La enfermedad que lleva al infarto empieza a los 15 años de edad

Nos sorprende que alguien joven, sano y atlético como Iker Casillas sufra un infarto antes de los 40; ¿Por qué cada vez hay más casos? ¿Qué lo provoca? ¿Es más fulminante si te da joven y no mayor? Tenemos las respuestas

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El guardameta sufrió un infarto de miocardio este miércoles durante los entrenamientos con su club, el Oporto FC. (Foto: Getty)

Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo, con más de 17 millones de muertes anuales (incluidas las enfermedades cardíacas del corazón y los ictus o infartos cerebrovasculares) y que también lo son en nuestro país, donde estas enfermedades son las responsables de casi el 30 por ciento de las defunciones anuales, por delante de los tumores, del cáncer y las enfermedades respiratorias.

En concreto, destacan las relacionadas con el corazón o con los vasos sanguíneos: la enfermedad coronaria, el infarto agudo de miocardio, la insuficiencia cardíaca, el accidente cerebrovascular (ictus) y la enfermedad vascular periférica.

También según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), las enfermedades isquémicas del corazón (infarto, angina de pecho…) ocuparon el primer puesto en cuanto al número de defunciones.

“Lo más problemático es que el infarto es una enfermedad silenciosa que empieza en enfermedades tempranas, de los 15 a los 20 años”, apunta Valentín Fuster, el prestigioso cardiólogo español

Pero pese a su alta incidencia y mortalidad, el temor a sufrir un infarto es menor con respecto al cáncer o las enfermedades degenerativas, tal y como recoge la encuesta ‘Salud cardiovascular y estilo de vida de la población española’, promovida por AstraZeneca, que revela la escasa percepción de riesgo que tienen los pacientes de su enfermedad. Y eso que una de cada cuatro personas encuestadas ha sufrido un evento cardiovascular directamente o en su entorno familiar.

El problema es que la gran mayoría de las veces el infarto no da la cara hasta unos minutos u horas antes de que el paciente lo sufra, e incluso puede afectar a personas sanas y físicamente atléticas y que no hayan presentado problemas previamente, como le ha sucedido a Iker Casillas, el portero del Oporto.

Tal y como ha contado al diario Marca Antonio López Farré, profesor de la facultad de medicina de la Universidad Complutense de Madrid: es algo que le puede suceder a cualquiera. El colesterol que todos conocemos como ‘malo’ se nos va acumulando en las arterias desde que nacemos y va teniendo una progresión. Lo que pasa es que hay personas que tienen estas placas algo más inestables y se pueden romper con una mayor facilidad, dando pie al infarto o a la angina de pecho”.

Una teoría que comparte uno de los cardiólogos más prestigiosos del mundo, el español Valentín Fuster, director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III de Madrid (CNIC) y director del Instituto Cardiovascular del hospital Mount Sinai de Nueva York (Estados Unidos): “Estamos en una sociedad de consumo que no se cree vulnerable, pero las enfermedades cardiovasculares son silenciosas y los infartos cerebrales y de miocardio vienen de repente”.

El Dr. Fuster asegura que hay 7 factores que son la causa de infarto de miocardio y cerebral:

  • Dos mecánicos, la presión arterial alta y la obesidad.

  • Dos químicos, colesterol elevado y azúcar en sangre.

  • Y tres de conducta, fumas o no, hacer ejercicio o no, y comer mal.

También nos explica que, en realidad, la enfermedad que lleva al infarto empieza a los 15 años de edad, de los 15 a los 20 años, y el colesterol empieza a entrar: por el tabaco, por tener un alto nivel de colesterol, por la hipertensión, por la no realización de ejercicio; “todos estos aspectos, dañan a la arteria por dentro y el colesterol va entrando, incluso el colesterol de niveles normales” añade. Lo que significa que “la enfermedad va evolucionando hasta que llega un momento, a los 40, 50, 60, 70 años, que hay una explosión“.

Es decir que cuando alguien se encuentra bien y de repente tiene un infarto, es importante retroceder y conocer los factores de riesgo de dicho paciente cuando tenía 15 o 20 años, pues seguro que no estaba perfecto. Y es que, de hecho, “en España, actualmente, solamente el 2 por ciento de la población adulta no tiene factores de riesgo“, señala el Dr. Fuster.

Otros expertos como José Manuel Vázquez, jefe de cardiología del Complejo Hospitalario Universitario A Coruña (CHUAC), asocian el infarto a edades muy tempranas con el componente genético o factores de riesgo como problemas con la coagulación, que te predisponen a sufrir un posible infarto. Si una persona de veinte años tiene una muerte súbita por causas cardíacas casi con seguridad es una enfermedad de origen genético o una malformación congénita. Es muy difícil que sea otra cosa. Salvo que tenga una hipercolesterolemia familiar, que es muy excepcional. A los 40 ya sí pueden existir patologías coronarias y una mala genética que te lleven al infarto”, cuenta en La Voz de Galicia.

Qué lo provoca

Por otro lado, una de las principales causas que pueden desencadenar un infarto a una edad tan temprana es la existencia de anomalías coronarias o enfermedades congénitas así como una situación muy extrema de estrés o tener un cuadro depresivo grave.

“Hay una relación, aunque indirecta, entre la depresión y el infarto. Las personas deprimidas pueden tener niveles altos de estrés y esto influye en el riesgo de infarto , apunta Jerónimo Saiz, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid y presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental.

Además, la existencia de una depresión puede influir en un cambio de estilos de vida que favorezcan el sedentarismo, el exceso de peso o el tabaquismo.

Y es que tal y como indica en este informe la Organización Mundial de la Salud (OMS) podemos prevenir la mayor parte de las muertes cardiovasculares mediante la práctica de pequeños cambios en nuestro estilo de vida diario, como seguir una alimentación equilibrada e ingerir bebidas más saludables, realizar más ejercicio físico y dejar el consumo de hábitos nocivos para nuestra salud como son el tabaco o el alcohol.

Estos pequeños cambios pueden hacer una poderosa diferencia en nuestra salud cardiovascular; de hecho, el 80 por ciento de las muertes prematuras por enfermedades cardiovasculares podrían evitarse mediante el control de los cuatro principales factores de riesgo: el consumo de tabaco, dieta poco saludable, la inactividad física y el uso nocivo del alcohol.

Asimismo, el abuso en el consumo de bebidas energizantes es otro desencadenante ya que las altas dosis de cafeína que contienen aumenta la frecuencia cardiaca hasta tal punto que su efecto ‘chute’ podría colapsar el corazón.

¿A qué edad es más peligroso?

El infarto es un problema de salud que generalmente no se asocia a personas jóvenes, en los últimos años se está produciendo un aumento de estos episodios en adultos jóvenes, entre 20 y 30 años de edad. Así lo asegura un estudio llevado a cabo por el investigador Ron Blankstein y sus colegas del Hospital de Mujeres de Brigham, en Boston, tal y como recoge El Español.

Para demostrarlo, analizaron datos de 2.100 pacientes que habían sufrido un infarto y habían sido tratados entre los años 2000 y 2016; uno de cada cinco tenía 40 años o menos, y en los últimos 10 años, la proporción de pacientes con 40 años o menos fue aumentando un 2 por ciento cada año.

Con el agravante de que los infartos en jóvenes son más letales que en personas mayores de 40 o 50 años, ya que con la edad se va desarrollando un mecanismo llamado ‘circulación colateral’, que forma nuevas y pequeñas arterias, las cuales pueden compensar la enfermedad obstructiva del corazón. Pero si se presenta un infarto antes de los 50 años, esas arterias no están desarrolladas y el evento podría ser mucho más severo.

Es decir, que la obstrucción de una arteria coronaria en una persona de edad avanzada, normalmente, ha sido provocada a partir de un proceso muy largo, donde se ha ido acumulando colesterol en la placa aterosclerótica. Sin embargo, el organismo ha sido capaz de estabilizar esta lesión haciéndola fibrosa y dura, lo que permitirá una menor posibilidad de rompimiento.

Cuando la placa posee una capa fibrosa delgada, hay más posibilidades de romperse hacia el interior del vaso y exponer elementos del ateroma a la sangre y eso es precisamente lo que ocurre en los casos de eventos cardiovasculares producidos en jóvenes.

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La mitad de las personas que sufren un infarto por primera vez fallecen, debido al desconocimiento de los síntomas (dolor opresivo e intenso a la altura del pecho, que puede trasladarse al hombro, brazo o región posterior del tórax, sudoración abundante y náuseas), y por no acudir de manera inmediata al médico. (Foto: Getty)

De hecho, los resultados del estudio indicaron que los menores de 40 años eran tan propensos a las complicaciones tras un infarto como aquellos que tenían entre 41 y 50 años; incluso tenían las mismas probabilidades de morir por evento cardíaco. Lo que implicaría que la edad no es un factor protector tras un infarto, como se solía creer hasta ahora: incluso teniendo entre 20 y 30 años, las posibilidades de volver a sufrir otros eventos cardiovasculares serían similares a los individuos de 40 años o más.

No es solo un problema masculino

Especialistas en salud cardiovascular afirman que en edades precoces la cardiopatía isquémica y los infartos de miocardio son más típicos en hombres pero que cada vez estamos asistiendo a un desarrollo más precoz de cardiopatía isquémica en mujeres con edades más jóvenes debido a los cambios en sus estilos de vida, como es su inclusión en el hábito tabáquico y otros factores de riesgo que también están en aumento como el sedentarismo o la obesidad.

Asimismo, este aumento en los casos de infartos en mujeres también se debe a los cambios que sufren durante la menopausia y postmenopausia, que es cuando disminuye el estrógeno, un factor protector.

Lo bueno es que hoy en día se tiene mucha más capacidad de detectar y prever las enfermedades cardiovasculares que los cánceres. Solo un 40 por ciento de los cánceres son evitables, pero en la enfermedad cardiovascular este porcentaje asciende hasta el 90 por ciento.

Ante este dato, los especialistas señalan que aunque también hay condicionantes genéticos que propician la aparición de patologías cardiovasculares, existen mecanismos de intervención eficaces para controlar los factores de riesgo cardiovasculares, tengan o no componente genético, con lo que la capacidad de reacción en las enfermedades cardiovasculares es mucho mayor que en otras patologías.

Y es que buena parte de la prevención de este tipo de enfermedades está en la mano de uno mismo. Por ello es tan importante el control de los factores de riesgo (colesterol, hipertensión, diabetes, obesidad, tabaco, etc.) para poder retrasar al máximo la aparición de la enfermedad cardiovascular y lograr, además de una mayor longevidad, una mayor calidad de vida durante más tiempo.

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