un cachorro perdido, preguntándome: “¿qué hago? ¿Qué toco?”. Pero es agradable verme entrenando y sudando todo el día porque siento que tengo más energía.
La hora feliz
Después del gimnasio, vuelvo a mi apartamento y si no limpié por la mañana, ordeno un poco. Me encanta tener toda esa energía para hacer cosas. Antes de tomar tirzepatida, algunos días llegaba a casa después del trabajo y me desplomaba en la cama mientras navegaba, daba vueltas y no hacía nada. También he vuelto a leer, un hábito que he retomado hace poco.
Mi salud mental también ha mejorado enormemente con el GLP-1. Me ha ayudado a ser más sociable y a salir con mis amigos. Al principio de este viaje, era dura conmigo misma y pensaba: “no puedo comer esto o aquello, necesito mantenerme saludable”. Tenía miedo ir a restaurantes, pero ahora conozco mejor mi cuerpo. Se trata de construir hábitos duraderos, así que ya no me siento culpable si mis amigos me invitan a cenar, porque sé que no voy a comérmelo todo.
Hora de cenar
Cuando empecé con el GLP-1, vomitaba constantemente. Tuve diarreas varias veces y no podía entender qué pasaba. Una señora en las redes sociales me preguntó con qué estaba cocinando. En aquel momento, la dieta carnívora era popular y veías a la gente publicando vídeos en los que cortaban filetes suaves y jugosos. Así que me preparaba filetes con mantequilla y aceite de oliva. Ella me dijo: “estás vomitando por culpa de la mantequilla y el aceite de oliva. Elimínalos y mira cómo te sientes”. Le estaré eternamente agradecida. No he vuelto a vomitar desde entonces.
Utilizo la freidora de aire para todo. Hace mucho tiempo que no enciendo el fogón. Y el incidente del filete me asustó un poco, así que he estado repitiendo muchas comidas. Durante las últimas dos semanas, a menudo mi cena ha estado compuesta por filetes de pechuga de pollo ligeramente empanizados de Tyson, acompañados de dos rodajas gruesas de pepinillos, que uso como pan. Es como un sándwich de Chick-fil-A, pero sin el pan. También me gusta hacer pollo con brócoli, ajo y parmesano en la freidora. Lo sazono con pimienta y limón y el brócoli queda delicioso y crujiente.
Además, he empezado a llevar un registro de los macronutrientes. Al principio me asustaba porque no quería contar calorías ni vivir a dieta, ya que no es sostenible.
Sin embargo, le doy seguimiento a mi ingesta de proteínas y agua. Utilizo una calculadora TDEE para saber cuántas calorías debo comer y cuánta agua tengo que beber. El agua es importante porque con el GLP-1 tiendes a deshidratarte. Intento beber entre 100 y 120 onzas al día. La cantidad mínima de proteína es de 80 gramos (la ideal es 180). Entre el batido de proteínas, el pollo y la mantequilla de cacahuetes, por lo general puedo cumplir ese objetivo. Lose It me ha ayudado a realizar ese seguimiento porque puedes escanear el reverso de un paquete y te indica la información nutricional.
El momento de la dosis
Me pongo las inyecciones los martes, ¡los martes de tirzepatida! Siempre me inyecto por las noches, generalmente alrededor de las 8 o 9 de la noche, porque al día siguiente a veces me siento un poco cansada. Así puedo dormir un par de horas más. Además, si la inyección me diera ganas de vomitar, pasaría los efectos secundarios durmiendo.
Vamos a por la cuenta
El medicamento es caro e influye en mi presupuesto. Pero cuando me senté con la aplicación Rocket Money, me di cuenta de que también me estaba costando mucho comer fuera de casa. ¡Estaba gastando una media de 800 a 900 dólares! Gastaba casi un tercio de mi salario en comer fuera y en pedir comida en DoorDash. Así que pensé: ‘está bien, puedo pagar 179 dólares al mes por la medicación’”.