Cadmio: la razón por la que no deberías chupar las cabezas de las gambas

El consumo de gambas, cigalas y langostinos se dispara en Navidad. Pero quizás deberías replantearte si incluirlos o no en tus menús navideños ya que la presencia de este metal pesado en la carne oscura de las crustáceos podría perjudicar la salud, según advierte la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan)

gambas
El cadmio es un metal que se encuentra en el agua y que contamina el marisco, sobre todo en las vísceras que se encuentran en su cabeza. (Foto: iStock/Getty)

Y es que el cadmio, que se se acumula en la cabeza de estos animales, puede causar disfunción renal, y en consecuencia, también puede llegar a desmineralizar los huesos. Es más, desde el año 1993 se sabe que este metal puede llegar a ser cancerígeno si se mantiene la exposición a él.

Por eso, AECOSAN ya se había pronunciado al respecto asegurando que “los niveles más altos encontrados en alimentos se han detectado niveles altos en marisco, debido a que en muchos casos se consume el animal entero, incluyendo vísceras, donde se concentra el cadmio”.

El problema, matizan, no está en la ‘carne blanca’ de los crustáceos, puesto que las dosis de este mineral en el cuerpo y las patas es baja. Sin embargo, sí habría que tener precaución con las cabezas cuyos niveles de cadmio son altos, “debido a que el cadmio se acumula principalmente en el hepatopáncreas, que forma parte del aparato digestivo de los crustáceos y se localiza en la cabeza”, añaden.

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Además de advertir sobre el cadmio, la UE incrementó el control de residuos de antibióticos en las gambas y langostinos provenientes de Vietnam, Myanmar y Tailandia. (Foto: Getty)

Por su parte la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) advierte que este metal tiende a acumularse en el organismo, especialmente en el hígado y el riñón, y tarda en eliminarse entre 10 y 30 años. “Altos niveles de cadmio en el organismo pueden causar disfunción renal, desmineralización de los huesos y, a largo plazo, cáncer”, advierten.

Pero no solo las gambas y los langostinos están en el punto de mira, esta advertencia también afecta a cigalas, cangrejos, centollos y similares

Cómo y dónde se produce

El cadmio un metal pesado que se encuentra de forma natural en minerales de cinc, cobre o plomo, por lo que es un subproducto inevitable en las actividades mineras relacionadas. Sus muchas aplicaciones industriales y agrícolas aumentan su presencia en el medio ambiente. Además de como resultado de quemar combustibles fósiles e incinerar basuras, el cadmio es una de las consecuencias de la metalurgia y el uso de fertilizantes a base de fosfatos.

Aparte de tener múltiples usos industriales, esta toxina metálica es uno de los componentes del tabaco.

Pero la mayor fuente de exposición humana al cadmio es la alimentación, de ahí que sea considerado un riesgo alimentario. Su presencia en las aguas marinas contamina la carne del marisco, fundamentalmente en sus vísceras, que son de color oscuro y se localizan en la cabeza en el caso de gambas, langostinos, cigalas, cangrejos, centollos o similares.

Los consumidores de este tipo de productos deben ser conscientes de que el consumo de estas partes de los crustáceos puede conducir a una exposición inaceptable de cadmio, particularmente cuando el consumo es habitual.

En qué alimentos está presente

Además, el cadmio está presente en productos de origen vegetal como algas, cacao, setas silvestres y semillas oleaginosas. En cuanto a la exposición, destacar que el grupo de alimentos que más cadmio aporta a la ingesta total es el de cereales, no por contener un nivel alto, sino debido a que supone una parte muy importante de la dieta.

La Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos (EFSA por sus siglas en inglés) también cita como fuente de exposición los frutos secos, hortalizas y productos vegetales, los tubérculos y la carne y productos cárnicos. Asimismo, coincide que tanto en España como en el conjunto de la UE, se han encontrado los mayores niveles de cadmio en despojos, mariscos y pescados, además del chocolate, complementos alimenticios, setas y semillas oleaginosas. Y señala que “algunos subgrupos poblacionales como los vegetarianos, los niños, fumadores o personas que vivan en zonas contaminadas, podrían doblar la IST”.

En cuanto a las categorías de alimentos de forma más detallada, las patatas (13,2 por ciento), pan y bollos (11,7 por ciento), productos de panadería (5,1 por ciento), productos de chocolate (4,3 por ciento), hortalizas de hoja (3,9 por ciento) y moluscos (3,2 por ciento) son los que más contribuyen a la exposición dietética al cadmio.

Cuál es el límite

En este sentido, la EFSA ha establecido una ingesta semanal tolerable (IST) de cadmio de 2,5 µg/Kg de peso corporal, que es la máxima cantidad de cadmio que puede ingerir una persona semanalmente durante toda su vida sin manifestar efectos adversos. A esta misma conclusión llegó AECOSAN haciendo una estimación de ingesta semanal de 2,03 µg/kg p.c. para los consumidores españoles.

Qué efectos causa

“El cadmio es tóxico para el riñón, acumulándose principalmente en los túbulos proximales, pudiendo causar disfunción renal. También puede causar desmineralización de los huesos, bien de forma directa o indirectamente como resultado de la disfunción renal”, alertan desde Aecosan. Otro de los efectos, aunque menos grave, que puede producir el chupar la cabezas es diarrea o dolor de estomago.

¿Puede causar cáncer?

Varios estudios han probado que la exposición al cadmio tanto por inhalación como por ingestión resulta peligrosa para el hombre, pero los efectos carcinogenéticos sólo se producen por vía inhalatoria.

Su larga vida media incrementa sus efectos tóxicos y recientemente ha sido incluido en el grupo I (sustancias carcinógenas probadas en el hombre) por la IARC. Así, la exposición ocupacional al cadmio se ha relacionado con un incremento en el riesgo de cáncer de pulmón y puede dañar riñones, huesos y próstata.

El mecanismo de la inducción tumoral es desconocido, pero se sabe que el cadmio produce cambios oxidativos por estrés en las células, así como interacciones DNA/metal. Sin embargo, en algunas circunstancias el cadmio puede comportarse como anticarcinógeno por su capacidad de aumentar la actividad de varios proto-oncogenes. Los efectos carcinogénicos del cadmio se modifican cuando interacciona con otras sustancias como zinc, proteínas de la dieta, ácido L-ascórbico, selenio y progesterona.

Por todo esto AECOSAN recomienda limitar, en la medida de lo posible, el consumo de la carne oscura de los crustáceos, localizada en la cabeza, como medida principal para la reducción de la exposición a cadmio.

Y tú, ¿chupas las cabezas de las gambas? ¿Seguirás haciéndolo tras esta recomendación?

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