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Música en serie: las grandes voces femeninas, de Juliette Greco a Belinda Carlisle, son el arma secreta de The Marvelous Mrs. Maisel

Una captura de The Marvelous Mrs. Maisel, una de las firmes candidatas
Una captura de The Marvelous Mrs. Maisel, una de las firmes candidatas

Con una cuarta temporada encargada por Amazon Prime Video en espera, The Marvelous Mrs. Maisel se reveló como una de las mejores comedias de la última década. No es menor que la idea y producción corra por cuenta de Amy Sherman-Palladino (Gilmore Girls) lo cual garantiza un guion aceitado y una producción capaz de ponernos en la Manhattan que transitó el traumático paso de los cincuenta a los 60. Tal la peripecia de Midge Maisel (Rachel Brosnahan) un ama de casa judía que deviene reina de la comedia de la café society neoyorquina. Desde la primera escena la música se integra al decorado trayendo el American Songbook de la época con mucho jazz melódico y pop preBeatles. Las voces femeninas mandan, estableciendo un puente entre aquellas que convivieron con el furor del rock and roll y las de la new wave de los 80 que se alternan en los cierres. Aquí, todas las voces que le dan voz a la entrañable Midge.

“Coin De Rue” (Juliette Greco, 1954). Role model de la joven existencialista, Juliette Greco capturó en su voz e imagen (un anticipo del flequillo sixties) la intensa bohemia parisina de los 50 donde la chanson y el jazz resistían el avance de la ola norteamericana. “Coin de Rue” (“Esquina”) es uno de sus clásicos escritos por el gran Charles Trenet y salió editada en simple como cara B de “Ça Va Le Diable” de otra leyenda francófona acaso más dramática: el belga Jacques Brel.

“Cry Me A River” (Julie London, 1955). La era del streaming le practicó respiración artificial a voces y divas del jazz como “la” London (1926-2000) cuya sensacional figura la convirtió en una sex symbol del easy listening (las tapas de sus discos la muestran como una Rita Hayworth jazzy de piernas largas). A contramano de su nombre no era inglesa sino californiana y brilló como actriz entre los años 50 y fines de los 70, cuando interpretó a la enfermera Dixie McCall en la serie Emergency! (1972-1979), un hito de la anterior era dorada de las series en la TV abierta. En este resurgimiento del formato su voz se puede escuchar también en Mad Men y The End Of The Fucking World. En “Cry Me A River” (compuesta por Arthur Hamilton) dio con un clásico en penumbras apenas acompañada por una guitarra eléctrica y un contrabajo. Desnuda, casi.

“Comme Moi” (Edith Piaf, 1958). La voz que simboliza a toda París (no solo la postal romántica sino la penuria de la posguerra, el abandono y la inmigración argelina) en su vibrato de contralto expresa mejor que ninguna el anhelo de Midge. “Comme Moi” forma parte de su tercer álbum tomado de una serie de presentaciones que hizo en el Olympia entre 1955 y 1962. Para entonces su fama era global, con ocho presentaciones en el Ed Sullivan Show y dos conciertos consagratorios en el Carnegie Hall de Nueva York. El imaginario parisino es parte de la precisa reconstrucción de Manhattan hecha por la serie.

“My Baby Just Cares For Me” (Nina Simone, 1959). Esta balada de jazz que Simone conduce desde su piano cerraba el lado A de su disco debut, conocido como Little Girl Blue o Jazz As Played In An Exclusive Side Street Club. Hay demasiado carácter aquí para entender cómo fue que esta voz formada en la música clásica trascendió géneros (soul, pop, rythm & blues) y épocas para atravesar las décadas como un ícono. A diferencia de otras cantantes, su voz no quedó anclada al decorado de series como The Marvelous Mrs. Maisel sino que refleja lo atemporal que reside en la protagonista. El tiempo de una cantante y compositora como Nina Simone siempre es hoy y, seguro, mañana es mejor para escucharla.

“Teach Me Tonight” (The McGuire Sisters, 1961). En su esmerada reconstrucción de época, la serie recupera el pop chart de fines de los 50 y principios de los 60 relegado por el impacto cultural de Elvis y Los Beatles después. Sin embargo, la lista de voces olvidadas en fundas de discos percudidas por la humedad es muy larga y parte del nuevo auge de las series es traerlas al presente. A diferencia de la London o Nina Simone, las hermanas Mc Guire (Ruby, Dottie y Phyllis) se relacionaban más con el music hall y un tipo de canción de jazz amable y armoniosa (las voces rozan la perfección angélica) que da cuenta del estilo que se suponía representaba lo femenino en el sueño americano. De la rama Doris Day, las McGuire publicaron esta canción marcada por el acento cocktail de un vibrafón en un compilado cuyo nombre bien podría traducirse como Una que sepamos todos.

“Come To The Supermarket (In Old Peking)” (Barbra Streisand, 1963). Habituados a sus éxitos posteriores (“Woman in Love”) es interesante redescubrir en el soundtrack de la serie a la temprana Streisand. Esta canción formó parte de The Barbra Streisand Album, su primer LP, que incluía el repertorio con el que se venía destacando en clubes del Village como el Gaslight Café, donde se revela el don de comediante de Midge. Barbra empezó a destacarse en el Bon Soir y el álbum fue grabado originalmente en ese club para capturar su atmósfera. Sin embargo, terminó haciéndolo en un estudio bajo la dirección de Peter Matz, con quien establecería a partir de entonces una larga sociedad. “Cry Me a River”, que escuchamos en la serie vía Julie London, era la apertura de este histórico debut.

“Dance This Mess Around” (The B-52′s, 1979). Si bien a lo largo de los capítulos la música de la serie está atada a la época, es en los títulos donde se suelta el DJ. Así el estilo retro-vintage copado por el smooth jazz, la chanson y el easy listening en las escenas entra en contraste con esos cierres donde la evolución del pop llega hasta el siglo XXI. B-52′s parece la opción perfecta en ese cruce: la puesta en escena de Los Picapiedras en un grupo new wave. O sea que dándole a The Marvelous Mrs. Maisel un sonido más contemporáneo estaban haciendo una lectura posmoderna y perversa de ese modelo americano entre 1956 y 1962. La fiesta anárquica de sus dos primeros discos (que merecen la misma consideración que el punk radical) tiene uno de sus puntos altos en este “Dance This Mess Around” donde se nombran fuera de contexto estilos de baile efímeros como el hippy-hippy shake. Las voces de Kate Pierson y Cindy Wilson traen el eco de unas hermanas McGuire pasadas de anfetaminas.

“Our Lips Are Sealed” (The Go Go’s, 1981). En la ola pop posterior al punk, The Go Go’s ocuparon el lugar que antes habían tenido las furiosas Runaways de Joan Jett y Lita Ford pero con mucho más éxito. Como aquellas pero tocando una música más amable, eran una formación clásica de chicas que ya no se contentaban con cantar (el boom de los grupos vocales de los 60) sino que tocaban y hacían sus propios arreglos. El debut Beauty and The Beat las llevó directo al puesto número uno de Billboard con canciones como ésta y encontró en Belinda Carlisle a su estrella, más cerca de Doris Day que de Debbie Harry, pero tan fotogénica como ellas dos.

“Cities in Dust” (Siouxsie & The Banshees, 1986). Una de las canciones más bailadas en las discotecas argentinas mientras el pospunk (The Cure, U2, Soft Cell, Billy Idol) se instaló como franquicia en la cabina de los disc jockeys que todavía no eran los DJ stars de los 90 y 2000. El álbum Tinderbox se había editado en el país con el incomprensible nombre de Yesquero (una variedad de hongo) y daba con el tono dark de 1986 explotado por Soda Stereo a partir de Nada personal. Siouxsie, la reina de hielo del punk inglés, y la atmósfera envolvente de la canción la convertían en una Cruella perfecta para ese gótico ochentas que se bailaba, tal cual Cerati escribió, en una suerte de danza rota.

“Tell That Girl To Shut Up” (Transvision Vamp, 1988). De fama efímera, los ingleses Transvision Vamp tuvieron su cuarto de hora en ese tramo final de los 80 recuperando algo de la frescura de la new wave original (todo remite a Blondie acá) y una afirmación arty que se dejaba ver en el nombre del álbum (Pop Art) y canciones como “Andy Warhol’s Dead”. La prensa musical británica encontró rápido una tendencia que duró lo que un suspiro: la “Blonde Wave”, bandas con chicas rubias al frente y hombres vestidos de negro detrás. En este caso la voz cantante la llevaba Wendy James cuya carrera solista tampoco llegó muy lejos. Para el contexto de la serie, una canción como “Tell That Girl To Shut Up” dice mucho sobre la evolución de la mujer en el pop desde los tiempos de Midge a hoy.