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La importancia de la vitamina E pasados los 40

Encontramos la vitamina E en los frutos secos, verduras, hortalizas, cerelaes, margarinas y aceites de trigo, de girasol, oliva y algodón. (Foto: Getty)
Encontramos la vitamina E en los frutos secos, verduras, hortalizas, cerelaes, margarinas y aceites de trigo, de girasol, oliva y algodón. (Foto: Getty)

La vitamina E, conocida como tocoferol o alfa-tocoferol, es un mineral soluble en grasa y un antioxidante que se encuentra en frutas y verduras, así como en aceites vegetales o frutos secos.

Formada por un conjunto de ocho compuestos (alfa-, beta-, gamma- y delta-tocoferol y alfa-, beta-, gamma- y delta-tocotrienol), cuando hablamos de “la vitamina E” en realidad hablamos de una familia de vitaminas que cumple funciones esenciales en el metabolismo de las células, sin las que sería imposible nuestra supervivencia. Gracias a su capacidad para reducir el daño celular de los radicales libres, la vitamina E contribuye a mantener tu cuerpo sano y retrasar el envejecimiento. Además, según la Fundación Española del Corazón, "puede ser útil para prevenir los efectos de toxinas ambientales o el desencadenamiento de algunas formas de cáncer".

Por tanto, esta vitamina -comúnmente pasada por alto- juega un papel esencial en la lucha contra la inflamación, eliminando las toxinas del cuerpo y mejorando la función general de nuestro cuerpo a lo largo del día. Esto es especialmente importante pasados los 40, cuando el deterioro natural del organismo se 'acelera' como resultado de los procesos corporales normales.

Pero, ¿qué son exactamente los radicales libres? El cuerpo humano está compuesto por átomos (partículas minúsculas) agrupados en moléculas, las cuales están provistas de electrones (elementos con carga negativa) alineados en pares.

Cuando no tienen pareja se les denomina radicales libres, unidades inestables que requieren de otro electrón para adquirir estabilidad. El desequilibrio que generan estas moléculas reactivas e inestables puede causar enfermedades cardiovasculares aumentando considerablemente los niveles de colesterol malo, el riesgo de cáncer (en particular de boca, faringe y esófago) de Parkinson, Alzheimer, arterioesclerosis y diabetes.

Seguro que ahora ya entiendes por qué es tan importante defender el organismo de los radicales libres. Aunque el cuerpo genera defensas para neutralizar estas moléculas dañinas, no siempre son suficientes. Y debes tener en cuenta que el cuerpo también está expuesto a los radicales libres de la exposición ambiental, como el humo del cigarrillo, la contaminación del aire y la radiación ultravioleta del sol.

Por suerte, contamos con un aliado muy potente que es fácil de obtener, los antioxidantes. Uno de ellos es la vitamina E, que neutraliza los radicales libres ayudando así a mantener el funcionamiento adecuado de nuestras articulaciones, circulación, cerebro, visión y piel al tiempo. En consecuencia, protege de la oxidación a las membranas celulares de todo el organismo, especialmente a las de las células del sistema nervioso, del sistema cardiovascular y del sistema muscular.

Por otro lado, la vitamina E también colabora en la formación de glóbulos rojos y la coagulación de la sangre, estimula al sistema inmunitario y su presencia es necesaria para el funcionamiento de la retina y de la fertilidad.

La ingesta diaria adecuada establecida por la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) es de 11 mg por día para las mujeres adultas y 13 mg por día para los hombres. Estas cantidades se obtienen con una dieta adecuada que incluya los siguientes alimentos:

  • Aceites vegetales como los aceites de oliva, germen de trigo, girasol, colza, cártamo, maíz y soya.

  • Nueces, almendras, el maní y las avellanas.

  • Semillas de girasol.

  • Hortalizas de hoja verde como las espinacas y el brócoli.

Dada su presencia en tantos alimentos y su carácter liposoluble (se disuelve en las grasas y se almacena en el hígado y los tejidos) no es frecuente tener déficit de vitamina E, y de haberlo se relaciona con problemas endocrinos de malabsorción que impiden la correcta absorción de la grasa. Y cualquier enfermedad que altere la absorción o digestión de este nutriente (como enfermedad celíaca, enfermedad de Crohn, etc.) podría conducir a una posible deficiencia de tocoferol.

Por otro lado, es difícil consumir demasiada vitamina E a través de la dieta, por lo que no es peligroso ni dañino obtener vitamina E de fuentes alimenticias. Sin embargo, sí hay que tener precaución al tomar vitamina E en forma de suplementos ya que las dosis muy altas puede causar efectos secundarios como fatiga, náuseas, doble visión, dolor de cabeza y molestias musculares. Y en algunos casos, hay un mayor riesgo de accidente cerebrovascular hemorrágico.

Por eso antes de tomar suplementos de vitamina E, es muy importante consultarlo con el especialista, porque además de los efectos mencionados, puede interactuar con ciertos medicamentos y disminuir la eficacia de éstos.

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