Inteligencia y técnica detrás de los arados, los trenes y las industrias

El Ferrocarril Belgrano
El Tren a las Nubes, una maravilla de la ingeniería

Los ingenieros se encargan de controlar las fuerzas de la naturaleza y ponerlas al servicio del hombre. “No son dioses, pero sí fueron el alma de muchas obras de la civilización... ellos aplican la ciencia y el arte para trazar y ejecutar obras y producir riqueza...”, escribió Florencia Arbister, en Clarín.

Se puede aceptar que el filósofo es un ingeniero en acción. El nombre de la actividad viene de la palabra ingenium que utilizaba el historiador Tertuliano en el año 200, para aludir a “los productos del genio”.

Urge un plan para devolverle al ferrocarril su razón de ser

Los inicios de la ingeniería en el país se encuentran en Felipe Senillosa, en 1826, el primero en cubrir el puesto en el Departamento Topográfico. Otros, por ejemplo como Charles H. Pellegrini que diseñó los primeros proyectos sanitarios, o John Coghlan, que ejecutó las primeras obras de agua potable. En el contexto de la llamada Organización Nacional, el desarrollo de obras de infraestructura requerían de ingenieros en diferentes áreas y se debió recurrir a profesionales europeos. En 1865 el rector de la Universidad de Buenos Aires, Juan M. Gutiérrez, creó la carrera de ingenieros. Sus primeros profesores fueron Bernardino Speluzzi, Peregrino Strobel y Emilio Rosetti. Surgieron los primeros egresados bautizados como “los doce apóstoles”. La mayoría de sus tesis estaban vinculadas a temas relacionados con la infraestructura ferroviaria y vial, tenían en claro la idea de construir la Nación como un paradigma clave. Se fabricó el primer arado de producción nacional en los talleres Schneider en Santa Fe, (1878). En 1902 comenzaron los primeros emprendimientos siderúrgicos, orígenes de La Cantábrica. Se redactaron nuevos planes de estudios y 20 años después ya se contaban con 23 profesores argentinos. Se abrieron nuevas carreras y para el año 1900 se habían recibido 250 profesionales.

El primer graduado fue Luis Augusto Huergo (1837/1913) el 6 de junio de 1870. Provenía de una familia acomodada. Su papá Carlos M. fue uno de los primeros importadores de lanares de la raza merino. Falleció joven y le cupo a su hijo mayor lidiar con los “niños terribles”, sus nueve hermanos. Los envió a estudiar al extranjero.

A Luis le tocó vivir entre los 14 y19 años en Maryland, en la costa este de Estados Unidos, lo que le sirvió para dominar el idioma inglés. Regresó y se recibió, años más tarde, de agrimensor. El Centro Argentino de Ingenieros (CAI), en 1895, decidió celebrar el Día de la Ingeniería, el 6 de junio en homenaje a los 25 años de la primera graduación.

La actividad del ingeniero Huergo fue muy intensa y difícil de enumerar. Contrató y fiscalizó la construcción de 118 puentes para la provincia de Buenos Aires, rectificó el curso del Riachuelo, construyó el puerto de Buenos Aires, una serie de dársenas oblicuas para facilitar el acceso de barcos de trasatlánticos. La primera mujer ingeniera resultó ser Elisa Beatriz Bachofen, que se graduó en 1918, y no solo fue la primera en hacerlo en la Argentina sino en América Latina.

Los aportes de la ingeniería fueron muchos. En junio de 1922, el Poder Ejecutivo fundó YPF. Fue confiada al general Enrique Mosconi, quien conjuntamente con el ingeniero Agustín Mercau, decano de la Facultad de Ciencias Exactas convocaron a la primera promoción de ingenieros industriales. La empresa invitó a un grupo a un viaje de estudios y práctica a Comodoro Rivadavia, en la provincia de Chubut. Fueron acompañados por Benjamín Schang, de la cátedra Industria Petrolíferas y resultaron ser los pioneros de los años iniciales de YPF.

Los aportes de la ingeniería fueron muchos. Se vieron también en la industria frigorífica al contribuir con innovaciones tecnológicas que beneficiaron a las actividades agropecuarias que se complementaban con la instalación de nuevas vías férreas. Los ingenieros siempre contribuyeron a mejorar el perfil de la Argentina. Es para celebrar.