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"Me lanzaron a los lobos": el calvario de una joven indígena que sufrió un ataque sangriento

BILLINGS, Montana — Desde el momento en que Silver Little Eagle decidió postularse al Consejo Tribal Cheyenne del Norte, la gente la desestimó por considerarla demasiado joven, demasiado verde. Sin embargo, ella estaba decidida. Tras atraer a los votantes con café, donas y promesas de llevar una nueva energía a los asuntos tribales, Little Eagle ganó como candidata no registrada y se convirtió en la consejera más joven de la tribu con 23 años de edad.

Silver Little Eagle, la mujer más joven elegida para el Consejo Tribal de Cheyenne del Norte, en una casa segura cerca de Billings, Montana, el 11 de junio de 2021. Después de sufrir un asalto y robo en mayo, ya no se siente segura en la reserva. (Tailyr Irvine/The New York Times)
Silver Little Eagle, la mujer más joven elegida para el Consejo Tribal de Cheyenne del Norte, en una casa segura cerca de Billings, Montana, el 11 de junio de 2021. Después de sufrir un asalto y robo en mayo, ya no se siente segura en la reserva. (Tailyr Irvine/The New York Times)

Luego, el mes pasado, otras dos mujeres golpearon y asaltaron a Little Eagle dentro de la habitación de un hotel de Billings. La noticia del ataque a una joven lideresa nativa estadounidense viajó con rapidez y tuvo un impacto más allá de Montana. No obstante, fue tan solo el inicio de las penurias de Little Eagle.

En el mes que ha pasado desde el asalto del 16 de mayo, Little Eagle declaró que la habían intimidado, acosado y fallado los mismos sistemas tribales que había prometido cambiar en su campaña. Para algunas personas, su historia se volvió un ejemplo de la vergüenza y la indiferencia con la que se enfrentan las mujeres indígenas al ser víctimas de la violencia, incluso de sus propias comunidades.

“Me lanzaron a los lobos”, comentó Little Eagle, sentada dentro de una casa de seguridad donde se ha hospedado con parientes. El humo de cedro de un rezo familiar viajaba a través de la sala de estar.

Una mañana reciente, cuando Little Eagle habló sobre el asalto, todavía tenía el ojo izquierdo ensangrentado e hinchado. Acababan de quitarle las vendas de la nariz rota. El brazo derecho era un mapa de moretones que se desvanecía.

Las heridas más profundas eran más difíciles de ver.

Little Eagle y su familia señalaron que las agencias tribales y las fuerzas del orden habían tardado en tomar en serio el ataque que había sufrido. Un juez tribal desestimó sus esfuerzos para obtener una orden de restricción permanente. La gente de los grupos locales de redes sociales la han calumniado durante semanas. Little Eagle mencionó que ya no se sentía segura en la reserva. No sabe cuándo regresará al consejo tribal.

“Me hace cuestionarme quién soy”, admitió.

Más del 80 por ciento de los indígenas estadounidenses y nativos alaskeños son víctimas de violencia, según el Departamento de Justicia, una larga crisis que, para los activistas, está empeorando debido a las respuestas inconsistentes y descuidadas de las fuerzas del orden. En algunas reservas, las mujeres indígenas son diez veces más propensas a ser asesinadas que el promedio nacional, de acuerdo con el Centro de Recursos Jurídicos para los Pueblos Indígenas.

Bajo la presión de los activistas y las familias de las víctimas, los líderes en Washington, así como los gobiernos tribales y estatales, han aprobado leyes y creado comisiones especiales para abordar la violencia y mejorar la coordinación entre las agencias de seguridad. Sin embargo, para los activistas, en realidad pocas cosas han cambiado in situ cuando se ha tratado de enjuiciar a quienes cometen violencia o de resolver las necesidades de las víctimas y sus familias.

La violencia es tan generalizada que incluso les pasa a nuestros líderes tribales electos y no hay ningún recurso”, comentó Desi Small-Rodriguez, demógrafa y socióloga de la Universidad de California, campus Los Ángeles, y ciudadana cheyenne del norte. “En Montana, las mujeres indígenas no están seguras. Ni siquiera estamos a salvo entre nuestra propia gente”.

Silver Little Eagle, la mujer más joven elegida para el Consejo Tribal de Cheyenne del Norte, en una casa segura cerca de Billings, Montana, el 11 de junio de 2021. Después de sufrir un asalto y robo en mayo, ya no se siente segura en la reserva. (Tailyr Irvine/The New York Times)
Silver Little Eagle, la mujer más joven elegida para el Consejo Tribal de Cheyenne del Norte, en una casa segura cerca de Billings, Montana, el 11 de junio de 2021. Después de sufrir un asalto y robo en mayo, ya no se siente segura en la reserva. (Tailyr Irvine/The New York Times)

La historia de Little Eagle comenzó lejos de la pequeña casa de seguridad desde donde ahora va y viene entre visitas al doctor y sesiones de terapia. Little Eagle creció entre los céspedes enrollados y las colinas rocosas en el diminuto pueblo reserva de Lame Deer, con una población de 2,000 personas.

Little Eagle obtuvo una beca para ir a Dartmouth College, pero se sintió fuera de lugar, en el fondo de una jerarquía de clase y dinero. Dejó la universidad después de un año.

A finales del año pasado, cuando la COVID-19 avanzó con rapidez por la reserva, se sumó a los esfuerzos para proteger a los adultos mayores al llevar comidas con rebanadas de jamón y camote por los caminos de terracería a las casas de la gente. Ahuyentaba a los ancianos a sus casas si los veía paseando en sus autos. Sin embargo, varios murieron a causa del virus, entre ellos el abuelo de Little Eagle.

El caso de Little Eagle estuvo lejos de ser la primera vez que las víctimas indígenas se han sentido bloqueadas por el sistema judicial de Montana.

En las muertes de Kaysera Stops Pretty Places de 18 años, cuyo cuerpo fue encontrado en un patio en Hardin, o de Henny Scott de 14 años, quien fue hallada muerta en la Reserva cheyenne del norte 20 días después de que las autoridades aseguraron que había huido de una casa en Lame Deer y muerto de hipotermia en 2008, los familiares pasaron años pidiéndoles respuestas y atención a las autoridades. Nadie ha sido acusado de sus muertes.

Al mismo tiempo, la historia de Little Eagle ha provocado conversaciones dolorosas sobre la violencia dentro de las comunidades indígenas y el precio de alzar la voz. Little Eagle comentó que sus atacantes eran otras dos mujeres nativas; aseguró que conoció a una en el voleibol intramuros.

En la noche del ataque, habían salido juntas en Billings y terminaron en la habitación de Little Eagle en el Double-Tree, de acuerdo con Little Eagle y su familia. Lo último que recordó Little Eagle fue una patada en la cabeza.

Cuando despertó la mañana siguiente, ya no tenía su dinero, identificación ni teléfono, y le habían robado el auto, según Little Eagle y la policía de Billings. Cuando entró tambaleándose al baño para lavarse la sangre, Little Eagle relató que apenas pudo reconocer su rostro hinchado en el espejo.

La policía de Billings señaló que el ataque en contra de Little Eagle no fue al azar o por motivos raciales y que buscaba entrevistar a dos mujeres, de 25 y 27 años, a quienes describieron como “personas de interés”. Nadie ha sido arrestado.

Little Eagle y su familia mencionaron que el ataque los había obligado a realizar una frustrante cruzada en busca de justicia.

Cuando la familia llamó a la agencia tribal que ayuda a las víctimas de violencia, les dijeron que el escaso personal estaba demasiado ocupado trabajando en los presupuestos y un nuevo sistema de cómputo como para ayudar de inmediato. El consejo tribal no ha realizado ningún comunicado público sobre el ataque.

Little Eagle fue capaz de obtener una orden temporal que la protegiera en contra de las dos mujeres que señaló como sus atacantes, pero esta expiró después de que un juez tribal no la dejó asistir de manera remota a una audiencia en el tribunal. Su familia declaró que ir en auto al tribunal de Lame Deer habría sido demasiado peligroso y traumático. Mencionaron que deben empezar de cero y llenar los papeles para obtener una orden de restricción en los tribunales del condado de Yellowstone, fuera de la reserva.

El presidente, los jueces y los líderes del consejo de la Nación Cheyenne del norte no respondieron a varios mensajes para ofrecer comentarios.

Las oficinas centrales de la tribu cheyene del norte en Lame Deer, Montana, el 11 de junio de 2021. (Tailyr Irvine/The New York Times)
Las oficinas centrales de la tribu cheyene del norte en Lame Deer, Montana, el 11 de junio de 2021. (Tailyr Irvine/The New York Times)

Mientras Little Eagle buscaba justicia, su caso se volvió material de chismes y especulaciones voraces en redes sociales.

Grupos locales de Facebook se han vuelto plazas públicas sin restricciones en muchas comunidades rurales donde están cerrando las fuentes locales de noticias. Un periódico combativo que había servido a la comunidad, A Cheyenne Voice, cerró en 2016. Para llenar el vacío, aparecieron grupos como Cheyenne Truth (Verdad cheyenne), un grupo de Facebook cuyos 6,400 miembros superaban la población en la reserva.

La gente del grupo intercambiaba rumores y falsedades sobre el ataque. Algunos minimizaron las heridas de Little Eagle. Otros especularon que Little Eagle había tenido una aventura con el marido de una de sus atacantes y que el ataque había sido un modo de venganza.

Una persona escribió: “¡Silver debe hacerse responsable, eso debe pasar!”. Otra dijo: “Silver Little Eagle, ¡debes renunciar!”.

Little Eagle mencionó que no hubo ninguna aventura, pero agregó que el cuestionamiento era irrelevante. La vergüenza y disección rampante de su vida personal nunca habría tenido lugar si Little Eagle hubiera sido hombre, sentenció. El chisme en línea se volvió un segundo ataque.

“Me quitaron mi sanación”, comentó. “Me habría gustado saber qué los lastimaba como para que quisieran lastimarme”.

Facebook eliminó el grupo de Cheyenne Truth por violar sus políticas en contra de la intimidación y el acoso después de ser contactado para comentar para este artículo.

Otras personas dentro y fuera de la tribu se juntaron para ayudar a Little Eagle. Su familia creó una página de recaudación de fondos que muy pronto alcanzó 25.000 dólares para cubrir los gastos médicos y legales. Miembros de la Nación Oglala Lakota manejaron desde Pine Ridge, Dakota del Sur, para entregar una colcha roja adornada con su bandera tribal. Ha habido un flujo de apoyo en redes sociales para oponerse a las críticas.

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This article originally appeared in The New York Times.

© 2021 The New York Times Company