De Leyba, el ceutí que dio la cara por la independencia de Estados Unidos

Madrid, 3 jun (EFE).- Hace bien España –unas veces madre, otras madrastra- en reconocer como buen hijo al militar ceutí Fernando de Leyba (1734-1780), que se partió el pecho en San Luis (hoy Misuri) contra el inglés para apoyar la independencia de Estados Unidos.

“The Hispanic Council”, el ministerio español de Defensa y las autoridades de Ceuta recordaron el miércoles a este personaje, olvidado por desconocido, que tuvo un papel relevante en nombre de España para apoyar a los patriotas americanos que pelearon por su libertad.

“The Hispanic Council”, un centro independiente que difunde la herencia histórica de España en el territorio que hoy es Estados Unidos, quiso reivindicar los lazos atlánticos de Ceuta con el gigante americano en la figura de Fernando de Leyba.

Durante la mañana del miércoles hubo un homenaje castrense al militar que protegió la entonces pequeña plaza de San Luis contra los británicos el 26 de mayo de 1780, dos meses antes de morir de malaria con 45 años.

Por la tarde, en la universidad de Ceuta se presentó un informe sobre el valiente ceutí. Su autor, el periodista César Cervera, reivindicó el buen nombre de De Leyba y, cómo no, de su entonces jefe militar, el gran Bernardo de Gálvez, gobernador de la Luisiana y leyenda de España como defensor del Golfo de México para facilitar la victoria del general George Washington.

El informe de Cervera se llama “Fernando de Leyba, el ceutí que cambió la Guerra de Independencia americana”. La intervención del intrépido militar, entonces vicegobernador de Luisiana, fue valiosa, sin duda, pero, con permiso de y respeto a Cervera, no cambió el curso de la Guerra de la Independencia.

Los especialistas, españoles y estadounidenses, que se han ocupado del conflicto apenas lo mencionan. Sobre todo porque De Leyba estuvo a las órdenes del titán Bernaldo de Gálvez. Este sí fue determinante para la victoria de las famosas Trece Colonias británicas que se rebelaron contra la Corona inglesa.

Paréntesis: cuando Washington tomó posesión como primer presidente de EEUU (Nueva York, 30 de abril de 1789), a su izquierda se sentaba el embajador de España, Diego Gardoqui, y el puerto de la Gran Manzana estaba protegido por un barco llamado “Galveztown”.

Sí, el periodista César Cervera ha hecho bien en rescatar el buen nombre de De Leyba para la historia. Porque el ceutí mostró coraje en la batalla de San Luis. Cervera escribe: “Sufrió la furia de trescientos soldados ingleses y novecientos guerreros indios (…). Sólo contaba con veintinueve soldados y doscientos ochenta y un civiles armados”.

En dos horas se fraguó la derrota tras una batalla que dejó 21 muertos y decenas de heridos. De Leyba fue ascendido a teniente coronel, empleo que poco pudo disfrutar porque sufrió la malaria, como informó él mismo a su gobernador, Bernardo de Gálvez, y murió el 28 de junio de 1780.

Bernardo de Gálvez es apellido respetado en Estados Unidos. A Washington le hubiera costado ganar la guerra si no hubiera sido por la campaña de este joven brigadier en 1779.

Con su flotilla despejó el puerto de Nueva Orleans y tomó la mayor base inglesa en el sur, Pensacola. Atravesó la bahía de Mobile bajo el fuego cruzado de los cañones enemigos. Nadie más se atrevió. Por eso el Rey le permitiría llevar el lema “Yo solo” en su escudo de armas. Y la ciudad de Galveston, en Texas, lleva su nombre.

Estas historias, las de Gálvez y De Leyba, forman parte de la huella de España en Estados Unidos.

La Florida fue descubierta por Juan Ponce de León en 1513. Arriada en 1821, ¡la bandera de España ha ondeado 308 años en el territorio que hoy es Estados Unidos, mientras la enseña de las barras y estrellas, unos 245!

La primera ciudad de EEUU fue española, San Agustín, fundada en 1565 por Pedro Menéndez de Avilés. Y el primer almuerzo con los indios (57 años antes del “Thanksgiving”). Y qué decir del “cowboy” americano, que no es sino un trasunto del vaquero español desde el sombrero del jinete (lo llamaban “sombrrrerou”, no “hat”) hasta las pezuñas del caballo. Su “lasso” es el lazo; su “mustang”, el mesteño; su “cinch”, la cincha; sus “chaps”, las chaparreras o zajones...

Como español es el pastoreo de las películas americanas. El ganado fue llevado a América desde las Marismas del Guadalquivir; la trashumancia se practicaba en España desde el siglo XIII.

Dicen los americanos que España fue al Nuevo Mundo buscando “tres Ges” (God, Gold and Glory: Dios, Oro y Gloria). Pero si conocieran a fondo sus orígenes, a lo mejor se daban cuenta de que el famoso “sueño americano” empezó siendo un sueño español.

Por Fernando Pajares

(c) Agencia EFE