Jonathan Rhys-Meyers no logró domar sus demonios y arruinaron su carrera

Hubo un tiempo en el que Jonathan Rhys-Meyers parecía tenerlo todo para triunfar y labrarse una carrera de renombre en Hollywood, pero su prometedora trayectoria profesional se vio truncada por sus demonios personales. Su adicción al alcohol y frecuentes problemas con la ley lo llevaron a caer en una espiral de autodestrucción que salpicó a sus proyectos y dañó su imagen de cara al público y a la industria.

Ahora, el actor irlandés asegura estar feliz y sobrio, y dice haber encontrado un nuevo valor a la vida como padre. Pero, ¿es demasiado tarde para encauzar su carrera o la industria y el público le darán una nueva oportunidad? A juzgar por la cantidad de proyectos que está preparando para los próximos años, parece que sí, aunque lo persiga la sombra de un pasado marcado por las recaídas.

Jonathan Rhys-Meyers en el photocall de 'The Aspern' durante el 75 Festival de Cine de Venecia el 30 de Agosto de 2018 (Photo by Rindoff/Charriau/Getty Images)
Jonathan Rhys-Meyers en el photocall de 'The Aspern' durante el 75 Festival de Cine de Venecia el 30 de Agosto de 2018 (Photo by Rindoff/Charriau/Getty Images)

Rhys-Meyers se dio a conocer a finales de los 90 gracias a Velvet Goldmine, en la que interpretaba a Brian Slade, una estrella del glam rock inspirada en David Bowie. El film de Todd Haynes impulsó su carrera, llevándole a participar a lo largo de la década siguiente en cintas como Quiero ser como Beckham, La feria de las vanidades, Alejandro Magno, Misión Imposible 3, y la que le daría el empujón definitivo, Match Point, una de las películas más aclamadas de Woody Allen, en la que compartía cartel con Scarlett Johansson. Además, para coronar su momento más dulce, en 2006 ganó el Globo de Oro a Mejor Actor por interpretar a Elvis Presley en la miniserie Elvis.

Pero sin duda fue la serie Los Tudor, donde interpretaba al rey Enrique VIII, la que lo convirtió en un rostro conocido para el gran público y lo consagró como galán deseado y actor admirado entre los amantes de las series. Su aplaudida interpretación como el mujeriego monarca británico estaba llena de carisma, sensualidad y perversidad, convirtiendo su novedosa y arriesgada versión del rey -que ha aparecido alrededor de cuarenta veces en el cine- en una de las más icónicas de la pantalla.

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Desde que saltó a la fama, los rumores sobre sus adicciones han sido frecuentes, así como su intentos por luchar contra el problema que estaba boicoteando su vida personal y profesional. El actor llegó a ingresar hasta seis veces en centros de rehabilitación, recayendo una y otra vez. También protagonizó numerosos altercados con la ley.

En 2009 fue arrestado en París por asaltar ebrio a un empleado del aeropuerto Charles de Gaulle, siendo condenado a pagar una multa por intoxicación pública, y en 2010 protagonizó otro escándalo en un aeropuerto, en este caso el JFK de Nueva York, acaparando titulares tras agredir verbalmente al personal del vuelo que le negó acceso al avión después de emborracharse en la sala de espera VIP y ponerse violento. Como resultado, el actor fue vetado de por vida por la aerolínea.

Pese a que trató de desintoxicarse en varias ocasiones, en 2011, Rhys-Meyers tuvo que ser trasladado de urgencia al hospital por un posible intento de suicido. Pero a pesar de tocar fondo más de una vez, el actor siempre quitó peso al asunto. De hecho, en una entrevista hace unos años llegó a decir “no sufro de alcoholismo, sufro de alergia al alcohol cada vez que bebo. Pero una vez paro, no vuelvo a pensar en él (Great! TV), añadiendo que “alguien que recae tiene un problema con la bebida, no con el alcoholismo. Eso no significa que el problema sea menor, solo que yo tengo una versión diferente. Cuando bebo, las consecuencias son tan devastadoras, que eso es un problema. Pero nunca necesito una copa. No es algo que desee”.

Aunque ha llegado a decir que lleva una vida muy aburrida y alejada de la imagen de estrella salvaje y rebelde que tiene, la realidad que se percibe desde fuera es muy distinta. El alcohol ha estado muy presente en su vida pública y privada, sobre todo desde la muerte de su madre, que falleció a los 50 tras una larga lucha también contra el alcoholismo. Desde entonces, Meyers ha recaído repetidamente en una adicción que no llega a superar del todo y que le ha llevado a vivir sus peores momentos de forma muy pública, con los aeropuertos como escenario habitual de sus incidentes.

Lo peor vino entre 2015 y 2018. En 2015 se hicieron públicas unas imágenes del actor que dieron la vuelta al mundo por su lamentable estado. En las fotos se le veía desorientado y desmejorado físicamente, con la camiseta manchada y bebiendo directamente de una botella de vodka. En 2016 se casó con la actriz Mara Lane y, aunque gracias a su apoyo pareció durante un tiempo que se estaba centrando en su trabajo, no tardó en protagonizar nuevos altercados. En 2017 la historia se repetía y volvía a ser detenido en el aeropuerto de Dublín, donde se le impidió el acceso al vuelo por su estado de embriaguez. Su mujer salió en su defensa argumentando que el actor había recaído porque acababa de perder al hijo que esperaban.

Un año después, Meyers y Lane se metían en problemas con las autoridades en el aeropuerto LAX de Los Ángeles, donde según el portal TMZ, los pillaron fumando un cigarrillo electrónico en el cuarto de baño durante un vuelo de Miami a Los Ángeles. Además, el actor fue acusado de insultar obscenamente a su mujer para horror de los pasajeros, según los cuales no dejaba de pedir una copa detrás de otra, y de montar una escena para embarcar antes que las personas con necesidades especiales. Meyers fue detenido al llegar a Los Ángeles. Poco después, el actor dio su versión y alegó que el motivo de la pelea fue que había pedido una copa durante el vuelo, cuando llevaba sobrio bastante tiempo. “Hablé con la policía cuando llegamos, fueron increíblemente amables y comprensivos. Me disculpé por mi comportamiento y esa es toda la historia”, explicó en una entrevista con Larry King.

Pero no, esa no es toda la historia. De hecho, el último incidente que protagonizó tuvo lugar no hace mucho, en noviembre de 2020, cuando el actor supuestamente provocó un accidente de tráfico en Malibú (California) tras haber estado bebiendo durante horas. Según TMZ, no hubo consecuencias graves, ya que Rhys-Meyers conducía solo y no hubo otro vehículo implicado en el siniestro, pero el actor superó por mucho la tasa de alcoholemia y fue arrestado por conducir ebrio, añadiendo así un nuevo capítulo negro en su largo historial.

Pero afortunadamente, no todo ha sido oscuridad en su vida, ya que en su famila ha encontrado el apoyo necesario para no rendirse. En diciembre de 2016, Rhys-Meyers y su mujer tuvieron a su primer hijo, Wolf Rhys-Meyers. El actor ha asegurado que su hijo le ha dado un motivo para sonreír y seguir luchando. “Soy mucho más feliz de lo que nunca he sido”, le dijo hace un par de años al periódico Irish Independent, “Cuando tienes tu primer hijo, te conviertes en el pasado. Todos estamos ocupados avanzando hacia delante. Un niño te da una nueva perspectiva en la vida.

Desde esas declaraciones, el actor ha vuelto a recaer, como ya hemos visto, pero parece dispuesto a seguir luchando por recuperar el rumbo de su vida y su carrera después de tirarlo todo por la borda en un momento de edad y fama que probablemente lo hubiera disparado hacia lo más alto. Sin embargo, teniendo en cuenta lo cerca que estuvo de consagrarse como estrella de moda con Match Point y Los Tudor, trabajando a la par de pesos pesados como Tom Cruise y Oliver Stone al mismo tiempo que la espiral mediática comenzaba a pasarle factura, resulta inevitable preguntarse que hubiera sido de su carrera sin el acecho de sus problemas personales. En la última década se ha mantenido en el candelero a base de personajes secundarios y proyectos sin gran repercusión. Ahora, con 44 años, quiere volver a tomar las riendas y de momento tiene al menos ocho películas en desarrollo para los próximos dos años, así que todo apunta a que ha decidido volcarse plenamente en su trabajo, reorientando su carrera sobre todo hacia el cine de acción.

Los casos de Tom Hardy o Robert Downey Jr., que tras una vida de excesos, adicción y problemas con la ley, se reformaron y ahora son dos de los actores más exitosos y taquilleros de Hollywood, nos recuerdan que es posible salir de esa espiral, por muy difícil que sea. El futuro nos dirá si Jonathan Rhys-Meyers conseguirá seguir sus pasos y recuperar el tiempo perdido.

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Fuentes: TMZ, Meaww, Great TV, El País, Irish Independent, The Guardian, El Mundo