La cara B del Parkinson

Expertos desmontan los mitos existentes alrededor de la enfermedad de Parkinson y afirman que el dolor o la depresión pueden ser los síntomas iniciales de la enfermedad.

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El síndrome de Piernas Inquietas, un trastorno neurológico que causa malestar nocturno en las extremidades inferiores de las personas, puede ser un precursor del Parkinson. (Foto: Getty)

Así lo explica el doctor Gustavo Fernández, de la Unidad de Trastornos del Movimiento y Cirugía de Párkinson del Servicio de Neurología del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela.

“Cada vez conocemos mejor los síntomas que aparecen antes de los mencionados como síntomas clásicos, como son el temblor o la rigidez. Es muy importante la divulgación y dar a conocer la cara B del Párkinson, el dolor o la depresión pueden ser los síntomas iniciales de la enfermedad y saberlo aumentará muchas veces el diagnóstico precoz”, señaló durante una reunión sobre la enfermedad de Párkinson celebrada por Teva Neuroscience en Santiago de Compostela

Y es que aunque el Parkinson es una enfermedad degenerativa neuronal que afecta inicialmente de forma predominante al movimiento, a medio o largo plazo presenta también afectación psiquiátrica, del sueño o de la memoria. Por eso los especialistas aconsejan acudir al neurólogo ante episodios reiterados de insomnio o si tienes patrones irregulares del sueño acompañados de bajones anímicos, apatía o depresión.

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Médicos de la Universidad de Barcelona (UB) han demostrado la relación directa entre la enfermedad de Parkinson y un trastorno de la conducta de la fase de sueño REM que aparece en personas de más de 50 años (Foto: Getty)

En España hay unos 120.000 afectados, la mayoría de ellos de más de 60 años, pero “muchos de los pacientes no tiemblan y tienen una rigidez que tiene un gran impacto en su calidad de vida. Y no es una enfermedad de personas de edad avanzada: entre un 10 y un 20 por ciento de las personas con enfermedad de Parkinson son diagnosticadas antes de los 40 años”, apunta el Dr. Yaroslau Compta, coordinador del grupo catalán de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Catalana de Neurología (GETM-SCN) y de la Unidad de Parkinson del Hospital Clínic de Barcelona.

La enfermedad de Parkinson es la segunda patología neurodegenerativa más frecuente en el mundo, tras la Enfermedad de Alzheimer. Su origen continúa siendo objeto de debate, pese a que ha sido registrada desde hace siglos en la literatura científica.

Hace ahora 200 años, el cirujano británico James Parkinson publicó su famoso monográfico “An essay on the shaking palsy” (un ensayo sobre la parálisis temblorosa). “En este documento se describió por primera vez de manera exhaustiva la enfermedad que, posteriormente, acabaría llevando su nombre”, explica Andrew Lees, profesor de Neurología en el Hospital de Neurología y Neurocirugía del London and University College (Reino Unido).

El baile como terapia. Un grupo de pacientes siguiendo las indicaciones de su instructor durante una clase de baile en the Hubbard Street Dance Center, en Chicago. (AP Photo/Nam Y. Huh)
El baile como terapia. Un grupo de pacientes siguiendo las indicaciones de su instructor durante una clase de baile en the Hubbard Street Dance Center, en Chicago. (AP Photo/Nam Y. Huh)

Un aspecto clave del Parkinson es que se caracteriza por su gran diversidad de síntomas, incluso antes del diagnóstico, que van desde la pérdida de olfato, a la depresión, trastornos del sueño o al estreñimiento.

Por eso es tan importante dar con tratamientos que puedan detener la enfermedad de Parkinson e identificar cuanto antes a los pacientes, incluso a aquellos que tengan un riesgo mayor de contraerla.

“Es importante estar en contacto con asociaciones de pacientes y con Medicina de Familia para ser más efectivos en su diagnóstico, muchos síntomas de la vejez se pueden confundir con los síntomas de la enfermedad de Párkinson y tienen tratamiento”, aclara el Dr. Fernández.

Respecto a la prevención, asegura que en la actualidad la terapia neuroprotectora más eficaz es hacer ejercicio a diario, de moderada intensidad, y tener un peso y un control de otros factores como la diabetes o la hipertensión adecuados.

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