Iron Maiden vuelve a brillar con un disco a la altura de su leyenda

En su casa porteña, el estadio Vélez Sarsfield, donde se presentó por séptima vez
Santiago Filipuzzi

Artista: Iron Maiden. Álbum: Senjutsu. Temas: “Senjutsu”, “Stratego”, “The Writing On The Wall”, “Lost In A Lost World”, “Days Of Future Past “, “The Time Machine”, “Darkest Hour”, “Death Of The Celts”, “The Parchment”, “Hell On Earth”. Edición: Parlophone. Nuestra opinión: muy bueno.

Cerca de cumplir nada menos que medio siglo de trayectoria, Iron Maiden se mantiene en plena forma. Sus integrantes ya pasaron largamente los 60 años (el baterista, Nico McBrain, está al borde de los 70) y han superado más de un inconveniente (Bruce Dickinson, el emblemático cantante de la banda inglesa, se sobrepuso a un cáncer de garganta). Uno de los secretos de esa vigencia tiene que ver con la sagacidad del grupo para acomodar su música a sus auténticas posibilidades: sin perder la potencia que es característica fundamental de su receta, Maiden se ha inclinado en los últimos años por una versión más progresiva que encaja perfecto con su presente. Sus temas se volvieron más intrincados y sugestivos, son el reflejo cabal de un proyecto artístico que ha renunciado a vivir de sus viejos laureles (una actitud muy corriente en el heavy metal) para continuar un recorrido de investigación sonora cuyos resultados son admirables.

A esta altura, una de las fortalezas de esta sociedad de veteranos venerables es una sabiduría notoria que se ha consolidado con el paso de los años, entendida como forma adecuada de relacionarse ya no solo con sus fans y la industria, sino también con el mundo. Senjutsu, el título de este disco extenso (80 minutos), súper elaborado y apasionante, puede traducirse como “la técnica del ermitaño”, consistente en utilizar en beneficio propio la energía que proviene de la naturaleza, la estrategia clave para un ninja. La referencia al popular manga de la serie Naruto -que vendió más de 230 millones de copias en todo el mundo- no es para nada casual: el adolescente que lo protagoniza lleva un demonio en su interior y enfrenta una serie interminable de peligros que podrían asimilarse perfectamente a las crueldades prosaicas de la guerra que aparecen con recurrencia en las letras de los temas del álbum, igual que la fascinación por el folklore celta encapsulada en los diez minutos de “Deaths of the Celts”, una prueba nítida de la admiración de Steve Harris, bajista y compositor de una parte sustancial del repertorio, por el imaginario que tanto cultivó Jehtro Tull.

En términos estrictamente musicales, Maiden se ha vuelto una banda atrevida y excéntrica, muy aficionada a desafiar las expectativas de su propia legión de seguidores para establecer de esa forma un vínculo estimulante con ella, en lugar de responder con lugares comunes que cristalicen la dinámica de esa relación. Algunos patrones permanecen -el ya legendario “galope” sostenido desde la base de bajo y batería que reluce en “Stratego”, donde también Dickinson exige la voz para acercarse a los agudos dramáticos de antaño-, pero también hay espacio para la audaz exploración de “The Writing On The Wall” (uno de los singles de adelanto y hoy por hoy el track más escuchado del disco en Spotify), singular traducción del country, el blues y la música prototípica del spaghetti western en clave pesada. Se trata de un pasaje de saludable ligereza en el marco del disco más denso de la banda desde A Matter of Life and Death (2003), el regreso al Maiden old school que enderezó el rumbo del proyecto luego del leve traspié de Brave New World, afectado por una sobreproducción que melló un poco su clásico poder de fuego. Senjutsu, es tan patente como lo subraya la excelente recepción del disco, tiene energía pero también mucha sutileza. Revela que el mejor camino para no transformarse en un dinosaurio es esquivar la rutina, salir como sea y cuanto antes de la famosa “zona de confort”.