"Heterosexual flexible": la libertad sexual crece en un mundo sin etiquetas

Ese personaje que no quiere ser encasillado como heterosexual, homosexual o bisexual es cada vez más común (Getty)
Ese personaje que no quiere ser encasillado como heterosexual, homosexual o bisexual es cada vez más común (Foto: Getty)

Por Nélida Fernández

Está en el ambiente, se huele en el aire, las etiquetas fueron puestas a volar. La desaparición de los estereotipos en el campo sexual ha empezado a verse y a exigirse en algunos espacios sociales. Ese personaje que no quiere ser encasillado como heterosexual, homosexual o bisexual está surgiendo pese a que sigue existiendo una verdadera presión social por las definiciones y aún se observan sociedades castradoras.

Ese personaje se ve perfectamente ejemplificado en la serie catalana Merlí en la que el estudiante rebelde Pol Rubio empieza siendo el chico guapo del instituto, novio de la chica atractiva y popular. Sin embargo, a lo largo de la historia, Pol decide tener una experiencia sexual con un compañero de clases varón que le devela que se siente atraído por él.

“No me pongas etiquetas”, le dice Pol a su amigo gay Bruno después de que sus encuentros se hicieran más intensos, lo que no le impide sentirse atraído y tener relaciones sexuales con una mujer que podría ser su madre y después enamorarse intensamente de su mejor amiga.

Atracción sin límites

Hay personas que desconocen su orientación sexual o “lo amplia que es” y que a través de la “experimentación” se pueden ir descubriendo los límites de esos gustos, según la psicóloga y sexóloga Atenea Anca.

La terapeuta cuenta que “el darse cuenta a veces genera un shock tanto individual como social pues seguimos luchando por querer pertenecer a una supuesta normalidad que realmente no existe”.

Hay personas que desconocen su orientación sexual o “lo amplia que es” y que a través de la “experimentación” se pueden ir descubriendo los límites de esos gustos
Hay personas que desconocen su orientación sexual o “lo amplia que es” y que a través de la “experimentación” se pueden ir descubriendo los límites de esos gustos (Foto:Getty)

Entonces, el tema es darse la libertad para hacer ese descubrimiento, experimentar, como se lo permitió Alejo, que ya tiene 45 años y desde hace poco más de diez se permitió empezar a saciar sus curiosidades sexuales y tener lo que él llama una “apertura o liberación sexual”.

Fue un buen momento. Tenía una esposa que también tenía fantasías y quería experimentar, juntos ingresaron a un club de nudistas y lograron avanzar hacia la desinhibición y la liberación.

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Tuvo sexo con amistades con el permiso de su pareja, experimentó tríos y también ha participado en escenas grupales en las que ha compartido íntimamente con hombres.

Después de su primera experiencia con un hombre pensó que se sentiría mal y que ahora debía cuestionarse y reubicar su etiqueta de hetero, pero después cayó en cuenta: ¿Por qué tengo que etiquetarme?

La experimentación con otros de aquello que genera curiosidad, “será lo que haga un cambio en el acercamiento sexual del individuo”
La experimentación con otros de aquello que genera curiosidad, “será lo que haga un cambio en el acercamiento sexual del individuo” (Foto:Getty)

Y aunque ese es el punto, sí ha intentado buscar una etiqueta, se siente “heterosexual flexible”, un hombre que de vez en cuando puede “fluir” con otro hombre, pero no con cualquiera.

Puedo decir que me excitan las mujeres en 95% y de hecho no creo que me exciten los hombres, pero puedo en determinada ocasión, en sexo en grupo, participar en un encuentro con un hombre.

Y en algunas ocasiones también ha tenido sexo con una amiga lesbiana con orientación sexual masculina que siempre se había sentido atraída exclusivamente por mujeres pero que quiso experimentar con él, y le gustó.

La psicóloga Anca dice que la experimentación con otros de aquello que genera curiosidad, “será lo que haga un cambio en el acercamiento sexual del individuo”.

¿Quién eres en la escala de Kinsey?

El psiquiatra y sexólogo Rubén Hernández nos recuerda la famosa “escala de Kinsey” creada por el biólogo Alfred Kinsey entre 1948-1953 que establece siete diferentes tipos de conductas sexuales partiendo de 0 para la heterosexualidad total y el 6 para la homosexualidad sin matices.

Los matices, sin embargo, están en el resto de los números, del 1 al 5, en los que la bisexualidad se manifiesta en diferentes grados aunque, resalta Hernández, “hoy esa escala luce muy simple ante la muy variable y frecuente presentación de modalidades” porque que esto pasó a fines de la década de los 40 y principios de los 50 y en la actualidad “las clasificaciones de las conductas sexuales siguen siendo un reto para los investigadores clínicos”.

El sexólogo, que también es investigador, señala que cada vez existen más versiones de las preferencias sexuales y en la mayoría de las personas los criterios varían.

El etiquetamiento de niños y adolescentes conduce con frecuencia a trastornos de la personalidad, cualquiera sea la orientación sexual que se presente
El etiquetamiento de niños y adolescentes conduce con frecuencia a trastornos de la personalidad, cualquiera sea la orientación sexual que se presente (Foto:Getty)

No hay tronco torcido

El tema es delicado, en especial cuando se trata de abordarlo con los niños porque en esa inocencia del no saber qué tipo de atracción sienten pueden surgir angustias entre padres que quieren “enderezar” cualquier conducta que consideren equivocada.

En cualquier caso, los padres que se ven tentados a caer en esta corrección deben cohibirse. Eso no se hace. Hernández alerta: “El etiquetamiento de niños y adolescentes conduce con frecuencia a trastornos de la personalidad, cualquiera sea la orientación sexual que se presente”.

Porque así como los padres no reciben clases para hacer bien su trabajo, resulta mucho menos probable que reciban educación sexual para abordar estas situaciones y las consecuencias pueden traducirse en verdaderas “tragedias” personales.

La tendencia a “salir del closet” de las etiquetas es un hecho, pero esto viene dado, como dice el psiquiatra, porque existe menos miedo a revelar los gustos “lo que realmente les identifica” o les atrae.