6 mitos que te impiden usar el lavavajillas de forma inteligente

Este electrodoméstico es un must imprescindible dentro del hogar, aunque muchos le culpan de engrosar la factura de la luz y el agua. Creencias que se han demostrado falsas con estudios científicos a favor del lavavajillas

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El hecho de haber pasado casi todo nuestro tiempo en casa durante los últimos dos meses debido a la cuarentena impuesta por la pandemia del Covid-19 nos ha llevado a utilizar los electrodomésticos más que nunca, aunque muchas veces no les sacamos todo el partido que podríamos por creencias que, a lo largo de nuestra vida, hemos asimilado.

Y es que pese a ser uno de los electrodomésticos más cómodos del día a día (según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) más del 56 por ciento de los hogares españoles cuenta con un lavavajillas en su cocina), todavía sigue habiendo dudas en cuanto a su funcionamiento.

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Pre-lavar la vajilla en el grifo no es una buena idea, ya que gastaremos el doble de agua y los lavavajillas modernos pueden con la suciedad incrustada. (Foto: LG)

1.- Hay que aclarar los platos

Enjuagar los platos antes de meterlos en el lavavajilla no es necesario, ya que el agua de los programas de limpieza se somete a temperaturas que rondan los 50- 65 grados, mucho más que en el fregadero. Lo que facilita la eliminación de cualquier desecho por muy sucia que esté la pieza de la vajilla. Además, si no hay suciedad las enzimas del jabón rendirán mucho menos. Simplemente es mejor retirar cualquier resto de comida grande con una espátula, una esponja húmeda o un tenedor.

2.- Fregando a mano se gasta menos

La mayoría de la gente piensa que se derrocha más agua con el lavavajillas que lavando a mano. Sin embargo, mientras un ciclo de lavavajillas utiliza de media 10 litros de agua, un grifo puede alcanzar los 15 litros de agua por minuto.

Y si nos limitamos a un lavado rápido, puede que los platos no queden bien limpios. Cuando se lava a mano, lo más importante es frotar bien, mientras que en el lavavajillas todos los factores que influyen (tiempo, acción mecánica, acción química del detergente, temperatura…) están más equilibrados. Además, las nuevas tecnologías de autodosificación contribuyen a ahorrar aún más agua y a optimizar el rendimiento del aparato.

Otro dato: Un estudio del Canal de Isabel II realizado en 2009 demostró que hay una importante mejora en el uso de energía –1,06 kilovatios por hora diarios– debido a que se emplea menos agua caliente.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) confirmó pocos años después que “el lavavajillas es uno de los equipos que más nos ayuda a respetar el medioambiente y a mirar por nuestro bolsillo”, ahorrando también 1,06 kWh diarios frente al fregado a mano. Ahora se han alcanzado eficiencias mucho mayores. Así que sorprendentemente tener un lavaplatos te ayuda a conseguir una casa más ecológica.

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3.- La cristalería se estropea

El lavavajillas no ocasiona daños en las piezas más delicadas ni en el menaje de cocina. Si se colocan las copas en la ubicación correcta del electrodoméstico y se usan los accesorios adicionales, los elementos de cristal no se romperán. Si sucede algo así, no es porque se trate del programa, del detergente, o de la temperatura del agua, sino de la colocación de la vajilla.

Esto también se aplica a sartenes y ollas grandes, que se pueden lavar perfectamente en las cestas inferiores del lavavajillas. Deben lavarse en un ciclo intensivo con temperaturas más altas junto el detergente recomendado por el fabricante. Adecuar el programa es importante, si lo haces podrás eliminar incluso las manchas más resistentes como la grasa y restos de alimentos quemados. Además, las ollas, sartenes y cubiertos no se maltratan ni rayan.

4.- Los cuchillos, a mano

En la actualidad, muchos modelos de lavavajillas cuentan con espacios dedicados a los cuchillos. Es necesario asegurarse de que la marca del cuchillo certifique que puede lavarse en el lavavajillas y que sea de acero inoxidable.

También debes tener en cuenta que los cuchillos y tenedores deben colocarse boca abajo en su compartimento, de esta manera no nos cortamos ni pinchamos llenando el lavavajillas. Las cucharas y los cuchillos de untar sí pueden ir boca arriba. Para asegurar una limpieza perfecta y que no se queden restos de comida una vez lavados, se recomienda que se combinen cuchillos, cucharas y tenedores en el compartimento. Una vez finalice el ciclo, es importante secar cualquier gota remanente para que no se oxide con el tiempo.

Sí hay que lavar a mano: las vajillas pintadas a mano, las que tengan decoraciones de metal o el vidrio soplado. Y también los recipientes de plástico que no estén adaptados, las cosas de madera, hojalata o las cazuelas de hierro fundido.

5.- El vinagre sustituye al abrillantador

Para nada, el vinagre es un ácido, y a la larga, advierten desde la OCU, recurrir a este producto podría dañar al lavavajillas y los platos a largo plazo. Su acción no es comparable a la del abrillantador, pues no es capaz de poner en la superficie de la vajilla esa pátina que hace resbalar el agua. “Muchos detergentes ‘todo en uno’ incluyen abrillantador, aunque según nuestros ensayos la cantidad proporcionada no es suficiente. Por eso, se aconseja añadir abrillantador en cada ciclo de lavado”. Además, con este gesto se puede mejorar el secado y el acabado de tu vajilla.

6.- A más detergente, mayor limpieza

No es cierto. Más cantidad de jabón no significa más limpieza, además, si no aclaramos bien los platos podemos incrementar el crecimiento de bacterias.

El principio básico de eficiencia de un lavavajillas es ponerlo en marcha cuando esté completamente cargado, con la cantidad justa de detergente. La dosis adecuada de detergente ayuda a aprovechar al máximo su potencial. Si no estás contento con cómo deja tus platos tu detergente actual, prueba a cambiar de detergente.

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