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Jake Gyllenhaal le debe su gran momento profesional a una decepción del pasado

A Jake Gyllenhaal no siempre le han salido las cosas sobre ruedas. Durante la pasada década le vimos arrasar con un no parar de proyectos interesantes como Prisioneros o Enemy de Denis Villeneuve, el thriller Nightcrawler, el aclamado western Los hermanos Sister e incluso se unió a Marvel en Spider-Man: Lejos de casa interpretando al villano Misterio, pero todos estos títulos llegaron después de que el actor viviera uno de sus peores fracasos. Y este fue clave para que ascendiera de semejante manera en la industria en los años siguientes.

Jake Gyllenhaal en el Festival de Cannes 2022 (Foto: LOIC VENANCE/AFP via Getty Images)
Jake Gyllenhaal en el Festival de Cannes 2022 (Foto: LOIC VENANCE/AFP via Getty Images)

Debemos remontarnos a 2010, cuando Gyllenhaal fue el fichaje estrella de Disney para protagonizar su adaptación de Prince of Persia, uno de los videojuegos de plataformas más reconocidos de todos los tiempos. Todos aquellos que crecieron en los 90 recordaran a la perfección este título de aventuras que con su adictivo plataformeo, sus batallas o su historia clásica rescate de una princesa bajo la presión de un tiempo límite arrasó en los ordenadores de antaño, sirviendo como punto de partida para una saga que una década más tarde alcanzó su esplendor en videoconsolas con la tetralogía denominada Las Arenas del Tiempo.

Desde luego, el reto de hacer justicia a este legado era norme para la casa Mouse, por lo que decidieron tomar como punto de partida el mismo argumento de Las arenas del tiempo, invertir 200 millones de dólares y rodearse de un equipo talentoso. Fue el caso del director Mike Newell, que ya tenía experiencia con el cine fantástico tras trabajar en Harry Potter y el Cáliz de Fuego y disponía de buen prestigio en la industria gracias a títulos como Donnie Brasco o Cuatro bodas y un funeral. También el de intérpretes como Gemma Arterton, Ben Kingsley o Alfred Molina, pero sobre todo, de Jake Gyllenhall, quien se erigió como un icono juvenil con Donnie Darko y no tardó en consolidarse como una de las jóvenes promesas más prestigiosas de Hollywood gracias a Jarheadde Sam Mendes, Brokeback Mountain de Ang Lee o Zodiac de David Fincher.

La película de Prince of Persia tenía todo a su favor para funcionar, ser un éxito y romper la maldición del fracaso que siempre ha asolado a las adaptaciones de videojuegos. Pero no fue el caso. Tras su estreno, la crítica la destrozó y en webs como Rotten Tomatoes tan solo fue capaz de obtener un 37% de reseñas positivas por parte de la prensa especializada. Pero lo peor vino con el rechazo total del público, que ni quedaron satisfechos con el trabajo de adaptación del videojuego ni terminaron por sentirse atraídos para acercarse a los cines. Así, la película se convirtió en uno de los mayores fracasos de Disney de la pasada década, logrando únicamente 336,3 millones de dólares en taquilla que estuvieron lejos de rentabilizar su elevado coste.

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Pero más allá del fracaso en sí, el trabajar en un proyecto fallido de estas características podría haber sido una mancha negra imposible de borrar en la carrera de sus protagonistas. Pero no fue el caso de Gyllenhaal. De hecho, para él, aunque incluso se enfrentó a críticas por blanqueamiento al interpretar un papel que debería haber sido para un actor de origen iraní, fue más bien al contrario, pues su carrera continuó en ascenso gracias a un no parar de trabajos con cineastas de prestigio como Denis Villeneuve, Jean-Marc Vallé, Tom Ford, David Gordon Green, Bong Joon-ho, Jacques Audiard o Antoine Fuqua con películas como Prisioneros, Enemy, Nightcrawler, Demolición, Redención, Animales nocturnos, Más fuerte que el destino, Okja o Los hermanos Sisters. Y esto tiene una explicación.

Según declaraciones dadas por Jake Gyllenhaal en entrevistas, como la concedida a Yahoo en 2019, esta mala experiencia en Prince of Persia le hizo ponerse muy reflexivo a la hora de elegir los papeles, analizar sus errores y tratar de aprender de ellos para dar lo mejor de sí mismo. Y no queda duda de que esto lo ha aplicado muy bien a lo largo de todos estos años, puesto que los proyectos le siguen lloviendo, mayormente trabaja en películas de prestigio y nunca ha vuelto a vivir un fracaso estrepitoso.

“Creo que aprendí mucho de esa película porque paso mucho tiempo tratando de ser muy reflexivo sobre los papeles que elijo y por qué los elijo”, dijo Gyllenhaal cuando se le preguntaba por Prince of Persia. “Y estás obligado a cometer un desliz y decir: 'Eso no estuvo bien para mí' o 'Eso no encajaba perfectamente'. Ha habido una serie de roles como ese. Y luego una serie de papeles que lo hacen”, matizaba.

Analizando su trayectoria desde entonces, es notorio que apenas haya tenido un pequeño desliz. Solo algún título menor como la cinta de ciencia-ficción Life o la comedia Un accidente llamado amor de David O’Russell podrían considerarse como proyectos no del todo exitosos. La primera, aunque en taquilla apenas llegó a los 100 millones, tuvo a la crítica a su favor y sus 50 millones de coste no nos llevarían a hablar de fracaso. Y en el caso de la cinta de O'Russell, director de El lado bueno de las cosas y La gran estafa americana, se trata de un proyecto que el realizador empezó en 2008, abandonó en 2012 y se estrenó en 2015 bajo un montaje en el que el cineasta no tuvo nada que ver. Es decir, una película anterior a que Prince of Persia llevara al actor a replantearse las cosas. Y es que al final, este fracaso fue casi como un impulso a su carrera.

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