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La magia de animar cuadro por cuadro: los mexicanos que hicieron latir el corazón de ‘Pinocho’ de Guillermo del Toro

Crédito: MADERA - Art director Robert DeSue. Foto © Michel Amado / Netflix 2022
Crédito: MADERA - Art director Robert DeSue. Foto © Michel Amado / Netflix 2022

Cuando Pinocho de Guillermo del Toro obtuvo el galardón por mejor película animada en los Golden Globes, el director tapatío declaró que la animación es cine y arte. Durante este primer trimestre de 2023, el filme ya ha obtenido 10 premios y su creador no deja de poner en alto la importancia de la labor de animar.

Pinocho ha sido recibida por la crítica cinematográfica como una obra maestra, no solo por la historia, el guion, los escenarios o la foto, sino también por la técnica que se usó. En el caso de la fotografía, fue Frank Passingham quien estuvo a cargo de la dirección de esa área.

Passingham es director de fotografía con especialidad en stop motion y de escuela pictórica, es decir, proyecta en sus trabajos una técnica allegada a la pintura. Junto con él y un equipo de fotógrafos e iluminadores, en Pinocho se encuentra Michel Amado Carpio, artista, fotógrafo y cinematógrafo tapatío con 18 años de experiencia como director de fotografía en live action y stop motion. 

Amado Carpio tiene más de 80 proyectos, incluidas cinco películas (documental, blockbuster, cine independiente y animación), y dos premios nacionales, como el Premio Jalisco de Periodismo en la categoría de fotoperiodismo por “Pueblo quieto”, serie publicada en El Diario NTR en junio de 2016.

Con una amistad e intercambio constante de ideas con Passingham, Amado Carpio recibió la invitación para trabajar en el proyecto fotográfico de Pinocho en 2019, cuando el director de fotografía visitó Guadalajara durante un festival de animación.

“Visitó el estudio donde estaba fotografiando Insomnia —película de Luis Téllez— y se sorprendió de que en México con tan poco hiciéramos tanto. Era impresionante que con lo poquito que teníamos podíamos lograr cosas muy bellas”, cuenta en entrevista.

El corazón de Pinocho también lleva el talento jalisciense de los ‘Siete Animadores’, como se conoce a quienes forman parte del Taller de Chucho, un espacio donde las y los jóvenes desarrollan y perfeccionan sus técnicas en el cine de animación y stop motion

El taller nació por el empeño de Del Toro para tener un espacio con todas las posibilidades para hacer una producción completa.

“Eso lo hemos logrado gracias a la gestión por parte de Guillermo, que habló con la Universidad de Guadalajara. Decide que se haga este espacio (que) nos llevó casi dos años en adecuar, intervenirlo, ver necesidades técnicas y demás. Ya establecido nos preparamos para recibir el proyecto de Guillermo. Para él, era muy importante que tuviera una ‘patita’ de Guadalajara en su película”, relata Angélica Lares, directora del taller.

Crédito: MADERA – Art director Robert DeSue. Foto © Michel Amado / Netflix 2022
Crédito: MADERA – Art director Robert DeSue. Foto © Michel Amado / Netflix 2022

La luz en Pinocho

Amado Carpio explica que, si en una producción hay cualquier efecto físico como sombras, viento o eventos de luz, como una explosión, se debe recrear todo en un mismo cuadro.

Ejemplo de esto es la escena en la que Gepetto apaga la lámpara del buró y Pinocho le dice: “Buenas noches, papá”. Ahí, la luz de la lámpara se apaga cuadro por cuadro. 

“Había que hacer todo un proceso de matemáticas para que en cada cuadro, con el personaje ya listo, se tomara una foto. Se ponía la luz adecuada y luego tomaba la foto. ¡Clic! Entonces, en toda la foto se bajaba un poquito la luz y (se) tomaba la fotografía”, cuenta.

Amado Carpio ha construido su arte desde la tradición humanista de la fotografía documental europea, la herencia pictórica de las vanguardias del siglo XX y el estilo claroscurista de la luz barroca, además de la influencia de la narrativa cinematográfica y la lírica visual de la vida cotidiana. Para él, la imagen es un momento íntimo con la luz, la geometría y la composición para relatar historias.

“El stop motion te permite crear cualquier cosa de magia porque tienes la posibilidad de fotografiar cuadro por cuadro. Esa es la belleza del stop motion. Puedo hacer que la luz suba por un lado, que explote por otro porque voy modificando los valores y las posiciones de las lámparas”, añade.

Con 60 sets para fotografía en Pinocho, las tareas del proyecto las delegó Passingham en cinco equipos, que se dividieron todas las secuencias de la película. En la película, se identifican dos intenciones de luz: una cálida y otra fría.

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Passingham pidió a los equipos utilizar la luz de relleno, que es una lámpara o una luz para rellenar la zona de las sombras para que no se vea completamente negra. A esa luz de relleno se le coloca otro color, técnica que parte de la escuela pictórica donde las personas aprecian que la luz viene de un lado y se entintan las sombras. 

“La luz tiene dos intenciones: una, dependiendo de la posición de la luz principal, se genera un efecto dramático por la proporción de sombra que existe en el objeto. Entonces, la posición de la lámpara genera el drama y el efecto del contraste: qué tan oscuro y qué tan claro pueden ser las sombras (hace que) los colores controlen la emotividad”, dice Amado Carpio.

Si bien Passingham y su equipo no se encuentran nominados para los Oscar en la categoría de mejor fotografía, lo que hicieron en Pinocho los enorgullece y lo consideran un homenaje a la luz.

“La (luz) la construye en Pinocho pero trabaja la emotividad dentro de un set que está tan oscuro, las luces son tan controladas que nos permiten buscar la parte fantástica de la cinematografía, por eso Pinocho parece una pintura (y) es una obra de arte, porque no solo se construye desde una paleta de color muy inteligente y llena de virtud sino que, además, tiene este poder que envuelve el arte”, señala Amado Carpio.

Crédito: MADERA – Art director Robert DeSue. Foto ©️ Jason Patetzik / Netflix 2022
Crédito: MADERA – Art director Robert DeSue. Foto ©️ Jason Patetzik / Netflix 2022

La creatividad tapatía 

Con alrededor de 35 personas participando en diferentes momentos de la producción durante un año y medio en el Taller de Chucho, Angélica Lares cuenta que la labor se dividió en dos partes que se hicieron en Guadalajara.

La primera tuvo que ver con la secuencia de los conejos y todo lo que sucede después de la muerte de Pinocho al llevarlo al inframundo, la antesala en la que ve a la muerte y platica con ella. La segunda parte fue la secuencia del grillo, cuando por fin puede cantar su canción. Esa secuencia se hizo en el Taller de Chucho y fue la más larga de la película. Se llevo a cabo con dos animadores trabajando a doble turno.

Los ‘Siete Animadores’ tapatíos involucrados se desenvolvieron en diferentes áreas. Luis Téllez y René Castillo trabajaron dando vida en movimiento a las marionetas. También participó Sergio Valdivia, animador especializado en stop motion y uno de los jóvenes talentos emergentes de Guadalajara. 

Karla Castañeda y Juan Medina fueron encargados del departamento de arte. Rita Basulto estuvo al frente del departamento de cámara y luz. León Fernández se encargó de hacer las marionetas, en este caso, de los cuatro conejos. Finalmente, Sofía Carrillo trabajó en toda la parte de vestuario.

Para Lares, el corazón de la animación en el caso de Pinocho se encuentra en la energía que transmite una historia: “El stop motion lo que tiene es algo táctil, algo que tú como persona transmites energía a un objeto desde que lo creas en un escenario, desde que creas una marioneta tú, estás vertiendo tus ganas, tu amor, tu cariño en algo táctil, y después existe la magia de animarlo cuadro a cuadro (…) Todo lo que conlleva es corazón y es lo que nos transmitió Pinocho”.