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Jennifer Lopez y su documental de Netflix me hacen hervir la sangre por ella

Que el titular no les engañe. No soy fan de Jennifer Lopez, no tengo pósteres suyos ilustrando mi casa ni jamás la vi en un concierto. Sin embargo, ha conseguido transmitirme algo que no me esperaba. Y es que, para quienes no lo sepan o no sigan su carrera, la actriz y cantante quiere dejar claro que es una artista comprometida de los pies a la cabeza. Y no lo digo yo. Es lo que ella misma demuestra en su documental disponible en Netflix desde el martes 14 de junio. En Halftime, JLo tira de honestidad para darnos acceso íntimo (pero limitado), a su exigente faceta profesional y entrega personal constante para dar más. Ser más. Hacer más. Y, de paso, tapar unas cuantas bocas en el camino plantándose como abanderada latina y mujer de éxito en EE.UU.

Halftime, que traduciríamos como ‘medio tiempo’ en español, precisamente hace alusión a dos momentos clave en su vida. Por un lado, la actuación de la Super Bowl que realizó junto a Shakira en febrero de 2020 en el medio tiempo del partido, y por otro, su 50 cumpleaños. Aquel que celebró marcando un punto de inflexión en su carrera cumpliendo el sueño de actuar en la famosa final de fútbol americano, mientras entraba en las quinielas de los Óscar por primera vez en su carrera con Estafadoras de Wall Street. Era el gran momento de reconocimiento absoluto tras llevar décadas acechada por las etiquetas. Y precisamente por eso, me hizo hervir la sangre con un repaso en particular de su carrera.

Jennifer Lopez en Halftime. Cr. Netflix © 2022
Jennifer Lopez en Halftime. Cr. Netflix © 2022

¿De qué etiquetas hablo? Del estereotipo de latina sexy, con acento pronunciado y curvas prominentes. De bailarina que no canta del todo bien. Del cuerpo de escándalo, el trasero cotizado y personaje público con varias relaciones en su historial amoroso a las que prestar más atención que a la persona detrás de todo esto. A la diva de los videoclips despampanantes y las comedias románticas del montón. A la actriz que no le daban papeles que permitieran que Hollywood la tomara en serio hasta hace apenas unos años. Por eso, y si quedaba alguien que se había quedado en el tiempo con estas etiquetas pululando como sinónimo de Jennifer Lopez, este documental ya se ocupa de borrarlas.

Porque con una narrativa fresca y dinámica, la directora Amanda Micheli consigue hacer un repaso a los altibajos de JLo como personaje público, sus orígenes y trayectoria, logrando crear una balanza ficticia entre la diva y la persona, haciendo que el ser humano se eleve por sobre todas las cosas. Y Jennifer se presta de lleno a la labor, mostrándose al natural, dejando entrever su faceta como jefa exigente, entregándose al máximo en cada compromiso laboral sin perder la vista jamás de su labor como madre. Sin embargo, deja muy claro que jamás habría llegado tan lejos si no optara por vivir las adversidades con su propia filosofía.

Y es aquí donde me hizo sentir empatía por ella. Durante el repaso a sus orígenes el documental nos recuerda su salto a la fama internacional de la mano del cine y la música, casi al mismo tiempo, con rumores y titulares que la tachaban de exigente como si fuera una cualidad digna de crítica. Así como muchos comentarios en revistas y programas del corazón sobre su vida amorosa, tachándola incluso de ser una “novia en serie”. Una etiqueta que más tarde recaería en Taylor Swift como si tener un puñado de novios o relaciones a lo largo de la vida fuera algo que señalar como negativo. Personalmente nunca vi que nadie criticara a Warren Beatty cuando el biógrafo Peter Biskind dijo que se había costado con 12.775 mujeres a lo largo de su vida (algo que el actor más tarde desmintió).

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No importaba lo que conseguía, el apetito por cubrir mi vida personal hizo sombra a todo lo que pasaba en mi carrera” recuerda la actriz en el documental, confesando que aquello la hizo perder autoestima y creerse lo que se decía de ella. “Que no era una buena cantante, que no era una buena actriz, que no era buena en nada […] Sentía que estaba en una relación disfuncional abusiva” añade sobre su relación con la fama en los 90s y principio del nuevo siglo. Y es entonces cuando el documental pasa a plasmar en imágenes sus palabras con presentadores de talk-shows haciendo chistes que bromeaban con que no podía cantar, programas como South Park burlándose de su acento, talento y ascendencia latina. Su actual pareja, Ben Affleck, aparece en el documental en este segmento -la única vez que lo hace- recordando haberle preguntado si todo aquel escrutinio y burla no le molestaba. “Me dijo ‘Soy latina. Soy una mujer. Lo esperaba. Tu no lo esperas porque esperas que te traten justamente”.

Se muestran bromas que la retrataban como la chica de la limpieza, bromas sobre su trasero en toda la cara y en directo, y hasta preguntas de periodistas que le cuestionaban por sus nalgas en plena entrevista. Algo que personalmente, y habiendo entrevistado a Jennifer en el pasado y cientos de estrellas de Hollywood, jamás se me hubiera ocurrido caer en esa área. “Fue duro. Es muy duro cuando la gente se piensa que eres un chiste” sentencia JLo.

Son secuencias que vistas consecutivamente dejan en evidencia los estereotipos y críticas sexistas que tuvo que soportar, incluso después de haber alcanzado el éxito. Y simplemente por ser mujer latina, con acento, curvas y atreverse a lanzarse de lleno a diferentes planos profesionales dentro de la industria. Y sí, visto así, de sopetón y al unísono, contagia una rabia inesperada. Porque si ponemos en práctica la empatía y el despertar social del mundo, nos convierte en testigos conscientes del machaque de las etiquetas y el daño que pueden hacer en el autoestima, seas o no famoso o Jennifer Lopez.

Ella misma cuenta que todo esto la llevó a plantearse “varias veces” dejarlo todo, obligándola a confiar en sí misma y aprender a hacer oídos sordos al resto del mundo. Y así, sin darse cuenta, fue dejando huella, empoderándose y llegando muy lejos.

Y al final, más allá de declarar su lugar en la industria, en Halftime también demuestra lo mucho que ha aprendido a lidiar con las críticas y la adversidad. Desde aquellos inicios cuando su talento no se tomaba tan en serio como ahora, cuando su cuerpo y acento eran objeto de burla sin escrúpulos. Algo que ahora, en plena era woke, de reconocimiento a la diversidad e igualdad, no tendría cabida alguna.

De esta manera, la vemos levantando los ánimos de aquellos que creían en ella y su derrota en los Globos de Oro, así como enfrentarse a la decepción de no haber conseguido su rumoreada nominación a los Óscar a pesar de haber sido el nombre más comentado en la rumorología académica aquel año. JLo no se esconde en plasmar la decepción ante las cámaras, pero recurre a ella para sacar algo de provecho, aprendiendo que no hace su trabajo para ganar premios, sino porque quiere conectar con el público, sentir lo que hace y hacerlo con pasión plena. Incluso también nos hace testigos del enfado justificado cuando supo que su actuación en la Super Bowl iba a ser compartida con Shakira cuando, por lo general, se suele recurrir a un artista principal para los 12 o 13 minutos que se dedica al espectáculo de medio tiempo. Que la primera representación latina en este show durante la presidencia de Donald Trump fuera con dos mujeres, la hizo sentir como si con una no les fuera suficiente. Aun así hizo frente al dilema y logró sacar adelante un show breve pero inolvidable, plantándose incluso ante los mandamás de la NFL cuando quisieron quitarle las jaulas de su espectáculo. Unas jaulas que, para Jennifer Lopez, representaban su mensaje político en contra de la política inmigratoria de Donald Trump con México.

En resumen, seas fan o no de Jennifer Lopez. Conozcas su carrera al pie de la letra o solo algunas de sus películas y canciones, con Halftime logra validar su lugar en el mundo del entretenimiento, marcando un antes y un después en la imagen que el mundo podía tener de ella.

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