‘Los Bridgerton’ deja claro a Hollywood lo equivocado que estaba con su tabú más prejuicioso

El anuncio de que Regé-Jean Page se marchaba de Los Bridgerton puso a los fans de la serie de Shonda Rhimes en jaque. La primera temporada lo había convertido en el nuevo chico de moda y para la audiencia se hacía difícil imaginar la serie sin él. Pues bien, con la segunda entrega recién estrenada y de nuevo cosechando un éxito enorme, el Duque de Hastings ya es cosa del pasado. Ahora, la audiencia solo tiene ojos para Anthony Bridgerton.

El hermano mayor del clan protagoniza esta nueva temporada, centrada en su romance con Kate Sharma (Simone Ashley), siguiendo el orden de los libros de Julia Quinn en los que se basa la serie. Ya conocíamos a Lord Anthony, pero en estos nuevos capítulos ha pasado al frente para conquistarnos del todo. Y eso es gracias en gran medida al fantástico trabajo de Jonathan Bailey, el actor británico que le da vida. Con su talento y el embriagador efecto que causa en el público, está refutando un prejuicio arcaico que ha afectado a Hollywood durante mucho tiempo, demostrando que un actor abiertamente gay puede triunfar como galán romántico heterosexual.

Simone Ashley como Kate Sharma y Jonathan Bailey como Anthony Bridgerton en 'Los Bridgerton' (Liam Daniel/Netflix © 2022)
Simone Ashley como Kate Sharma y Jonathan Bailey como Anthony Bridgerton en 'Los Bridgerton' (Liam Daniel/Netflix © 2022)

Algo así no debería ser tan destacable, pero en el mundo del espectáculo, hasta no hace mucho, estar fuera del armario podía suponer una sentencia de muerte para la carrera de un artista. O al menos eso es lo que muchos creían. El propio Bailey reconocía recientemente, en una entrevista con la revista GQ, que al comienzo de su carrera sintió presión por ocultar su orientación sexual. El intérprete de 33 años decidió no decir abiertamente que era gay después de que un actor más conocido le dijera una frase que se le quedó grabada a fuego en el rodaje de una serie: “Hay dos cosas que no queremos saber: si eres alcohólico o si eres gay”.

“Lo único que hace falta es que una de esas personas en posición de poder te diga algo así para que te afecte”, continúa. “Así que empecé a pensar eso. Por supuesto, creía que para ser feliz tenía que ser hetero. Llegué a un punto en el que pensé ‘a la mierda, prefiero darle la mano a mi novio en público y poder poner mi verdadera cara en Tinder e vez de estar tan preocupado por eso antes que por conseguir un papel’”. Ahora, tras aparecer en series como Broadchurch, Crashing (de Phoebe Waller-Bridge) o Jack Ryan, y con su carrera cogiendo enorme impulso gracias a Los Bridgerton, el actor puede presumir de ser un actor abiertamente gay cuya sexualidad no define o determina por completo su trabajo. Uno que lo mismo hace de bisexual en el teatro (como en la obra Cock en la que actualmente hace de pareja de Taron Egerton) que de playboy de oro del siglo XIX.

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El tabú de la sexualidad ha azotado al mundo de la farándula desde los años dorados de Hollywood y, aunque parezca increíble, aun sigue condicionando a muchos actores y actrices en su camino para alcanzar el sueño de convertirse en estrellas. Son muchos los casos de actores que, para triunfar en el Séptimo Arte, tuvieron que ocultar quiénes eran en realidad, sacrificio que se debía hacer para preservar la fantasía romántica alrededor del sueño de Hollywood, en un tiempo en el que la homosexualidad no estaba tan aceptada como ahora.

Hablamos por supuesto de grandes estrellas del celuloide como Rock Hudson o de personalidades televisivas como el patriarca de La tribu de los Brady, Robert Reed. También son destacables, aunque menos conocidos, los casos de William Haines, actor que abandonó el cine en los años 40 para poder vivir abiertamente con el hombre de su vida (historia que Ryan Murphy adaptó en su miniserie Hollywood), y de Ross Alexander, promesa del cine en los años 30 que tuvo que vivir su homosexualidad en el armario y acabó suicidándose con tan solo 29 años. Saltando al mundo de la música, es imposible no acordarse de Ricky Martin, que ocultó durante décadas su sexualidad por miedo a perder su carrera, o el español Pablo Alborán, que hizo lo mismo hasta que salió del armario en 2020.

Es decir, no hace ni dos años una estrella de la música temía perder todo lo que tenía si se atrevía a vivir su verdad. Aunque la homofobia sigue causando estragos en muchos países y parece existir una nueva ola de intolerancia en todo el mundo que pone las cosas difíciles, la representación de la comunidad LGBTQ+ tanto delante como detrás de las cámaras va en aumento y cada vez se abren más puertas para que los actores y actrices queer, trans o de género no binario gocen de más oportunidades de cara a abrirse camino en Hollywood.

El caso de Jonathan Bailey es un triunfo, pero también nos recuerda que para que esto sea posible, muchos actores se han visto desplazados, rechazados e incluso condenados al ostracismo, tras decidir vivir su sexualidad de la misma manera que las estrellas heterosexuales, con normalidad. Hace unos años, Rupert Everett (La boda de mi mejor amigo), se quejaba de que “los hombres heterosexuales tienen todas las oportunidades de interpretar todos los personajes gay que quieran y ganar premios por ello, mientras que al contrario no funciona así” y afirmaba que su carrera había sufrido por declararse abiertamente homosexual.

Y tampoco podemos olvidar a Matt Bomer, durante mucho tiempo el candidato favorito para interpretar a Christian Grey en la película de Cincuenta sombras de Grey -rol que como todos saben fue a parar a Jamie Dornan. Muy sonadas fueron las declaraciones en 2012 del novelista Bret Easton Ellis, autor de American Psycho, que tras expresar su interés en escribir el guion de la adaptación del libro de E.L. James, dijo en Twitter Matt Bomer no es el adecuado para interpretar a Christian Grey porque es abiertamente gay. Es genial para otros papeles, pero este es demasiado grande para él”. Sus palabras causaron controversia y desataron el debate sobre si los actores homosexuales podían interpretar personajes heterosexuales. Un debate que en realidad nunca debió existir.

Neil Patrick Harris convenció a todo el mundo de que era un conquistador mujeriego durante nueve temporadas en Cómo conocí a vuestra madre, demostrando que ser abiertamente gay no tenía por qué ser un impedimento para desempeñar un papel heterosexual. Y lo mismo hizo el británico Andrew Scott, también homosexual, que dio vida al cura de Fleabag, bautizado como el hot priest por su atractivo y magnetismo. Su química con Phoebe Waller-Bridge era arrolladora y la audiencia, sin importar y género u orientación, cayó rendida a sus pies.

Con Jonathan Bailey está ocurriendo algo similar, pero a mayor escala, ya que Los Bridgerton es uno de los éxitos más masivos de Netflix y alcanza a un público mucho mayor. En su segunda temporada, la serie de época ha vuelto a romper récords, convirtiéndose en el estreno más visto de la plataforma para una serie en inglés. En estos días, los suscriptores están disfrutando de los nuevos capítulos, basados en El vizconde que me amó, el segundo volumen de la saga de Julia Quinn, y aunque hay división de opiniones, no se puede negar que su efecto en la audiencia es irrefrenable y la serie es un monstruo en las audiencias.

Críticas aparte, si en algo coincidimos la mayoría es que Bailey realiza un trabajo excelente como Anthony. No es un secreto que la serie (y las novelas en las que se basa) bebe mucho de las novelas románticas clásicas y, concretamente, de la obra de Jane Austen. La segunda temporada recoge bastante influencia de Orgullo y prejuicio o Sentido y sensibilidad, como ilustra ese homenaje tan comentado a la primera, en una escena en la que Anthony se cae al lago y emerge con su camisa blanca mojada pegada al cuerpo ante la mirada deseosa de las hermanas Sharma, un guiño clarísimo a Mr. Darcy, uno de los prototipos más importantes del caballero romántico clásico.

Jonathan Bailey como Anthony Bridgerton en la segunda temporada de 'Los Bridgerton' (Liam Daniel/Netflix © 2022)
Jonathan Bailey como Anthony Bridgerton en la segunda temporada de 'Los Bridgerton' (Liam Daniel/Netflix © 2022)

Bailey personifica a la perfección la esencia de ese tipo de personaje de la literatura y el cine, alzándose con elegante pasión como un seductor irresistible que levanta suspiros a su paso, tanto entre mujeres como hombres. Su química con Ashley es de primera y su atractivo no discrimina, pero es especialmente reseñable que guste tanto al público femenino, lo que no hace sino confirmar una vez más que ser abiertamente gay no tiene por que suponer barrera alguna para interpretar con convicción y poder seductor a un personaje heterosexual diseñado para hacer que las mujeres se abaniquen al mirarlo.

Hoy mismo, una amiga me ha comentado entre risas que su prima adolescente se ha enamorado por completo de Bailey viendo la serie y se ha sorprendido al descubrir que es gay tras ver sus redes sociales. Pero evidentemente, eso no le ha impedido seguir viendo a Lord Bridgerton con los mismos ojos, al igual que tantas otras mujeres que ven la serie sabiendo que Bailey es gay y siguen bebiendo los vientos por él. Porque otra cosa no tendría sentido, ya que es un personaje ficticio y la sexualidad del actor fuera de esa ficción no debería ser un factor.

Bailey es muy consciente del impacto de Los Bridgerton y espera que su desempeño en la serie sirva como ejemplo para que otros actores LGBTQ+ se animen a luchar por los papeles que quieren: "Con suerte, Anthony Bridgerton será un buen referente para cualquier joven actor queer, junto a tantos otros actores brillantes que también están haciendo mucho, en silencio o alzando la voz, y les animará a decir 'escucha, yo quiero luchar por ese trabajo, porque ese actor está fuera del armario y no pasa absolutamente nada'" (WhatsOnStage).

Sin dudas, el actor está abriendo camino. Y como él, o como Andrew Scott, también podrían hacerlo otros, si se les diera la oportunidad. Los tiempos cambian y los prejuicios van quedando atrás. Que Jonathan Bailey se convierta en un sex symbol a escala global interpretando a un héroe romántico heterosexual es una bofetada al Hollywood que creía que para triunfar, había que vivir en el armario, así como un mensaje de esperanza para los que vengan después y necesiten ese empujón para seguir sus pasos.

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