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Iván de Pineda: las claves del éxito de un conductor diferente al que el rating decidió acompañar

Iván de Pineda conduce Pasapalabra con impronta propia
Gentileza Telefé

El sábado pasado, el programa de entretenimientos Pasapalabra / Especial famosos (Telefe) logró un promedio de 8,5 puntos de rating, marca que le permitió ubicarse en el segundo lugar entre lo más visto del día, luego de PH, podemos hablar (Telefe) y empatando con La Noche de Mirtha (eltrece). Entre el lunes 9 y el viernes 13 de agosto, en su formato diario, lideró su franja con un promedio semanal resultante de 9,3 puntos, logrando picos de 10,8 entre el lunes y el miércoles, cifras que le permitieron ubicarse entre los 10 programas más vistos de cada día. A pesar de salir al aire pasadas las 18.40 (en el caso de la tira de lunes a viernes), el ciclo supera en audiencia a algunos formatos que se emiten en el privilegiado horario del prime time nocturno.

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Un pequeño gran fenómeno encierra Pasapalabra, el ciclo que encuentra en Iván de Pineda al conductor más apropiado para llevarlo adelante. Si bien es real que se trata de un formato internacional sostenido en un engranaje creativo sólido, lo cierto es que no es menor el aporte de quien lo lidera en Telefe, empatizando conocimientos con gracia y formalidad con simpatía.

El ciclo encuentra su inspiración en The Alphabet Game, un formato creado en Londres y estrenado y emitido por la BBC en 1996. Cuatro años después, en España vio la luz una variante denominada Pasapalabra y emitida por Antena 3, la señal desde donde sale al aire actualmente, luego de un breve lapso en el que fue albergado por Telecinco. Su conductor es Roberto Leal, un periodista y animador muy conocido en su país. Leal tiene 42 años, nació en Alcalá de Guadaída y se licenció en periodismo en la Universidad de Sevilla. Durante años fue presentador de noticieros. Un perfil diferente al de Iván de Pineda, a cargo de la edición argentina, aunque con la misma injerencia en las audiencias.

Iván de Pineda es una celebridad formal en medio de una televisión que  es todo lo contrario
Gentileza Telefé


Iván de Pineda es una celebridad formal en medio de una televisión que es todo lo contrario (Gentileza Telefé/)

Rara avis

Iván de Pineda es una persona culta sin rebusques ni egolatrías intelectualoides. Es leído y viajado. Conoce tanto de literatura como de los restaurantes más exquisitos y de elite esparcidos por el mundo. Tiene algo de sibarita y de aquellos tangueros dandys porteños, aunque nació en España, en 1977.

Su ilustración sobre diversos temas le posibilitan abordar con solvencia y comodidad un formato en el que los conocimientos son un valor. Desde ya, no se trata de un certamen sobre información científica ni erudiciones extravagantes, pero apela a saberes diversos que pueden ir desde conocer la letra de una canción de Shakira hasta un vocablo de biología. El conductor se mueve cómodo en esas aguas, con una autoridad sin soberbia. Si bien está amparado en un guion, se lo percibe familiarizado con la mayoría de los tópicos abordados. Acaso hoy no sean muchos los conductores que pueden ofrecer erudición. Eso lo posiciona en un escalafón distinguido, por encima de la media.

¿De qué va la cosa? Las consignas son variadas, pero siempre atravesadas por el alfabeto. Los participantes deben acumular segundos en diversos juegos en los que se apela a la rapidez para contestar, en menor tiempo, sobre conocimientos de cultura general, en su mayoría relacionados con el mundo del espectáculo doméstico e internacional. La buena destreza en el uso de la memoria es otra de las capacidades claves que deben desarrollar los jugadores. El pasatiempo se desarrolla enfrentando en competencia a dos equipos con tres integrantes cada uno, de los cuales dos son figuras conocidas. En la edición de los sábados, todos los participantes son famosos (recurso instalado en varios programas de juegos).

El uso del lenguaje, la corrección ortográfica y la cultura general dominan las dinámicas de pasatiempos como “Tutti Frutti”, “Deletreá la palabra”, “Una de cuatro”, “La pista musical”: desafían a jugar con las palabras, la música y la memoria. La paleta de colores es amplia: descular la palabra que encierra la definición: “Dicho de una persona que ha luchado en una guerra” o cantar el leitmotiv de El Show de Carlitos Balá. Todo cuenta. Todo suma.

En la última parte de cada programa, los capitanes de cada grupo se enfrentan en el juego estrella: “El Rosco”, una rueda que propone, a partir de una definición dada por el conductor y una letra del alfabeto como guía, hallar una palabra escondida. Quien más respuestas logra, gana la ronda, acumula dinero y continúa en competencia. A fines de julio de este año, el concursante Brian Parkinson logró completar “El Rosco” y embolsar 1.760.000 pesos, luego de permanecer durante 23 programas en competencia. Si se tienen en cuenta los impuestos que se deben descontar por ley vigente en Argentina, Parkinson llevó a sus arcas una cifra muy inferior a los premios millonarios en euros que entrega la casa matriz del programa.

Con todo, los pasatiempos del ciclo permiten que la audiencia emule la dinámica de los participantes, siendo esta una de las claves de Pasapalabra: quien mira el programa puede desarrollar sus habilidades, velocidad de respuestas y conocimientos generales.

A diferencia de la mayoría de los ciclos, en Pasapalabra se respetan distanciamientos y medidas sanitarias. Los jugadores están separados por una mampara de acrílico y, si la dinámica amerita que deban ponerse de pie y desarrollar alguna actividad en el centro del set, el participante lo hace con barbijo colocado. Un mensaje imprescindible en estos tiempos algo distópicos y que también suma en la amistad con el público.

Cercano y distinto

Iván de Pineda es una figura que suele mostrarse afable, ya sea con los participantes de su programa como cuando le toca responder en carácter de entrevistado. Es infrecuente, por no decir nula, la posibilidad de verlo enojado o con mal tono. Ni siquiera pierde las formas cuando algún invitado de su programa lo interpela. El lunes 9 de agosto, la participante Elizabeth Díaz le respondió: “¿Pero yo tengo que ser fiel a mí misma o conformarte a vos? ¿Agradarte a vos?”. El animador insistió en alentarla ante la desazón de la exigente jugadora que no se mostraba conforme con su performance.

Iván de Pineda maneja la dinámica del ciclo con autoridad, sin que esto marque una distancia. Sabe de qué se trata, camina seguro y plantado, un rasgo que, más allá de Pasapalabra, ha enarbolado a lo largo de su carrera. Esa potestad la maneja con sutileza, sin incomodar al participante y manteniendo el humor cómplice. Se suma a lo festivo que pueden proponerle los invitados famosos, como el último sábado sucedió con los humoristas Sergio Gonal y Picho Straneo, sin que ello lo corra de su perfil más erudito.

El momento en que Iván de Pineda se tentó en pleno aire de Pasapalabra
El momento en que Iván de Pineda se tentó en pleno aire de Pasapalabra


El momento en que Iván de Pineda se tentó en pleno aire de Pasapalabra

El conductor no se lleva bien con las vulgaridades, otro rasgo que lo aparta de cierto uso instalado en los medios. Y si lo suyo es el buen decir, aunque con dicción no perfecta, no menos auténtica es su evidente incomodidad ante una actitud fuera de lugar, un comentario escatológico o la doble intención. Pasapalabra es como aquellas funciones de la viaja matinée de los cines de barrio: apto para todo público y en continuado. Y hasta puede mostrarse sonrojado ante un comentario con doble intención o connotación sexual, como alguna vez le sucedió con la actriz Leticia Siciliani, invitada al show.

Iván de Pineda es alguien cercano y distante a la vez. Rara simbiosis. Proviene del aspiracional y elitista mundo del modelaje, esgrimiendo un estilismo propio con rasgos que lo apartan de aquel ámbito percibido como lejano. Como modelo se paseó por Londres, Nueva York y Milán, las capitales excelsas del rubro, al servicio de los diseños de Kenzo, Moschino o Versace. Sin dudas, lo acercaron a la gente sus trabajos como actor (en los programas Poné a Francella, Calientes, Mujeres asesinas y Casados con hijos o en las películas Un buda, Cuando ella saltó, Las hermanas y Eva y Lola) y sus primeras experiencias como notero de calle (en ciclos como El rayo). Ese bagaje sembró el camino de acercamiento a la gente que terminó de coronarse con la conducción de programas. Entre 1998 y 2000, y junto a Déborah de Corral, llevó adelante Versus y, tiempo después, animó algunos formatos de la señal internacional E! Entertainment Television. No es hombre de concesiones, más allá de los roles, nunca perdió su esencia. No se salió de sus formas para encontrar un lugar en la masividad.

Y si todos hablan de su vida privada y exhiben hasta lo no mostrable con tal de salir en los medios o subir medio peldaño en el escalafón estelar, él hizo y hace todo lo contrario. Se muestra poco. Nada. En pareja desde hace dos décadas con Luz Barrantes, el conductor no es afecto a mostrar su vida familiar. Diferencia entre el trabajo público y su vida privada e íntima, rasgo que le suma en esa ecuación de cercanía y distanciamiento simultáneos.

Iván de Pineda y Luz Barrantes
Iván de Pineda y Luz Barrantes


Iván de Pineda y Luz Barrantes

Camino al andar

En enero de 2002, con un país inmerso en una feroz crisis económica y social, el ciclo se estrenó en Azul TV (hoy elnueve) con la conducción de la actriz Claribel Medina, aunque tenía características diferentes y no contó con la repercusión esperada.

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Desde el 2016, Iván de Pineda condujo el formato por eltrece. A pesar de lograr buenos números de rating, la pandemia de Covid-19, que alteró la dinámica de toda la televisión, tuvo a Pasapalabra como a una de sus víctimas, que truncó su salida al aire en abril de 2020. Finalmente, el 1° de marzo de este año el ciclo se reestrenó por Telefe, emisora en la que lleva 141 programas en el aire, convirtiéndose en uno de los títulos más exitosos de la temporada.

La Real Academia Española dice que la estridencia es la “violencia de la expresión o de la acción”. Iván de Pineda es un conductor no estridente. Quizás, su gran secreto para hacer perdurar el notable éxito de Pasapalabra y la buena estrella personal.