'Instinto básico' y el intento de boicot que tuvo el efecto contrario

Directores como Paul Verhoeven tienen tras de sí una trayectoria repleta de títulos provocadores, polémicos y exitosos que pocas veces han pasado desapercibidos ante los ojos de la opinión pública. No hay más que ver el reciente caso de Benedetta, su película centrada en la historia real de un amor lésbico entre dos monjas que levantó controversia en los sectores católicos. Pero si hay un título de su filmografía que se lleva el oro en despertar curiosidad, provocar y desprender erotismo es, sin duda, Instinto Básico, el reconocido thriller protagonizado por Sharon Stone y Michael Douglas que fue toda una sensación en los 90.

Es imposible olvidarse de escenas que todavía siguen provocando conversación, como el famoso cruce de piernas de Catherine Tramell, la escritora de novelas interpretada por Stone que se convertía en principal sospechosa del brutal crimen que da pistoletazo de salida a la trama. En un Hollywood donde el moralismo aún se seguía mirando con lupa, Verhoeven se atrevió a romper esquemas y a intentar despertar sensaciones poco habituales en las salas de cine, lo que inevitablemente despertó críticas, reproches y mucha curiosidad. Pero la polémica de Instinto básico fue más allá de su contenido erótico, puesto que dada la bisexualidad de su protagonista fueron muchos los que no se tomaron nada a bien la implicación en la representación del colectivo LGTBIQ que traía consigo.

Michael Douglas y Sharon Stone en 'Instinto básico' (Foto: TriStar/Getty Images)
Michael Douglas y Sharon Stone en 'Instinto básico' (Foto: TriStar/Getty Images)

Cuando la aparición de personajes LGTBIQ en las grandes producciones de Hollywood brillaba por su ausencia, que un proyecto como Instinto básico tuviera una protagonista bisexual mostrada como una asesina fría, despiadada y sin reparos fue percibido como la perpetuación de un estigma negativo por muchas organizaciones. Esto ocurrió antes de comenzar las grabaciones, cuando los detalles del guion fueron filtrados y muchos se lanzaron a criticar la película de homofobia. Pero no se quedó en meros comunicados condenando el film de Verhoeven o en pequeñas protestas, sino que hubo asociaciones que se volcaron activamente en tratar de boicotear la película y evitar su grabación.

Leyendo publicaciones en prensa de aquellos años, se pueden leer descripciones sobre activistas paralizando el tráfico en Los Ángeles la noche de los Óscar de 1992 como protesta a Instinto básico, de personas presentándose en el set de rodaje con pancartas, bocinas, linternas o botes de pintura para obstaculizar las grabaciones, de políticos y responsables de Hollywood pronunciándose ante los hechos y de las muchas reivindicaciones de las asociaciones LGTBI respecto a su representación en el audiovisual.

Así lo recogían medios como Los Ángeles Times, donde responsables de asociaciones como GLAAD, la también conocida como Alizana de Gays y Lesbianas contra la Difamación, señalaban que el film de Verhoeven “vincula el sexo y la violencia de manera irresponsable” y pedían una mejor educación en estos temas. “Tales representaciones fomentan los temores homofóbicos”, declaraba el por aquel entonces copresidente de GLAAD Peter Nardi. Aunque desde otros grupos como Queer Nation no optaron por la reivindicación pacífica y se presentaron en las grabaciones en San Francisco, donde las autoridades y cuerpos de seguridad tuvieron que intervenir e incluso emitir una orden de alejamiento de la zona.

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Como bien publicaba The Washington Post, a lo largo de 13 noches varios manifestantes empezaron a hacer ruido junto al set, a pedir a los coches que tocaran la bocina, a lanzar objetos y sustancias como pintura roja hacia los decorados, a enfocar con linternas hacia los equipos y recitar cánticos con frases como “¡Hollywood apestas!”. "Preferiríamos que la película no se hiciera", señalaban representantes de Queen Nation sobre estos actos. "Los tomamos totalmente por sorpresa. Las tácticas eran casi terroristas. Cayeron directamente en nuestra trampa. Fue una oportunidad perfecta para nosotros", continuaba.

Claro, que en aquel momento nadie había visto Instinto básico y no había una idea precisa sobre la representación de la bisexualidad del personaje de Sharon Stone. De hecho, es curioso encontrarse con artículos que, desde el total desconocimiento, hablaban de los disturbios mencionando que estábamos ante una “película de lesbianas asesinas”, como el caso de una publicación de El País de marzo de 1992. Desde este medio español también recogieron declaraciones de Michael Douglas, que durante la promoción de Instinto básico en España no dudó en pronunciarse sobre todas las polémicas que rodearon a la película.

“Sobre la última acusación, la homofobia, estoy de acuerdo en que debería haber más papeles positivos de gente gay en las películas, pero nadie convierte en asunto principal de Instinto básico las preferencias sexuales, ni nadie hace comentarios negativos acerca de ello. Simplemente se cuenta la realidad de un personaje", declaraba el actor. Y no le falta razón, porque aunque desde fuera, y sobre todo ante la falta de representación LGTBIQ+ en el Hollywood de aquella época, las connotaciones sobre la sexualidad de de Cahterine Tramell puedan lucir negativas, Instinto Básico en ningún momento lo relaciona con la criminalidad del personaje ni esto juega un papel relevante en la trama.

Pero la polémica afectó a la película. Aunque no negativamente, puesto que todo el ruido generado, que llevó incluso a políticos como al exalcalde de San Francisco Art Agnos a pronunciarse y a tratar de calmar los disturbios, se tradujo en una mayor curiosidad por Instinto básico y en unos resultados en taquilla inauditos.

Con un presupuesto de 49 millones de dólares, la cinta logró recaudar 352,9 millones en todo el mundo. Y en mercados como España llegó incluso a erigirse como la película más taquillera de la historia con 1.799 millones de pesetas, que hoy en día se traducirían en 13 millones de euros. Aunque el récord le duró poco, ya que al año siguiente Jurassic Park de Steven Spielberg batió esta marca con lo que hoy serían 17,7 millones de euros.

Al final, por muy negativas que fueran las críticas por homofobia, sexo y violencia que rodearon a Instinto básico, cuando se trata de una película de estas características es imposible que el revuelo no te lleve a sentir aún más ganas de hincarle el diente. Incluso aunque en un principio no te atrajera en absoluto.

Aunque en su estreno yo no hubiera nacido, me acuerdo a la perfección de cuando tenía alrededor de unos 10 u 11 años, Antena 3 promocionaba una reposición con la escena del famoso cruce de piernas y escuchaba comentarios a mi alrededor de lo rompedor y polémico que era ese momento. Aún sin sentir ningún tipo de pasión por el thriller erótico en aquel momento, recuerdo que la curiosidad me llevó a tener unas ganas inmensas de ver Instinto Básico y a poner a grabar a escondidas la emisión en VHS. Y al verla, más allá de quedarme con la sensación de haber disfrutado de una película intensa, misteriosa e inquietante, me dije a mi mismo: “¿Tan fuerte era esto? ¡No es para tanto!”.

Y es que al final, tanta habladuría y tanto llevar al extremo cada detalle no hacen más que elevar la expectación sobre un producto, especialmente cuando se trata de violencia, sexo u otros temas delicados como en este caso ocurrió con la representación del colectivo LGTBIQ. Muy posiblemente, sin todas estas polémicas -incluyendo la de Sharon Stone asegurando que el director supuestamente la habría engañado para conseguir el cruce de piernas (Verhoeven lo niega)- hoy solo recordaríamos Instinto básico como un buen thriller erótico que fue rompedor en su momento, pero es innegable que ahora, 30 años después de su estreno, sigue permaneciendo en nuestras mentes como una producción subversiva, provocadora e inquietante aún rodeada de ese aura de cinta polémica.

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