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Juan Ingaramo, cada vez más cerca del cuarteto: “Prefiero a un hater que a un indiferente”

El cordobés sigue explorando ritmos y ahora coquetea con el cuarteto, pero sin fernet
Gentileza Cynar

Juan Ingaramo tiene chapas y traje colorido. Lejos de su espíritu más indie, el músico se anima a explorar en sus orígenes y meterse en el pysique du role de un auténtico cuartetero. El cordobés adelanta parte de su cuarto trabajo discográfico, que verá la luz el próximo mayo con “El fenómeno del mambo”, el segundo adelanto del disco (ya presentó “No necesito”).

Entre Córdoba y Buenos Aires, el indie y el trap, entre El Potro Rodrigo y la Mona Giménez, cambiando el fernet por otro aperitivo, Ingaramo se define como un explorador, como alguien que está buscando su esencia y en el camino coquetea con diferentes propuestas. En ese tránsito decidió romper las barreras y buscar su propia voz en este género que poco tiene que ver con lo que había hecho hasta ahora. “Siento que la música me da la posibilidad de hacer lo que quiera y lo aprovecho. Es más curiosidad, es ver dónde encuentro la adrenalina, la emoción, el riesgo. Es una búsqueda eterna, te da la posibilidad de seguir explorando para poder encontrar”, dice el hijo de músicos que encontró su propio lugar.

Juan viene de un 2020 distinto, más allá de la pandemia que puso al mundo en pausa. Para él fue un año de mucho amor: en septiembre de 2019 nació su primera hija, Lila, y él empezó a sentir esa necesidad de estar más en casa. “Cuidado con lo que deseas”, bromea en una conversación telefónica con LA NACION. Su deseo se hizo realidad y después de viajar a Estados Unidos cuando Lila tenía 2 meses, a los Latin Grammy –estaba nominado a mejor nuevo artista-, no viajó más. Y se quedó junto a su novia, Violeta Urtizberea, en su casa disfrutando de “esos cachetes” y de la paternidad, una vivencia que lo alejó del ego. “Para mí Lila lo tiñó todo de amor”, cuenta el músico que elige sacarse la bandera de “indie” y desconfiar de la perdurabilidad del trap.

-El personaje del “Fenómeno del mambo” es más El Potro que La Mona o viceversa?

-Tiene más de El Potro que de La Mona, pero tiene bastante de La Mona, eso que lo esperan afuera cuando sale. Es como una refe tácita. Por ser cordobés, de algún modo cuartetero, lo hago con gusto, es como un personaje de fantasía. Ahora no entiendo cuánto es real y cuánto es ficción. Siento que de algún modo me pone en riesgo y eso es lo que me gusta. En algún punto soy un poco adicto a eso, a ponerme en riesgo.

-Volvés al cuarteto pero esta vez de lleno, no como la versión de “Fuego y pasión”... Te estás metiendo en algo más popular y al mismo tiempo hay ciertos guiños...

-Es como hacerlo propio, esa es mi principal consigna en cada exploración, que sea verdadero. La otra vez escuchaba a John Mayer y el tipo hablaba de composición y decía que tenés que ser creíble. Este tema en si es creíble, puede ser porque soy cordobés, porque me encanta el cuarteto, el merengue, producirlo... En realidad, lo que pasa es que en Córdoba hubo una inmigración dominicana, centroamericana. Se mezclaron los ritmos el tunga tunga, que era más hijo del pasodoble y la polka, y esa cosa más europea con las percusiones del merengue, mambo y entonces se armó una mezcla que es con la que nosotros los cordobeses crecimos en los 90. Nos mamamos de Jean Carlos, Alkalá, Banda XXI, La Barra. La influencia centroamericana tiñó todo el cuarteto, era el que más me gustaba a mí y dije, ‘bueno, vamos por ahí'. Fue como orgánico, me da una cosquillita. Vamos a ver qué pasa.

Juan Ingaramo durante el rodaje del video de "El fenómeno del mambo" donde retoma sus raíces cuarteteras y se convierte en un auténtico potro cordobés
Gentileza Cynar


Juan Ingaramo durante el rodaje del video de "El fenómeno del mambo" donde retoma sus raíces cuarteteras y se convierte en un auténtico potro cordobés (Gentileza Cynar/)

-¿Cómo surgió el tema?

-El tema lo escribí en Nueva York en julio de 2019, con un artista boricua que se llama Sie7e, que hizo un hit muy conocido que se llama “Yo tengo tu amor”. Nos cruzamos en el marco de una conferencia, yo había ido a tocar al Cosquín Rock, nos tiramos buena onda, me dice de juntarnos. Nos juntamos ahí, suena re carteludo [agrandado], pero fue así. Bendiciones que teníamos antes de poder viajar y que ahora parecen fantasía. Fue el gen, después vine y lo trabajé mucho con Nico Cotton [productor]. Lo empezamos a plantar en el estudio y lo mandamos a Miami para los arreglos de vientos, percusionistas colombianas, le metimos unos aires de verdad para salir un poco de lo inbox, de la compu, y nos empezamos a sorprender con lo que se iba armando. Es tremendo cómo crece desde la desnudez de la composición hasta la producción full, a tal punto que lo sentimos verdadero y divertido. Últimamente me cuesta la solemnidad, o le escapo un poco.

-¿Te da miedo lo que puedan decir los cuarteteros?

-Es como que uno se va emancipando de miedos y prejuicios propios, se va a empoderando con el tiempo, con el devenir de la carrera y entonces ya está: hacés lo que se te canta, en el buen sentido, o lo que te hace sentir bien, lo que te gusta y es música y no le hace mal a nadie. Aunque a veces para cierta gente es mortal. Pero no pienso en eso porque si pensara en eso estaría más jugado, tendría más restricciones, las críticas de la gente. A veces me satisface más generar algo, sea hate or love, pero que sea algo, mis propuestas de alguna manera van hacia ahí siempre.

-Hay algo de la respuesta inmediata que hace que haya música de acuerdo al algoritmo, digamos...

-Hay como mucho mandato del público que antes no existía, hay poco riesgo porque tengo que lucir como lucen todos, mostrar lo mismo, decir lo mismo, entrar dentro de los cánones, funciona, no hay riesgo y nadie hatea. A mí me atrae todo lo contrario, prefiero a un hater que a un indiferente.

-Hace un tiempo que dejaste, de alguna manera, de ser un referente indie, ¿fue una decisión consciente?

-Yo no me embandero más en el indie, siento que me saqué una mochila. Después si lo soy o no, no hay problema con eso. No me siento indie.

-Pareciera como si el trap se hubiera comido al indie, ¿cómo ves la escena?

-Yo creo que lo vamos a poder ver en perspectiva. En principio siento que el indie conservó su público y a lo mejor son carreras que puedan conservarlo por mucho tiempo. Con el tiempo lo sabré, pero tiendo a pensar que al trap le va a costar eso, de fidelizar al público por carrera, no sé, una carrera de 30 años. Es un público muy joven… aunque yo soy trapero, escucho del lado fan. Hice algo pero más a mi manera y sumando a algún artista que aporte desde su lugar.

¿Hacia dónde te gustaría ir ahora?

-Creo que es una cuestión de actitud, como dice el rosarino, esto del indie del mainstream. Yo no me siento más indie porque el indie es un nicho que requiere ciertos capitales culturales, sociales, o musicales que no son para todos. Con el tiempo y la vida misma entendí que quiero hacer música que le pueda llegar a cualquier persona, sea del barrio que sea, tenga la edad que tenga, porque encontré mayor satisfacción. Creo que es más democrático, porque ya lo hice, lo del nicho de música para gente que entienda tal cosa o pertenezca a tal. Ahora tengo público muy diferente, de rango de edades muy diferentes. Me ceba mucho ir por ahí, democratizar la propuesta. Me copa definirme como un explorador, creo que no tiene nada de malo.

Juan Ingaramo es el "rey" del mambo
Gentileza Cynar


Juan Ingaramo es el "rey" del mambo (Gentileza Cynar/)

-Y hablando de exploración, ¿qué más va a tener el cuarto disco?

- Se acaba de terminar de cocinar, lo estamos sacando de a pedacitos para llegar óptimos para el lanzamiento que va a ser en mayo. Tiene un espíritu diferente a los anteriores, esa es la clave, está teñido por toda esa gira de composición que hice, tiene canciones hechas en Estados Unidos, México, Colombia, Buenos Aires, tiene un espíritu latinoamericano y eso es diferente al anterior. Las canciones cobran vida propia, una vez que salen son del cosmos: pueden significar múltiples cosas, eso es lo lindo. Siento que son seres vivos porque pueden generar en cada persona un sentimiento diferente.

“Lila tiñó todo de amor”

Violeta Urtizberea y su pareja Juan Ingaramo en las cercanías del Teatro Picadero
Gerardo Viercovich


Juan Ingaramo está en pareja hace seis años con Violeta Urtizberea, con quien tuvo a Lila (Gerardo Viercovich/)

Hoy, después de mucho tiempo adentro para cuidar a sus suegros y a Lila del coronavirus, el cordobés de a poco está empezando a salir. Con la actriz, que también vivió un año puertas adentro porque el arte fue una de las áreas más afectadas por las medidas sanitarias, se turnan y hacen postas con el cuidado de Lila. Pero para él estar afuera ya no tiene esa emoción. “Cuando nació no podía parar de llorar y temblar”, cuenta. Y confiesa que su mejor plan es estar en casa con ellas. “Nos organizamos las agendas para estar lo más que se puede, también porque te deja de importar el mundo exterior. Me ha pasado de estar con amigos y querer volver a casa. Es algo nuevo”.

-¿Cómo influyó la llega de Lila en tus composiciones?

-Todos los temas que hice después de Lila, no te digo que son para ella pero están atravesados. Hay un tema del disco que sí es post Lila que probablemente sea el próximo sencillo antes de sacar el álbum. De hecho hay ahí una sorpresita. Siento que cuando sos padre todo pasa por ahí. Tu vida está totalmente atravesada, entonces cualquier cosa que salga de vos, sobre todo en procesos creativos y lo que tiene que ver con los sentimientos, está teñido de ella y lo festejo.

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-¿La paternidad fue un viaje lindo, entonces?

-Es lindo y complicado. La pandemia me ayudó a entender y ahora lo voy a viviendo día a día. El tema de vivir con tu hijo, verlo, tocarlo… es un flash. Respeto todas la mapaternidades pero a mí, en lo personal, me tiñó de amor todo. Es increíble el amor que me genera esa gorda. Me tocó el primer año de Lila y fue como una burbuja de fantasía, de amor, de no tener que viajar como me tocó al principio. Cuando nace Lila a los dos meses tuve que viajar a Las Vegas por los Latin Grammy, a México por una gira. Entonces me asusté: “¡Apa! esto no me gusta”, no disfrutaba la gira, no estaba en casa, extrañaba. Fue un regalo de la vida, no sé cuántos padres van a poder pasar este tiempo con un hijo, veníamos de una vorágine, siento que parar me vino bien.

-Aunque para muchos el tiempo en casa terminó en separaciones...

- Sale la posta. Con Violeta, mi novia, la paternidad nos unió de un modo nuevo y diferente al que veníamos. Lo disfrutamos mucho. Yo creo que si hay amor es un gran momento, debe ser bravo cuando uno lo vive en otras circunstancias. Nosotros, obviamente desde el privilegio, de haber podido transitar la pandemia sin trabajo, pero con ahorros.

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-¿Qué fue lo peor de la cuarentena?

-Una de las cosas más bravas fue estar lejos de mis viejos. Un año de vida es un montón, nunca había pasado tanto tiempo sin verlos. Vinieron en noviembre. Lila es la primera nieta, es lo único que les importa. Siento que tiñó de amor todo el vínculo, pero nada más lindo que quieran a tu hijo, a mí me encanta.