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La historia del científico que mentía en sus estudios sobre comida

Es hora de entonar el mea culpa. No hay nada más jugoso para un periodista que escribe sobre comida que un estudio científico sobre nutrición/alimentación con una conclusión potente tipo “si no comes nada entre las 5 y las 7 de la tarde, tu cuerpo se vuelve escultura”. Y al lado, la firma de un investigador de prestigio, perteneciente a una universidad y con una larga trayectoria en el campo del estudio de lo que comemos. Instantáneamente, medios de comunicación prestigiosos de todo el mundo se hacen eco de ese descubrimiento que queda inscrito en nuestro subconsciente para siempre… “Recuerda, no comas entre 5 y 7”.

Estudios científicos bajo sospecha.
Estudios científicos bajo sospecha.

Pero, ¿y si esos estudios sobre comida estuvieran manipulados? ¿Y si el autor tras ellos fuera únicamente un científico ávido de fama y prestigio capaz de mentir en las conclusiones obtenidas? Les presento a Brian Wansink, un investigador norteamericano de la universidad de Cornell. Puede que el nombre nos les diga mucho, pero seguro que recuerdan conclusiones extraídas a partir de trabajos suyos y que nos hablaban de que el tamaño del plato determina la cantidad de comida que nos metemos entre pecho y espalda. De él se trata. Pues bien, este autor ya acumula varios trabajos desmentidos después de varias investigaciones acerca de su metodología y de los resultados que obtenía en sus trabajos de campo.

En total, Wansink ha visto como 13 de sus trabajos han sido desmentidos, lo que supone una cantidad apreciable de su producción a lo largo de su vida. Entre sus trabajos más conocidos están en el que establecía que conocidos libros de recetas, en sus últimas ediciones, ofrecían platos más calóricos que en las primeras o que haber sufrido violencia traumática podía modificar nuestros hábitos de compra de alimentos.

Wansink, el científico bajo sospecha.
Wansink, el científico bajo sospecha.

Otras investigaciones que alcanzaron gran eco fueron sus estudios sobre cómo la posibilidad de rellenar cuencos o vasos tantas veces como quisiéramos nos incita a ingerir más de la cuenta o nuestra inclinación a comer alimentos poco saludables si se nos presentan en grandes cantidades. Las sospechas sobre Wansink comenzaron a aflorar en 2016 cuando, en una publicación en su blog, admitió haber alentado a sus estudiantes de posgrado a intervenit en prácticas de investigación cuestionables. A partir de entonces, los científicos han ido revisando su cuerpo de trabajo buscando errores e inconsistencias y hallando más de una. Y de dos.

Investigaciones bajo sospecha en el laboratorio.
Investigaciones bajo sospecha en el laboratorio.

La manipulación de datos cambia según de que investigación se trate. En un estudio, Wansink identificó erróneamente las edades de los participantes, mezclando a niños de 8 a 11 años con niños pequeños. Y esto es solo un ejemplo: hay muchas más. Sorprenden los hallazgos teniendo en cuenta que Wansink ha llegado a ser un autor muy influyente. Wansink llegó a obtener subvenciones del gobierno estadounidense para llevar a cabo sus proyectos, colaboro con distintas empresas para comercializar sus productos e incluso llego a trabajar con la Casa Blanca para mejorar la alimentación del país. Ahora, la universidad le ha apartado pero se ha generado un problema de difícil solución: la pérdida de credibilidad de estudios sobre comida que antes se recibían como si fueran verdades universales y que, a partir de ahora, se van a mirar con mucho recelo.