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Le dijeron que su hijo no iba a vivir más que minutos y ahora está a punto de cumplir un año

Cuando Bentley Yoder vino al mundo, los médicos fueron muy claros con sus padres. “No va a vivir más que unas horas”. Ellos, que ya sabían por las ecografías que padecía un terrible trastorno incompatible con la vida, llegaron al hospital con una sola muda: la que llevaría el día de su entierro, que presumiblemente se iba a producir 24 horas después de su nacimiento.

Hace meses de ese momento tan oscuro en la vida de los Yoder, y Bentley sigue vivo. Contra todo pronóstico, el niño está creciendo. Y no se debe a ningún milagro: su desarrollo se debe a la insistencia casi enfermiza de sus padres.

Cuando Sierra Yoder, la madre de Bentley, se quedó embarazada de él, su ginecólogo le advirtió que el feto presentaba una grave anormalidad llamada encefalocele, que consiste en que el cerebro se deforma porque tanto su revestimiento como el líquido protector quedan fuera del cráneo, formando una gran protuberancia que muchas veces es igual o más grande que la propia cabeza.

Esta enfermedad rara, que solo se da en 1 de cada 5.000 nacimientos, puede ser tratada con una compleja operación de reconstrucción, pero solo tiene éxito en los casos más leves. Y el de Bentley era extremadamente grave.

Por eso los médicos aconsejaron a la pareja que abortasen. Pero Sierra y su marido Dustin querían saber una segunda opinión. Sobre todo, porque notaban que el bebé se movía dentro del vientre con normalidad, y que incluso reaccionaba a la música, tal y como explica Sierra a ABC News.

Pero el segundo médico les dijo lo mismo. Y el tercero. Pero este último les dijo que el pequeño podría llegar con vida al nacimiento, pero que muy probablemente moriría a los pocos minutos.

El gran día llegó, y Bentley nació. Pero en vez de morir, empezó a responder como un niño más. Lloraba, dormía y tomaba el biberón. Pasó la primera noche y despertó al día siguiente. Y lo mismo hizo. Una y otra vez.

Así que Sierra y Dustin buscaron una cuarta opinión médica. Y esta vez tuvieron suerte. Esta pareja de Tuscarawas (Ohio, Estados Unidos) fue a Boston a conocer a los mayores expertos en encefalocele del país. Y allí los doctores del Hospital Infantil les dieron esperanzas.

(Bentley y sus padres, después de la operación)

El doctor Mark Proctor y el doctor John Meara, habituados a casos nurológicos extremos, idearon un original tratamiento para Bentley: en vez de amputar toda la masa encefálica saliente, decidieron empujarla hacia dentro. Y para preparar tan compleja operación, crearon un molde en 3D de la cabeza del pequeño. Así pudieron determinar qué zonas eran las más dañadas y cuáles podrían ser eliminadas sin miedo a causar graves daños.

La operación fue un éxito y Bentley se recupera en casa. “Su sonrisa cada vez es más grande y cada día supera pequeños retos”, revela la madre, que también se acuerda de los que le dijeron que abortara. “Si les hubiera hecho caso, ya no tendría aquí a mi pequeño”.