La importancia de estar en forma

Hoy en día no queda duda de que la práctica habitual de ejercicio juega un papel muy importante en la no siempre fácil tarea de mantener el envejecimiento a raya, sin olvidar, por supuesto, que además constituye uno de los mejores “cosméticos” cuando se trata de lucir un aspecto joven.

Está comprobado que hacer ejercicio es vital y beneficioso para nuestro estado físico y mental. Por ejemplo, se ha demostrado que la práctica habitual de ejercicio de resistencia en personas de alrededor de cincuenta años puede lograr recuperar la potencia aeróbica de la que gozaban entre los veinte y treinta años. Pero, además, el ejercicio físico incide directamente en la condición de aquellos órganos y sistemas corporales que más son afectados por los procesos de envejecimiento. Veamos a qué nos referimos:

Sistema endócrino: el ejercicio aumenta la sensibilidad a la insulina, con lo que se previene el riesgo a padecer diabetes (que aumenta a medida que acumulamos años), tanto en personas que no tienen antecedentes como en aquellas que tienen predisposición a poder desarrollarla.

Huesos: una actividad tan sencilla como caminar puede alejar la osteoporosis, ya que el mantenerse activo es una de las tantas formas que existen para detener o prevenir la pérdida de masa ósea.

Sistema muscular: conforme pasa el tiempo, los músculos van perdiendo firmeza y las proteínas encargadas de dar sostén a la piel (colágeno y elastina) pierden efectividad. Si a esto le sumamos una vida sedentaria, la flacidez gana la batalla. Esta situación es más visible en los glúteos, cara interna de los muslos y de los brazos. La única manera efectiva de combatir este problema es aplicar a estas zonas cuidados específicos, hacer ejercicio físico regularmente y cuidar muy bien la dieta que llevamos a partir de los treinta años.

Oído: ha quedado demostrado que la práctica regular de ejercicio ayuda a prevenir la pérdida de la capacidad auditiva propia del envejecimiento. Esto debido a que se produce una mayor oxigenación de sangre, lo que permite, de alguna manera, aislar y conservar en mejor estado aquellas células del oído sensibles a los sonidos fuertes.

Sistema inmunológico: unos hábitos de vida sanos en los que el ejercicio tiene un papel fundamental, representan una de las mejores garantías para disminuir el riesgo de sufrir enfermedades que están relacionadas con las defensas bajas y con el cáncer en algunos casos.

Sistema cardiovascular: es uno de los más beneficiados con la práctica habitual de una rutina de ejercicio. Al incidir en la correcta circulación sanguínea (lo que beneficia a las arterias y, además, al estado de la piel), favorece la tensión arterial, aumenta el colesterol bueno, previene el infarto y otras cardiopatías.

Para lograr estar en forma es necesario hacer ejercicio en la dosis adecuada; no se trata de pasar de la inactividad total a propinarse auténticas palizas en el gimnasio. Lo correcto es realizar una actividad física ligera -no debes llevar el organismo al límite sino mantenerlo activo-, realizando, por ejemplo, una rutina aeróbica tres veces por semana, así como una de fuerza. El tratar de calentar siempre y parar en cuanto se note que la intensidad del ejercicio nos sobrepasa, son algunas de las claves para mantenernos en forma sin padecer ningún efecto secundario.

Por otro lado, además de los beneficios que el ejercicio trae a nuestro cuerpo, éste contribuye también a mantener sanas nuestras neuronas y a gozar de un estado de ánimo óptimo por más tiempo. Según expertos, tras seis meses de realizar una actividad física de manera continua las mejoras se apreciarán sobre todo en la agudeza mental, la memoria y la atención.

El ejercicio está especialmente indicado en aquellas personas que padecen depresión, debido a que, por un lado, favorece la producción de endorfinas, hormonas relacionadas con el bienestar, y por el otro, combate muchos de los síntomas asociados a esta enfermedad, como lo son el insomnio y la fatiga crónica.

Ahora, con los años el cuerpo tiende a encogerse, de ahí la importancia de tratar de conservar una postura lo más erguida posible. El ejercicio te ayuda a lograrlo, tan solo el hecho de echar los hombros para atrás reaviva nuestra imagen.

Cuando llevas una vida más o menos sedentaria y te pones de repente a hacer ejercicio, la falta de aire es algo que puede suceder comúnmente; no te asustes ni te desesperes, conforme comiences a entrenar tu cuerpo se irá acostumbrando y respirarás cada vez mejor. También puedes recurrir a ciertos trucos que existen para favorecer la llegada de más aire a los pulmones y así podrás ejercitar mejor sin perder el aliento y, de paso, mejorarás la apariencia de tu piel.

Si no haces nada de ejercicio y no sabes cómo comenzar, una buena idea es sustituir en tu día a día el elevador por las escaleras; de igual forma, utiliza el coche lo menos posible.

Si aún no estás convencido de ponerte en movimiento, ya sabes ahora todo lo positivo que trae el hacer ejercicio. Si además quieres mantenerte joven por más tiempo, no es momento de esperar, ¡actúa! No lo dejes para mañana, te puedes arrepentir.

Recuerda… ¡tú generas el cambio!