La improvisación dejó una de las escenas más memorables de 'Dirty Dancing'

Ver Dirty Dancing a 35 años de su estreno se ha convertido en una amalgama visual de secuencias clásicas, una tras otra. Escenas que han pasado a la historia de la conversación cultural en forma de frases, bailes, canciones o momentos mundanos que en otras películas seguramente pasarían desapercibidas. Pero no en Dirty Dancing. Es la prueba que nos recuerda su valía como clásico al haber dejado semejante huella con una historia de amor tan simplona.

Sin embargo, por mucho que más de uno la conozcamos de memoria (y no me avergüenza reconocerlo), todavía podemos seguir descubriendo anécdotas curiosas que cambian por completo la percepción que podríamos tener de la película, un personaje o escena en particular. Y la que voy a contarles a continuación consigue justamente eso. Porque les aseguro que ya no volverán a ver una de sus escenas más cómicas y clásicas de la misma manera cuando descubran la historia que existe detrás.

Los actores estadounidenses Patrick Swayze (1952 - 2009) y Jennifer Grey protagonizan la película 'Dirty Dancing', 1987. (Fotografía de /Getty Images)
Los actores estadounidenses Patrick Swayze (1952 - 2009) y Jennifer Grey protagonizan la película 'Dirty Dancing', 1987. (Fotografía de /Getty Images)

Estoy convencida que si Dirty Dancing sigue contagiándonos las mismas sensaciones que hace 35 años no es únicamente por la pareja formada por Patrick Swayze y Jennifer Grey y su química en la pista de baile. Sino también por un popurrí de personajes secundarios que funcionaban de maravilla, cada uno con una personalidad y función claramente definida. Desde el padre protector de Baby (Jerry Orbach) al guaperas gamberro en la piel de Robbie (Max Cantor), o el hijo ambicioso del dueño del hotel que quiere conquistar a la protagonista a costa de desfilar su poder adquisitivo, a la independiente compañera de baile de Johnny, Penny (Cynthia Rhodes) o esa hermana ridículamente competitiva cuyo mayor hándicap era la superficialidad. Y justamente de ella quiero hablarles, de Lisa Houseman o, más bien, de su actriz Jane Brucker.

Y es que por mucho que Lisa Houseman termine la historia respetando a su hermana, orgullosa de su romance con Johnny y su arrojo personal definitivo, lo cierto es que se pasa toda la película siendo el alivio cómico y ridículo de la trama. Y una de las secuencias que lo define por completo es la de ‘Hula Hana’. Es decir, aquella escena donde practica una canción tropical para el acto de fin de temporada del hotel Kellerman, convencida de su talento artístico, vocal e interpretativo cuando, en realidad, es un desastre. Todo transcurre en el fondo mientras Baby escucha cómo su novio rechaza una proposición indecente de una examante (o del marido de esta, pero sin saber que la mujer tiene dobles intenciones cada vez que reserva clases de bailes privadas con Johnny). Sin embargo, la ridiculez y comicidad de Lisa alcanza unos extremos tan divertidos que termina coronándose como lo mejor de la escena. Es más, es uno de los clips, sonidos o canciones que podemos reconocer de inmediato como parte de la película. Es una de las tantas señas de identidad de Dirty Dancing y apenas dura unos minutos.

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¿Pero si les dijera que esa huella la creó su actriz de manera improvisada, creyendo que jamás tendría notoriedad? Así es.

Ante el 35 aniversario de la película, Jane Brucker quiso recordar su paso por este clásico que no solo fue la primera película de su carrera -cuando tenía 29 años-, sino la única que recordamos tras haber abandonado la actuación en 1989 para dedicarse a la vida familiar y escribir guiones. Justamente dos años después del estreno de Dirty Dancing. Actualmente, a sus 64 primaveras, también trabaja como voluntaria en el Proyecto Santa Mónica Virginia Avenue, que representa obras escritas por niños en situación de riesgo.

Pues según cuenta a EW, la secuencia estuvo cerca de no aparecer en el filme dado que se había decidido que la escena del ensayo de Lisa iba a eliminarse del metraje final. Básicamente porque pretendían usar la canción Some Enchanted Evening del musical South Pacific, viéndose obligados a desistir ante el elevado coste de los derechos. Sin embargo, cuando la guionista Eleanor Bergstein le anunció que iban a quitarla de dicha secuencia, le dejó caer que, si quería, podía probar a escribir algo en su lugar. Y Jane se puso manos a la obra improvisando de la nada.

Y entonces escribió la letra de Hula Hana sobre una isleña caprichosa que quiere “una piña que no pique, un pájaro que nade y un pez que cante” y pide "un volcán que explote y un plátano azul", mientras el coreógrafo Kenny Ortega (High School Musical) le habría sugerido el tono tropical. La escribió durante los descansos del rodaje, tanto la letra como la música, aportando la idea de elevar el tono de su voz hasta desafinar al final para que “volviera loco” al público. Y lo hizo porque quería demostrar esa faceta del personaje que querer aspirar a más de lo que era capaz de hacer.

Incluso la idea de hacer el conteo de números antes de empezar a cantar fue suya, inspirada en un novio del pasado que se dedicaba a la música y la hacía sentir intimidada con su experiencia y conversación musical. “Lancé esos números extras a propósito” cuenta al medio entre risas.

La letra, la música y el baile fue consecuencia de su talento para la improvisación. Cuenta que no le dieron tiempo para crear algo sólido y tampoco estaba segura si iban a incluirla en la secuencia o simplemente aparecería al pasar o en el fondo. Es más, todo se rodó en tan solo dos tomas, sin grandes ensayos ni esperando que hiciera algo icónico. Su presencia era meramente de adorno. Sin embargo, los directores vieron algo lo suficientemente potente como para darle cierto protagonismo.

No obstante, no fue hasta diez años más tarde que Jane supo que el público había notado su esfuerzo. Fue durante una proyección por el décimo aniversario donde nadie la reconoció en persona, pero al llegar al momento en pantalla notó cómo la audiencia aplaudía y vitoreaba cuando el piano comienza a entonar las notas de Hula Hana, demostrando la expectación y humor que generaba ya convertida en clásico.

De todos modos, no obtuvo oficialmente el crédito de haber escrito la canción hasta después de 15 años del estreno, cuando finalmente pudo registrarla cuando la película se adaptó en forma de musical teatral. Desde entonces puede ganar un dinerillo extra cada vez que quieren usarla.

No sé ustedes pero ahora, cuando veo esa escena, ya no veo a esa hermana irritable y CRINGE, sino a una actriz que puso toda la carne en el asador para crear algo cómico y legendario sin saber siquiera si alguien le prestaría atención con el paso del tiempo. Una creación, desde la letra, música y baile, que define a la perfección la personalidad engreída e inocente de Lisa Houseman en apenas unos segundos.

Si quieren volver a verla, pueden encontrar Dirty Dancing en StarzPlay, así como en plataformas de alquiler o compra como Amazon Prime, Apple TV o Google Play.

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