Los errores de los padres del siglo XXI que cuestan caro a sus hijos

Sobre proteger a los hijos puede causar trastornos psicológicos.
Sobre proteger a los hijos puede causar trastornos psicológicos.

Nadie nació sabiendo ser padre o madre y por muchos consejos, libros, podcasts y demás métodos de perfeccionamiento humano que se usen, a final de cuentas, es el día a día lo que marca la pauta de la educación a los hijos. El conocimiento es sabiduría, pero también se puede convertir en obsesión, en una ofuscación por la excelencia, por crear seres perfectos para esta vida llena de imperfecciones y eso, según John Marsden, puede pasar una factura irreversible a los más pequeños.

Este director de dos colegios catalogados como progresivos en Australia, docente y escritor cuenta desde su experiencia que las carencias en la paternidad están provocando problemas mentales a los hijos. La crianza en el siglo XXI es distinta a la de tiempos pasados, sin embargo, ¿es por ello mejor? Marsden lo tiene claro: “no”, y la razón que esgrime es la incapacidad de los padres por ser eficaces.

“El abuso emocional no se percibe de la misma manera que el físico porque no hay quemaduras de cigarros, moretones u ojos hinchados, pero supone un daño que nunca se puede reparar. Es para toda la vida”, afirmó durante una presentación de su libro, The Art Of Growing Up (el arte de crecer) en Sydney, Australia.

El escritor y educador, John Marsden (Getty Images)
El escritor y educador, John Marsden (Getty Images)

Uno de los problemas que se existen en estos tiempos es la sobreprotección de los hijos, el adaptar la vida de los padres a los pequeños en lugar de hacer lo contrario. Marsden apunta que este tipo de crianza crea comportamientos adictivos, depresión, enfados, tendencia a cometer crímenes y la aparición de sentimientos como la impotencia e indefensión debido a que no aprendieron a lidiar con problemas por ellos mismos, por medio de su propia experimentación y sin estar bajo la atenta mirada de unos padres extremadamente preocupados.

Algunos ejemplos de cómo tirar por tierra la educación a unos hijos según Marsden son: alabar todo lo que hacen los niños sin importar lo que bueno o malo que sea, los fracasos de los propios padres que acaban pasando a sus pequeños, el evitar castigos o tomas de decisiones, el no estar con ellos el tiempo suficiente o aquellos padres que actúan como amigos y no como lo que deberían de ser.

Hace cincuenta años, varios de estos ejemplos hubieran sido impensables. En líneas generales, en aquella época, los buenos padres eran los que basaban los valores de sus hijos en tres pilares: educación, respeto y responsabilidad. El trabajo duro, el tener al menos dos platos de comida todos los días y un techo bajo el que vivir eran las preocupaciones paternales. Y había costumbres que se aprendían por las buenas o por las malas como el llevar una vestimenta adecuada, un corte de pelo acorde, el adoptar buenas posturas al sentarse, el no rebatir la opinión de lo mayores o no interrumpirlos.

Estudios afirman que los padres autoritarios evitan determinados problemas en el futuro.
Estudios afirman que los padres autoritarios evitan determinados problemas en el futuro.

Los hijos de aquella generación cambiaron la manera de criar a los suyos. Percibieron los errores, los cuales tenían que ver generalmente con castigos físicos y un autoritarismo del que renegaron cuando les tocó su turno, y optaron por otra manera de hacer las cosas. A esto se le unió un esfuerzo de la psicología por enfocarse más en elaborar teorías sobre crecimiento social, emocional e intelectual que no existían anteriormente. En los últimos 30 años, todo tipo de teorías han desmontado la crianza tradicional y muchas de ellas se han concentrado en cómo eliminar estrés innecesario a los jóvenes. La salud emocional se convirtió en una prioridad y los pilares de educación, respeto y responsabilidad se fueron desgastando.

Quién hubiera previsto que las medidas para eliminar la ansiedad hayan acabado siendo las culpables de generar más estrés a los jóvenes y más presión a los padres, según Marsden. Que esa sobreprotección que ansió una generación criada bajo el autoritarismo y que acabó concediendo a sus hijos acabara volviéndose en su contra. Hay estudios que indican que los padres autoritarios y demandantes son los que más éxito tienen a la hora de criar y proteger a sus hijos de problemas como el abuso de drogas, por ejemplo, o de sentimientos como la impotencia, la indefensión, los enfados crónicos o depresiones.

Por otro lado, no existen estudios fiables sobre si una crianza laxa en autoridad que a la vez los protege contra elementos negativos ha afectado positivamente a los adolescentes en cuanto a su inteligencia emocional o empatía con los demás. Lo que parece claro es que no hay una fórmula perfecta y que ser padre es una tarea extremadamente difícil, más aún cuando se busca la perfección y se evita a cualquier precio la posibilidad de equivocarse.