La verdad detrás del mito de las 3.000 mujeres con las que ha estado Julio Iglesias
Conquistador como pocos y un seductor desde el día en el que nació, Julio Iglesias acaba de cumplir 78 años y lo hace desde la serenidad y la tranquilidad de su vida en su isla privada de Bahamas junto a su segunda mujer, Miranda Rijnsburger, con la que lleva más de tres décadas de amor. Dice la leyenda, que el artista de fama mundial podría haber estado con más de 3.000 mujeres y él en alguna ocasión ha bromeando asegurando que no pasaría del millar, pero lo cierto es que el intérprete de De Niña a Mujer ha vivido también grandes historias de amor que le han marcado a lo largo de su existencia.
La mujer de su vida
Corría el año 1970 y Julio Iglesias comenzaba a despuntar en el mundo de la música. En ese momento acaba de ganar el Festival de la Canción de Barcelona con Gwendolyne y se presentó a Eurovisión, que ese año se celebró en Amsterdam. Quedó cuarto y pese a no ganar, su éxito ya corría por medio mundo y su tema ocupaba el número uno tanto en España como en América Latina. Además, hizo una gira de más de 40 conciertos por 41 ciudades diferentes y llegó a ser la estrella que inauguró Puerto Banús, en Marbella, localidad que luego sería su hogar y donde aún hoy sigue veraneando, en un evento en el que estaba presente la princesa Grace de Mónaco.
Ese fue sin duda uno de los años más importantes para Julio tanto en lo profesional como en lo personal. Una noche, en una fiesta en la que se rendía homenaje a la bailarina Manuela Vargas, vio a la que sería, según palabras de sus más cercanos colaboradores, el amor de su vida (una frase que, según el que fuera su representante durante años, Alfredo Fraile, él había dicho en más de una ocasión). Allí estaba Isabel Preysler, una joven y bella filipina de familia bien que había llegado a Madrid poco tiempo antes desde su país natal y que rápidamente se había hecho un hueco en la alta sociedad de la época. Pidió al anfitrión de la fiesta que les presentara pero no se dio en un primer momento. Volvieron a encontrarse poco después en otra fiesta en Madrid en la que estaban Paco de Lucía o Raphael y a la que Iglesias no tenía pensado asistir. Pero lo hizo.
El sintió un flechazo inmediato pero ella se hizo de rogar un tiempo. Le pidó el teléfono y aunque se lo dio, le advirtió de que se marchaba una temporada a Filipinas. Pero Julio ya estaba rendido a los pies del encanto de Isabel y tres días más tarde le declaró su amor. No tardaron en casarse. Lo hicieron el 29 de enero de 1971 en Illescas, Toledo, en un boda íntima y casi secreta. Se fueron de luna de miel a Gran Canaria y en septiembre de ese mismo año, en Estoril (Portugal), venía al mundo su primera hija, Chábeli. Su matrimonio y su amor duró siete años y tuvieron dos hijos más: Julio José y Enrique.
El corazón roto
Pero los continuos viajes de él, que arrasaba en medio mundo con sus canciones, y su fama de latin lover, terminaron con un amor inmenso y provocaron que Isabel pidiera la separación. Ella comenzó a tener una intensa vida social, ayudada además por su íntima amiga Carmen Martínez Bordiu y aunque intentaron arreglar su relación y él pidió a Isabel que se marchara con sus hijos a vivir con él a Miami, el 21 de julio de 1978 se anunciaba de manera oficial su separación matrimonial. Cuentan que Julio sufrió mucho al ver que perdía a la mujer de su vida e incluso le escribió una canción, Hey, un pequeño dardito envenenado a la madre de sus tres hijos mayores.
Dos relaciones largas y muchos amores fugaces
Tras su separación de la reina de corazones, Julio vivió unos años en los que se le relacionó con un buen número de mujeres, como la estadounidense Mary Matthews. Pero fue con la modelo venezolana Virginia Slip, conocida como La Flaca, con la que mantuvo su primer romance duradero tras el divorcio. Con ella estuvo nada menos que cinco años y ella vivía junto al artista en su mansión de Indian Creek, aunque pasaba largas temporadas solas por las giras del cantante. Pero su amor también se rompió tal vez por esa distancia física que se fue haciendo más y más grande entre ellos.
Ya conocido en medio mundo, Julio protagonizó numerosas portadas en los años siguientes por sus amores fugaces como con Jehan Sadat, hija del presidente de Egipto Anwar El Sadat, con la actriz Sydney Rome o con la bella costarricense Giannina Facio, que más adelante se casaría con el director de cine Ridley Scott. Pero ninguna logró robar el corazón del cantante.
Sí lo hizo una jovencísima y bellísima joven de apenas 18 años, Vaitiare Hirson. Nacida en Haití, Vaitiare comenzó a salir con Julio en 1982 cuando él estaba a punto de cumplir los 40. Estuvieron juntos casi cinco años y fueron unos cuantos los reportajes que protagonizaron, siendo una de las parejas más atractivas del momento. Tras romper con ella, fue muy comentado fue su affair con Priscilla Presley, viuda de Elvis Presley, en 1981. La pareja protagonizó la portada de la revista Garbo y hasta se habló de una posible boda entre ellos, algo que nunca llegó. Tras este amor fugaz, en 1986 se le relacionó con la modelo holandesa Yolanda van den Herik, que tenía 22 años. Esta modelo luego adoptó el apellido de su marido y se convirtió en Yolanda Hadid, muy conocida hoy en día porque es la madre de las top models Bella y Gigi Hadid y de Anwar Hadid, pareja de la cantante Dua Lipa.
Otra de las leyendas que siempre han estado en la vida amorosa de Julio Iglesias es que, según La Razón, el artista regalaba a todas sus parejas un reloj Cartier justo en el momento de romper con ellas. Se trataba del modelo Tank, cuyo precio en aquellos años era de 300 dólares. Una vez que la dama se despedía para no volver más Julio se lo entregaba en su correspondiente estuche. Explicaba que lo había llevado en su muñeca hasta ese momento y, para que siempre recordara el tiempo que habían pasado juntos, se lo regalaba", explican en este medio.
El gran amor de su madurez
El intérprete de Soy un truhán, soy un señor volvería a encontrar el amor en 1990 cuando ya tenía 47 años y lo suyo con Miranda Rijnsburger sería todo un flechazo. Se conocieron en el aeropuerto de Yakarta una mañana de diciembre mientras ella, que era modelo desde hacía unos meses, estaba allí trabajando. La holandesa estaba de vacaciones en la isla de Santa Lucía, en el Caribe, para desconectar tras la pérdida de su padre, cuando un fotógrafo de Canadá la convenció para que posara para una firma de baño. Tenía 24 años y fue ahí como empezó a trabajar como maniquí. Estando en el aeropuerto de Yakarta, vio un alboroto y se dio cuenta de que era Julio Iglesias rodeado de fans locas por conseguir una mirada o un autógrafo de él. "Lo vi rodeado de mujeres y pensé que alguna de ellas era su esposa. Se acercó y me propuso que fuese a verlo cantar esa noche. Me lo pensé y finalmente accedí", explicó años después ella en ¡Hola!. Tras la actuación, el cantante le propuso que lo acompañara en su gira por Kuala Lumpur, Singapur y Tokio, y volvió a aceptar.
Julio ya estaba rendido a los encantos de esa joven discreta como pocas y cuando Miranda volvió a su país para pasar las navidades, él no dejó de llamarla. "Me invitó al concierto de Año Nuevo que daba en Las Vegas y poco a poco fue surgiendo todo. A mitad de 1991 me instalé en su casa de Indian Creek", revelaba. Tanto la madre de ella como los hijos de Julio aceptaron rápidamente su amor y Miranda se convirtió en la mujer con la que Iglesias ha encontrado la estabilidad. Juntos han formado una familia numerosa con Miguel, Rodrigo, las gemelas Victoria y Cristina y Guillermo, el pequeño de la casa, nacido en 2007. Aunque estuvieron casi dos décadas conviviendo sin casarse (dicen que ella era la que se negaba a hacerlo porque no veía ninguna necesidad), en 2010 pasaron por el altar en una ceremonia íntima y secreta en la capilla de su finca marbellí y a la que solo asistieron sus cinco vástagos.
Según han explicado ellos mismos, su amor funciona porque ambos se respetan, se aman y se dan la suficiente libertad para que nada sea un problema entre ellos. Viven a caballo entre su mansión de República Dominicana, donde Julio ha pasado buena parte de la pandemia, la de Indian Creek (en la que viven la mayor parte del tiempo sus hijos) y la isla de Bahamas de la que Julio es dueño y donde se encuentra en estos momentos. La ajetreada vida que llevó Iglesias en sus años de juventud, hoy ha pasado a ser mucho más serena y madura y para él, la compañía de su segundo gran amor, Miranda, lo es todo.