Llamar a alguien por el nombre de otros, un equívoco frecuente que tiene una causa
Texto: Carmen Murtagh
Todos tenemos un tío que parece pasar lista de sus sobrinos hasta dar con nuestro nombre, o una compañera de trabajo que insiste en llamarnos “Marta” cuando nuestro nombre es “María”. Al parecer, es un fenómeno que le sucede a mucha gente. ¿Será que no registramos bien los nombres? ¿Será distracción? ¿O ninguna de las dos? Veamos qué reveló una investigación reciente.
Javier… digo Juan… tú, ¡José!
Un reciente estudio de la Universidad de Duke publicado en 2016 por la revista Memory & Cognition, aporta algunas claves para entender por qué llamamos a las personas con el nombre de otras. Tras encuestar a más de 1,700 participantes, los investigadores descubrieron que lo hacemos siguiendo estos patrones:
– Confundimos los nombres de las personas que están en la misma categoría relacional. Es decir, llamamos a un amigo con el nombre de otro amigo y a un familiar con el nombre de otro familiar. Esto se explicaría por la forma en que nuestro cerebro archiva la información. Los nombres de los miembros de la familia parecen estar agrupados juntos, mientras que los de los amigos se presentarían en un “estante” diferente, como los libros catalogados en una biblioteca, explica el sitio del programa de TV, Today al reseñar esta investigación. Los errores ocurren dentro de esas categorías.
– A veces se llama a un familiar con el nombre de la mascota. Pero solo si la mascota es un perro. Esto podría deberse a que los perros responden más a menudo que los gatos a sus nombres, explica en el portal de noticias de la Universidad de Duke, la autora del estudio, Sandra Deffler. Por lo que estos nombres se usan con más frecuencia y “están más integrados en nuestras concepciones familiares”.
– Estas confusiones serían más probables cuando la persona está cansada, frustrada o enojada.
Este tipo de errores serían completamente normales y no representarían un síntoma de envejecimiento o deterioro cognitivo, dijo a Today la Dra. Emily Rogalski, especialista en neurociencias en la Universidad de Northwestern, al opinar sobre este estudio. Y agregó que no le sorprende que el estrés aumente la probabilidad de nombrar erróneamente, ya que la fatiga puede causar confusión en el cerebro.
Nada personal
Un estudio de la Universidad de Texas publicado en 2013 por la revista científica PLOS One ya había indagado las posibles causas de estos “lapsus”. Descubrió que las similitudes fonéticas podrían ayudar a la confusión (Jamie/Jason o Amanda/Samantha, por ejemplo). En cambio, las similitudes físicas no tendrían ninguna influencia. Por ejemplo, los padres a menudo se confunden los nombres de sus hijos, aunque no se parezcan, e incluso aunque sean un niño y una niña.
Si tus olvidos comienzan a preocuparte, deberías consultar con un médico.
¿En qué situación sueles confundir más los nombres de otros?
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