La mente poderosa de Alicia Alonso

La bailarina cubana Alicia Alonso fue todo lo que quiso en la vida y fue, incluso, más. De princesa a perfume, de niña prodigio a bailarina que danzaba sobre tanques de guerra a las puertas de una crisis nuclear, de la mujer cubana más conocida en el mundo hasta la anciana que subía a escenario y cerraba los ojos para moverse como nunca lo había hecho en su vida porque, si el cuerpo, su aliado de antes no le respondía como hubiera deseado, sí lo hacía la mente que, en su caso, no era menos potente que lo demás.

Cuba's Prima Ballerina Alicia Alonso listens for a question during her news conference in Moscow,  Russia, Monday, Aug. 1, 2011. Alonso will attend a Gala concert "Vivat Alicia" by the National Cuban Ballet at the Bolshoi's new stage. (AP Photo/Alexander Zemlianichenko)
Alicia Alonso falleció a los 98 años este 17 de octubre. (AP Photo/Alexander Zemlianichenko)

De haber carecido de un cerebro prodigioso, Alicia, que previo a contraer matrimonio en Estados Unidos con su compatriota, el coreógrafo y bailarín Fernando Alonso, fue Alicia de la Caridad Martínez del Hoyo, no habría podido desarrollar el talento que un día la impulsó desde la Sociedad habanera Pro-Arte musical a los más increíbles escenarios del mundo. No lo habría sido porque ya en la adolescencia la ceguera la perseguía y, de haber sido de naturaleza corriente, hubiera desistido del sueño de bailar. Ella, sin embargo, siguió adelante.

De hecho, tal vez la visión entorpecida por la enfermedad le despertara un sentido extra que junto a sus grandes condiciones físicas le volviera ejecutante invencible, increíble e indomable. Se dice que la intuición y sus largas tandas de ejercicios le permitían llegar a los puntos exactos donde la esperaban sus compañeros de cada pieza, y, aunque no alcanzara a distinguirlos a la perfección, nunca fallaba en sus movimientos exactos y giros increíbles. Esos partenaires también fueron su cuartada, y entre algunos nombres ligados al suyo se recuerda a Igor Youskevitch, Azari Plisetsky, Orlando Salgado…

Ballet Russe opening, 08 February 1957. Alicia Alonso (Cuban ballerina);Igor Youskevitch (male dancer).;Supplementary material reads: 'The ballet Russe de Monte Carlo opens a nine performance engagement in Philharmonic Auditorium Friday night (Feb. 8). Alicia Alonso, Cuban ballerina, guest star, and Igor Youskevitch, principal male dancer, head the company. They should be ready for pictures at about 8:10pm. This is the only major ballet company to dance here this season.'. (Photo by Los Angeles Examiner/USC Libraries/Corbis via Getty Images)
licia Alonso e Igor Youskevitch durante un ensayo en 1957. (Photo by Los Angeles Examiner/USC Libraries/Corbis via Getty Images)

Pero, tal vez ni siquiera le hacía falta atisbar el entorno con los ojos, pues como una especie de animal fabuloso, Alicia Alonso podía guiarse mediante otros sentidos desarrollados en los recovecos de su mente; esos sentidos, nobles, perversos, extraordinarios como en todo genio, fueron muy útiles para ella no solo a la hora de bailar.

En esta foto del 14 de enero de 1990, los astros del ballet Alicia Alonso, de 72 años, y Orlando Salgado bailan "El Lago de los Cisnes" durante un ensayo general en Nueva York para el 50mo aniversario del American Ballet Theater. Alonso murió el jueves 17 de octubre del 2019. Tenía 98 años. (AP Foto/Tim Clary, Archivo)
En esta foto del 14 de enero de 1990, los astros del ballet Alicia Alonso, de 72 años, y Orlando Salgado bailan "El Lago de los Cisnes" durante un ensayo general en Nueva York para el 50mo aniversario del American Ballet Theater. Alonso murió el jueves 17 de octubre del 2019. Tenía 98 años. (AP Foto/Tim Clary, Archivo)

Durante su experiencia neoyorquina, Alicia estrenó casi todo lo que pusiera en cartelera el American Ballet Theatre, de dónde fungió como una de sus figuras principales antes de regresar a La Habana y organizar su propia escuela de ballet, el Ballet Alicia Alonso, el Ballet de Cuba que sería un día el Ballet Nacional de Cuba porque la Revolución habría de apostar por el clasismo como su punta de lanza para exportar la cultura popular.

Vaya paradoja que la convirtió en una especie intocable, la embajadora de nuestra cultura y la perfecta representante de una ideología, porque, incluso antes que la Revolución, había llegado ella a la Unión Soviética siendo la primera bailarina del hemisferio occidental en presentarse en teatros de Moscú.

Ese tipo de cosas la fueron transformando en una de las figuras más respetadas entre los revolucionarios cubanos, como si también se hubiera ganado ese respeto a base de petardos o disparos en las montañas. Y no, lo suyo había sido siempre en el escenario, en punta de pies, sin claudicar ante el arte más exclusivo.

Alicia Alonso, Cuba's grande dame of dance and the founder of the internationally renowned National Ballet of Cuba, receives the Jose Marti medal, Cuba's highest honor, from Cuban leader Fidel Castro Wednesday, Dec. 20, 2000, at the Revolution Palace in Havana. (AP Photo/Jose Goitia)
Alicia Alonso recibe una medalla de manos de Fidel Castro en el año 2000. (AP Photo/Jose Goitia)

Cuba recuerda a su Prima ballerina assoluta por sus muchas obras, algunas creadas por ella, otras adaptadas e incorporadas a su vida al punto de volverlas personales. Le aportó tanto de su gracia a personajes como la Gisselle, que también encarnaron inigualables como Olga Spesívtseva, Anna Pávlova o Carla Fracci, que Gisselle ha llegado a convertirse en otra Alicia. Pero, también Alicia ha sido Carmen. Y Odette.

También la recuerdan en La Habana por su forma de ser, sus alumnos, sus compañeras, la recepcionista de la escuela o el chofer aseguran que era una mujer sencilla y dulce, comprensible y amable aún cuando podía transformarse en una verdadera tormenta a la hora de reclamar y defender el arte que la había convertido en lo que será para siempre. Se dice que era capaz de telefonear al mismísimo Fidel Castro cuando la sede del Ballet Nacional padecía los embates del Período Especial o los de cualquiera de las muchas crisis que ha vivido la isla.

De hecho, junto a su genio, la Escuela de Ballet fue su fortaleza y en ella, se dice también, entraba quien encajara en su ideal no solo de arte, sino también de hombre o mujer, de bailarín y de vida.

Era, en resumidas cuenta, una mujer de una convicción que la convirtió en la leyenda que se había forjado mucho antes de este 17 de octubre. Cada año, cuando aparecía en la televisión, volvía a renacer Alicia Alonso. Estaba inoculada en las arterias de la cultura nacional, su rostro era familiar como el de un familiar querido, el mito de su ritmo nos perseguirá para siempre.

Hay quien jura que desde el lunetario podía seguir un ensayo e, incluso, distinguir las equivocaciones de los bailarines con los ojos cerrados. Ya lo digo yo, no le hacía falta ver. El poder de Alicia Alonso, además de encontrarse en los oídos, los brazos y las piernas, los pies, estaba esencialmente en su cerebro.