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Jamie Lee Curtis me indigna con sus prejuicios clasistas sobre Ana de Armas

Indignada. Así me hizo sentir Jamie Lee Curtis con sus palabras en una reciente entrevista. ¿De verdad estoy leyendo señales de racismo casual y tengo que dejarlo pasar como si nada?” me pregunté al leer sus declaraciones. No. Imposible.

La actriz, que trabajó con Ana de Armas en el exitoso ‘whodunit’ Puñales por la espalda (2019), dijo a la revista Elle que antes de conocer a la actriz latina dio por hecho que era “una joven sin experiencia y sin sofisticación” al estereotiparla como una inmigrante recién llegada. “Supuse -y lo digo con verdadera vergüenza- que como había venido de Cuba, acababa de llegar” explicó.

LOS ÁNGELES, CALIFORNIA - 03 DE ENERO: Ana de Armas y Jamie Lee Curtis asisten a los 20º Premios Anuales AFI en el Four Seasons Hotel Los Ángeles en Beverly Hills el 03 de enero de 2020 en los Ángeles, California. (Foto de Michael Kovac/Getty Images para AFI)
LOS ÁNGELES, CALIFORNIA - 03 DE ENERO: Ana de Armas y Jamie Lee Curtis asisten a los 20º Premios Anuales AFI en el Four Seasons Hotel Los Ángeles en Beverly Hills el 03 de enero de 2020 en los Ángeles, California. (Foto de Michael Kovac/Getty Images para AFI)

Supuse que era una joven sin experiencia ni sofisticación” admitió para añadir que ese primer día de rodaje le preguntó a Ana, “¿Cuáles son tus sueños?”. Una pregunta que transmite la presunción condescendiente del 'salvador blanco', tratando a la joven actriz como una recién llegada perdida en el negocio, como si sus metas estuvieran todavía por cumplir. Pero no señora Curtis, Ana ya las había cumplido. Inmigrante y todo.

De todos modos, así como admite su propia presunción, Jamie Lee Curtis también reconoce que la estrella de Sin tiempo para morir derribó todos sus esquemas. No solo ya había protagonizado (y estrenado a nivel mundial) Blade Runner 2049 (2017), y sido compañera de Robert De Niro (Hands of stone, 2016) sino que contaba con más de una década de experiencia, habiendo comenzado su carrera en 2006. Y además de la elegancia que siempre destila con su presencia, Ana de Armas la dejó impresionada con su talento y sus propios contactos. Cuando Curtis se ofreció a presentarla a sus ahijados Maggie y Jake Gyllenhall, la sorprendió con el dato de que ya conocía a Jake y a muchas otras estrellas de Hollywood, incluido Keanu Reeves (su compañero en Toc toc de Eli Roth). Según Curtis, se mantienen en contacto desde aquel rodaje donde la actriz cubana interpretaba a una enfermera latina, y asegura haberse quedado impactada con la próxima transformación que veremos de Ana como Marilyn Monroe en Blonde de Netflix.

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Sin embargo, lo que indigna en todo esto, es el clasismo que destilan sus palabras, compartiendo la historia como una anécdota vergonzosa para ella cuando, en realidad, se trata de una revelación que merece un análisis profundo y que va a traer cola. Sin ir más lejos, las redes sociales ya están ardiendo contra ella. En Twitter y entre los comentarios donde publicó la entrevista en su perfil de Instagram. Y es que su delaración deja en evidencia la ignorancia de los estereotipos que convive en el racismo casual, tan arraigado en la sociedad y que los inmigrantes del mundo tenemos que soportar. A Jamie Lee Curtis le dará vergüenza admitir los pensamientos iniciales que tuvo antes de conocer a Ana de Armas y, al final, el darse cuenta y admitirlo es un paso de humildad que la honra, pero no evita la conclusión que transmite.

El dar por sentado que Ana de Armas era una mujer sin experiencia ni sofisticación solo por asociarla con su nacionalidad deja al descubierto una gran verdad. Una que campa a sus anchas en una sociedad históricamente engreída como la estadounidense. Pero que indigna a los latinos, hispanos e inmigrantes en general. Y a mí, muchísimo. Hablo de ese racismo impregnado en los prejuicios de una cultura que, sencillamente, observa a los inmigrantes por encima del hombro. Como si fuéramos seres inferiores, sin experiencia ni elegancia, solo por haber nacido en un país con menos recursos. ¿Qué tendrá que ver la nacionalidad y origen con la experiencia o sofisticación?

Pensar que Ana de Armas era una recién llegada inexperta en el negocio a la que preguntarle por sus sueños como si fueran lejanos y todavía pendientes de cumplir, deja entrever la condescendencia arraigada en la cultura americana. Porque no. Los cubanos no son inexpertos o sin sofisticación por haber nacido en un país con una larga crisis económica y política. O ¿qué conocimientos tenía Jamie Lee Curtis de Ana de Armas para llegar a esta conclusión sin conocerla? Según sus palabras, solo que era cubana. Nada más.

Asociar la palabra inmigrante con persona de bajos recursos es una de las bases troncales del racismo social y clasismo contra aquel que llega a otro país con intenciones de adaptarse y crecer. Ni los cubanos son inexpertos por haber nacido allí, ni el resto de hispanos o inmigrantes en general. Y eso me indigna. Porque los estereotipos conforman una parte del racismo y ser inmigrante es un proceso que requiere de mucha fortaleza como para estar encasillados en adjetivos tan absurdos como esos que supuso Jamie Lee Curtis sobre Ana de Armas.

Y que conste que no todos los inmigrantes dejamos nuestro lugar de origen por necesidad, algunos lo hacemos por elección propia, por nuestras profesiones, por amor o por simplemente dejarnos llevar por la vida. Pero sea cual sea el motivo, estos prejuicios no ayudan, sino que encasillan.

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