Las sustancias más perjudiciales para ellos y ellas (en el trabajo)

Dime en qué trabajas y te diré de qué enfermarás

Causada por la inhalación de trigo a diario, ‘el asma del panadero’ provoca la inflamación de la mucosa de los alérgicos. (Foto: Getty Images)

Algunos de nuestros problemas de salud están ligados a nuestra ocupación: Estrés, fatiga visual, trastornos músculo-esqueléticos como espondilitis, problemas de espalda o cervicalgia, síndrome del túnel carpiano, problemas gástricos… Pero algunas dolencias no dan la cara tan fácilmente.

Existe una patología difícil de identificar y de descifrar, tanto para los simples mortales como para los médicos, que puede complicarnos mucho el día a día sin que nos demos cuenta, hasta que la enfermedad ya está avanzada.

Los veterinarios se encuentran entre los profesionales con mayor riesgo de padecer asma. (Foto: Getty Images)

El asma relacionado con el trabajo (ART), que incluye el asma ocupacional (AO) y el asma agravada por el trabajo (AAT), representa un problema de salud importante debido a su elevada morbilidad aguda, a la discapacidad a largo plazo y a sus repercusiones socioeconómicas y médico-legales.

Es la enfermedad ocupacional respiratoria más frecuente y el riesgo atribuible a la exposición laboral es del 10 al 25 por ciento de los casos, equivalente a una incidencia de 250 a 300 casos por millón de habitantes anualmente.

Los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de asma ocupacional son el grado y la duración de la exposición a los agentes responsables.

Asimismo, existen otros factores que también han sido relacionados como actores de riesgo. Entre ellos destacan la predisposición genética del paciente, la atopía o alergias, la presencia de rinitis o conjuntivitis ocupacional, el consumo de tabaco y el sexo del trabajador.

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La fatiga crónica y los problemas de visión afectan a la gran mayoría de los trabajadores sedentarios. (Foto: Getty Images)

Los trabajadores con las siguientes ocupaciones presentan un riesgo mayor de sufrir asma ocupacional:

  • Panaderos

  • Fabricantes de detergentes

  • Fabricantes de medicamentos

  • Manipuladores de alimentos

  • Agricultores, granjeros y ganaderos

  • Trabajadores de diversos sectores industriales (textil, alimentaria, farmacéutica…)

  • Trabajadores de silos de granos

  • Científicos y personal de laboratorio

  • Médicos y enfermeras (personal sanitario)

  • Veterinarios y personas que trabajan con animales

  • Herreros, soldadores y operadores del metal

  • Moldeadores y artistas plásticos

  • Molineros

  • Artistas

  • Carpinteros

  • Personal de limpieza

  • Peluqueros

Los movimientos rápidos y repetitivos pueden provocar tenosinovitis, tendinitis de los extensores y síndrome del túnel carpiano. (Foto: Getty Images)

“En mujeres la mayor prevalencia de casos de asma ocupacional se encuentra en aquellas expuestas a productos de limpieza, persulfatos, alérgenos biológicos y fibras textiles. Al contrario de los hombres dónde el mayor número de casos se concentra en la exposición a harinas, fibras minerales, soldaduras y disolventes”, afirma la Dra. Isabel Urrutia, neumóloga y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

Los problemas gástricos son una de las consecuencias del estrés laboral. (Foto: Getty Images)

Además, según cuenta la experta, las personas con antecedentes familiares de alergias son más propensas a desarrollar asma ocupacional, en particular a algunas sustancias como la harina, los animales y el látex.

Cabe destacar, que incluso sin antecedentes médicos es posible desarrollar esta enfermedad si existe exposición a las condiciones que la inducen. “La asociación del tabaco como factor de riesgo de asma ocupacional se ha demostrado que depende del tipo de agente contaminante”, añade.

Los irritantes en altas dosis que inducen al asma ocupacional incluyen el ácido hidroclórico, el dióxido de azufre o amoniaco, especialmente utilizados en las industrias de petróleo o productos químicos, incluso en la pintura en aerosol, la instalación de aislamientos y en la fabricación de plásticos, goma y espuma. Estos productos químicos pueden causar asma en hasta un 10 por ciento de los trabajadores expuestos.

“La exposición a estas sustancias químicas en concentraciones altas puede desarrollar disnea, tos y sibilancias inmediatamente que empeoran en el trabajo y mejoran fuera del mismo. Los trabajadores que ya tienen asma o otros trastornos respiratorios también pueden experimentar un aumento de sus síntomas durante la exposición a estos agentes irritantes”, asegura la Dra. Urrutia.

Las mujeres y los menores de 35 años son más propensos a interiorizar y desarrollar ansiedad frente situaciones estresantes. (Foto: Getty Images)

Aún y su elevada prevalencia, el asma es una enfermedad altamente infradiagnosticada debido a las dificultades que plantea su detección. Su diagnóstico requiere demostrar la existencia de asma y seguidamente, confirmar la relación con el medio laboral. En algunas ocasiones, los trabajadores abandonan el empleo sin ser diagnosticados y en otras continúan trabajando en silencio por temor a perderlo.

Precisamente esta es una de las mayores dificultades ya que una vez se confirma el diagnóstico de asma ocupacional por una sustancia sensibilizante es imprescindible que el afectado cese por completo la exposición a dicha sustancia, por lo que debe abandonar el puesto de trabajo que le afecta a su salud.

Algunos trabajadores con asma por irritantes pueden continuar en el trabajo, pero en zonas donde haya una menor exposición y escaso riesgo de escapes accidentales, o tras ser implantadas medidas de control ambiental e higiene industrial para disminuir la exposición.

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La exposición a sustancias que se encuentran en el ambiente laboral puede generar una respuesta de broncoconstricción debido a su acción irritante o de
tipo inmunitario. (Foto: Getty Images)

No hay remedios que valgan ya que la utilización de protectores respiratorios, como mascarillas o respiradores es generalmente ineficaz. “Incluso a exposiciones muy bajas se pueden desencadenar crisis de asma”, señala la Dra. Urrutia.

En este sentido, es importante que la persona diagnosticada con asma ocupacional esté correctamente informado de su condición y que reciba el tratamiento farmacológico adecuado, en función de la gravedad del asma según las pautas establecidas en las guías de manejo, como en la Guía Española para el Manejo del Asma (GEMA).

“Los especialistas asistenciales debemos potenciar la formación en asma ocupacional con el fin de mejorar los índices de prevalencia, así como difundir y concienciar a la población de los síntomas principales y las posibles complicaciones que conllevan, especialmente en aquellos trabajadores que desarrollan actividades profesionales de riesgo”, concluye.

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