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La prueba de que esos cereales que tomas son insanos (aunque sean integrales)

Son ricos en harinas refinadas, azúcares añadidos y aceites vegetales refinados. Comida ‘de mentira’ que empeora seriamente tu salud y la de tus hijos, según una de las últimas tendencias nutricionales

Los cereales integrales ayudan a estar en línea Getty Images
Los cereales del desayuno pueden ser tan cancerígenos como las carnes procesadas ya que son productos ultraprocesados que contienen muchos aditivos químicos, y son más ricos en grasas, sal y azúcar. (Foto: Getty)

Carlos Ríos, dietista-nutricionista y creador del movimiento #realfood, una de las últimas tendencias nutricionales que arrasa en Instagram, asegura que la mayoría de la población vive engañada con respecto a su alimentación. Vivimos en un mundo en el que “no comemos comida real, sino productos que han puesto ante nuestros ojos”.

Un entorno perfectamente diseñado para el consumo de comestibles insanos: los ultraprocesados. Y para quien no lo tenga claro, esto quiere decir que han sido han sido alterados químicamente y están hechos de sustancias refinadas y artificiales.

Por tanto pueden ser perjudiciales para la salud ya que ‘esconden’ un alto contenido de azúcar, además de sal y grasa, que hace que sean adictivos. Los españoles consumimos, según un estudio publicado por la Universidad de Sao Paulo (Brasil), un 20,3 por ciento de estos alimentos.

Por el contrario, consumir productos frescos como frutas y hortalizas, aprender a elegir procesados saludables y evitar los ultraprocesados camuflados son las premisas de este nuevo estilo de vida con el que además de cuidarte conseguirás adelgazar y comer sano.

Ríos mantiene que casi todos conocemos el significado de ‘comida basura’ pero que, en realidad, no tenemos una verdadera percepción del peligro de su consumo ni tampoco los localizamos con precisión.

La mayoría de nosotros sabemos que los refrescos, las chucherías o las hamburguesas con queso y beicon son poco recomendables. Sin embargo, ¿qué pasa con todos esos nuevos productos que inundan cada día los supermercados y que acaban en nuestras cestas de la compra? ¿Qué pasa con aquellas personas que no perciben unas galletas integrales, un zumo envasado détox o un paquete de embutido light como comida basura?

Estos productos son preparaciones industriales comestibles elaboradas a partir de sustancias derivadas de otros alimentos. Realmente no tienen ningún alimento completo, sino largas listas de ingredientes”, explica el autor de ‘Come comida real’, una guía para dar un cambio a nuestra alimentación.

“Tradicionalmente, en nutrición lo importante eran las calorías y los nutrientes de los alimentos. No se tenía muy en cuenta cuál era la forma más saludable o natural de comer, cuenta al Confidencial Lorena Cervantes Munilla, del Centro Médico Naturalium.

Este concepto está cambiando, “hoy se apuesta por la comida real, que es lo opuesto al ultraprocesado”, añade esta nutricionista experta en psiconeuroinmunología (PNI), una rama de la medicina que observa al enfermo de forma global para descubrir las raíces y saber por qué enfermamos.

Aquí está la clave

Detrás de esta ‘moda’ hay mucha investigación y trabajo científico. Carlos Monteiro, profesor de Nutrición y Salud Pública en la Universidad de Sao Paulo (Brasil), descubrió que esa amenaza invisible en la comida que nos venden es real.

Para demostrarlo, él y su equipo se centraron en el procesamiento de los alimentos y en cómo afectaba a nuestra salud, demostrando que a la hora de hacer elecciones para mejorar nuestra alimentación hay que fijarse en eso más que en los nutrientes.

Es decir, que el factor más importante al considerar los alimentos, la nutrición y la salud pública, no son los nutrientes, ni tampoco los alimentos, sino lo que se hace a los alimentos antes de ser comprados y consumidos.

Entonces ideó el sistema NOVA, utilizado en la actualidad por la OMS o la FAO, que divide a los alimentos en cuatro grupos según su grado de procesamiento. Así, tendríamos:

  • Grupo 1: Alimentos no procesados o mínimamente procesados. Aquí entran los alimentos frescos que no han sido transformados o que han sido modificados mínimamente como frutas, verduras, carnes o pescados… También se incluyen aquellos que han sido pasteurizados, congelados o envasados al vacío.

  • Grupo 2: Ingredientes culinarios procesados. Aquí se incluyen aceites, azúcar, sal, especias… que se suelen utilizar en combinación con los alimentos anteriores.

  • Grupo 3: Alimentos procesados. Se obtienen al agregar sal, aceite, azúcar u otras sustancias del grupo 2 a alimentos del grupo 1 con el objetivo de aumentar la durabilidad o mejorar sus cualidades organolépticas. Por ejemplo, las conservas, los quesos o las carnes curadas.

  • Grupo 4: Ultraprocesados. Los alimentos ‘desaparecen’, se vuelven irreconocibles y se transforman en un producto; no se trata de alimentos modificados, sino de preparaciones industriales escasas en fibra, proteína y micronutrientes, pero ricas en grasas poco saludables, sal y azúcares refinados. Hay infinidad de ellos: snacks, bollería industrial, refrescos, precocinados…

Por tanto, la cuestión es el procesamiento de los alimentos, o, más exactamente, la naturaleza, extensión y finalidad del procesamiento, y lo que sucede con los alimentos y con nosotros como resultado de ese procesamiento.

“Los ingredientes de los alimentos procesados llevan un procesamiento previo como la hidrogenación o fritura de los aceites, la hidrólisis de las proteínas o la refinación y extrusión de harinas o cereales”, apunta el dietista.

En su etiquetado es frecuente leer materias primas refinadas (harina, azúcar, aceites vegetales, sal, proteína, etc) y aditivos (conservantes, colorantes, edulcorantes, potenciadores del sabor, emulsionantes…).En este grupo podemos encontrar, desgraciadamente, el 80 por ciento de los comestibles que venden en los supermercados: las bebidas azucaradas, precocinados, bollería, carnes procesadas, galletas, lácteos azucarados, postres, dulces, cereales refinados, pizzas, nuggets, barritas energéticas o dietéticas, etc”, añade el experto.

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Por el contrario, “la comida real incluye todos los alimentos frescos, cuyo procesamiento ha sido mínimo (por ejemplo, lavado, cortado o congelado), además de aquellos alimentos que han sido sometidos a un procesamiento industrial mayor, pero sin que esto haya afectado a la calidad del alimento”.

Tal y como cuenta Ríos a El País, hay un método fácil y rápido para diferenciarlos: la comida real suele tener menos de cinco ingredientes. Por ejemplo, “un tomate fresco o una conserva de tomate triturado es un buen procesado; y unas gambas, aunque vengan congeladas. Lo que caracteriza a los buenos procesados es que el alimento es el principal ingrediente del producto”,

¿Por qué debes evitarlos?

  • Son ricos en azúcares añadidos, grasas refinadas, sal y/o aditivos.

  • Son artificialmente densos en calorías por cada ración del producto.

  • Son pobres en nutrientes, como fibra, fitoquímicos, minerales, etc.

  • Son hiper-palatables. Inhiben nuestros mecanismos naturales de saciedad.

  • Desplazan y sustituyen el consumo de alimentos reales.

  • Tienen una mayor disponibilidad en nuestro entorno que los alimentos reales.

  • Tienen una mayor publicidad y marketing que los alimentos reales.

Cuando vayas a comprar tratar de llenar tu cesta con productos frescos mínimamente modificados. Es fácil, si llevas mucho envases desecha al menos la mitad. (Foto: Getty)
Cuando vayas a comprar tratar de llenar tu cesta con productos frescos mínimamente modificados. Es fácil, si llevas mucho envases desecha al menos la mitad. (Foto: Getty)

Un ejemplo real

Supongamos que vas caminando por el pasillo de los cereales y, de repente, ves unos famosos cereales de chocolate con su respectivo dibujo animado sonriente, donde se indica en la parte frontal de la caja: “Cereales integrales”. Llama tu atención, te interesas y sigues leyendo: “Sin colorantes ni aromas artificiales, sin aceite de palma, con vitaminas del grupo B y hierro”.

Si hacemos caso a los nutrientes, es posible que lo consideres una buena opción para el desayuno de
tu hijo, pues al fin y al cabo dice que son cereales integrales, y has oído miles de veces que los cereales son saludables y deben ser la base de la pirámide de la alimentación. Sin embargo, lo que dice el profesor Monteiro es que debes mirar más allá, buscar el procesamiento e interesarte sobre cómo afecta ese procesamiento al alimento y, lo más importante, a tu salud. Para ello, vamos a darle la vuelta a la caja de cereales y nos fijamos en el apartado ‘Ingredientes’, que dice así:

“Cereales (62,3 %) [harina integral de trigo (31,9 %), harina de trigo (16 %), sémola de maíz (14,4 %)],
chocolate en polvo (22,2 %) (azúcar, cacao), azúcar, jarabe de glucosa, extracto de malta de cebada
(cebada, malta de cebada), aceite de girasol, vitaminas y minerales (D, tiamina, riboflavina, niacina,
B6, ácido fólico, ácido pantoténico, carbonato cálcico, hierro), emulgente (lecitina de girasol), sal,
aromas naturales”.

Un verdadero galimatías difícil de comprender, ¿verdad? Pero… ¡sorpresa! Parece que la caja no lleva exclusivamente cereales integrales. De hecho, esos cereales integrales han sido sometidos a un proceso concreto que los ha transformado en harina, y además se les han añadido otros ingredientes como azúcares o aceites vegetales industriales. Entonces yo te pregunto: “¿A esto se lo puede llamar
comida?”. Espero que hayas respondido que no.

Los ultraprocesados no son comida, sino preparaciones industriales comestibles. Son insanas, estimulan el apetito de manera artificial y su consumo se relaciona con enfermedades. El abuso de la comida procesada representa casi la mitad de enfermedades cardiovasculares, diabetes y cánceres de estómago y colon que se padecen.

Con este ejemplo real, Ríos quiere demostrarnos que este tipo de comida “de mentira” empeora seriamente tu salud y la de tus hijos. Así pues, necesitábamos una palabra o definición que nos ayudara a diferenciar unos cereales integrales reales de unos cereales insanos ricos en harinas refinadas, azúcares añadidos y aceites vegetales refinados. Y esa palabra no era otra que ‘ultraprocesado’.

Ahora que lo sabes, ¿seguirás comprándolos o te convertirás en un realfooder?

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