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La magia del 'Un, dos, tres' sigue intacta y a las pruebas me remito

Muchos programas de televisión han tenido mascota. MIM de Los Sabios, a la gallina de Ahora caigo o Trancas y Barrancas de El Hormiguero. Pero ninguna de ellas tiene el calado que tuvo la calabaza Ruperta del concurso Un, dos, tres, responda otra vez. Un formato ideado por Chicho Ibáñez Serrador que el paso de los años está demostrando que es inmortal, y que su recuerdo no desaparece del imaginario colectivo aunque haga casi dos décadas de su última emisión.

Y así quedó patente esta semana en el programa La Noche D, de Eva Soriano, donde se realizó el enésimo homenaje al legado de Chicho.

El presentador de televisión peruano Kiko Ledgard durante la transmisión de su programa “Un, dos, tres”, Madrid, España, 1976. (Foto de Gianni Ferrari/Cover/Getty Images)
El presentador de televisión peruano Kiko Ledgard durante la transmisión de su programa “Un, dos, tres”, Madrid, España, 1976. (Foto de Gianni Ferrari/Cover/Getty Images)

En concreto, La Noche D giró alrededor de los concursos. Y se recordó El Precio Justo de Joaquín Prat o El Grand Prix de Ramón García, pero Un, dos, tres, responda otra vez, tuvo un peso especial. La que fuese su presentadora, Mayra Gómez Kemp, y Paula Vázquez, que empezó como azafata de este espacio en la etapa de los años 90, charlaron sobre aquel formato con Eva Soriano. Y fue muy emotivo cómo Paula ensalzó el trabajo de Mayra, que abrió camino a otras comunicadoras en la televisión, pues fue la primera mujer en presentar un concurso en horario nocturno, no ya en España, sino en todo el mundo. “Tú y yo estamos aquí por ella”, le dijo Paula a Eva, palabras que Mayra Gómez Kemp agradeció.

Como no podía ser de otra manera, Mayra y Paula acabaron convertida en pareja de concursantes del Un, dos, tres, y tuvieron que decir todas las frases popularizadas por el programa, como “hasta aquí puedo leer” o “campana y se acabó”. Por su parte, los colaboradores de La Noche D Leo Harlem y Florentino Fernández aparecieron vestidos de Tacañones, esto es, la parte negativa del programa. Y es que una de las señas de identidad del concurso de Chicho es que había una “parte negativa”, personajes que se enfadaban si los concursantes ganaban dinero y celebraban sus errores. Valentín Tornos (como don Cicuta), Juan Tamariz o Las Hermanas Hurtado fueron algunos de los tacañones más célebres del Un, dos, tres.

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Lo más llamativo es que el Un, dos, tres es un concurso que cumplió hace unas semanas 50 años desde su primera emisión, cuando lo presentaba Kiko Ledgard, y que no tiene una temporada nueva desde el cada vez más lejano 2004. No ha tenido una nueva vida como, por ejemplo, El precio justo, que resucitó el año pasado de la mano de Mediaset. Sin embargo, en el imaginario colectivo, mucha gente tiene muy fresca la imagen de Mayra leyendo tarjetitas, a los concursantes ganando apartamentos en Torrevieja, Alicante, o a las hermanas Hurtado haciendo alguna de sus rimas.

Como bien destacó La Noche D, uno de los factores que hicieron que el Un, dos, tres, responda otra vez conectase tan bien con los espectadores, fue esa sensación de familiaridad, en la que los chascarrillos se repetían día sí, día también. El piticlín, piticlín de Bigote Arrocet, el “y eso duele” que decía Fedra Lorente como La Bombi, el “y hasta aquí puedo leer” que se decía al leer las tarjetas de los premios. Era un programa muy participativo, en el que el público, tanto el del plató, como el que estaba en casa, tenía mucha importancia. Y es que desde tu sofá podías ganar incluso el mismo premio que los concursantes, a través de aquel sorteo de los sufridores en casa, que implicaba mandar un código de barras de una marca de batidos para concursar.

Luego estaba la propia dinámica del programa, diferenciada en tres partes, y de ahí el título con el que fue bautizado. La primera se centraba en preguntas de cultura general, la segunda en una prueba física, y la tercera, en el más puro azar, por lo que se unía, por primera vez en televisión, los tres tipos de concursos que existían en la pequeña pantalla. Todo ello aderezado con coreografías de las azafatas, actuaciones musicales, pequeñas entrevistas, chistes de humoristas. Es que, realmente, el Un, dos, tres, responda otra vez lo tenía todo para triunfar. Incluso, podemos destacar que se adelantó al género de los realities de aventuras, pues allá en los años 70 tuvo una sección llamada La expedición, en la que una pareja de concursantes tenía que viajar al otro lado del mundo para lograr ostras que tuviesen perlas en su interior, con la promesa de lograr jugosos premios.

Como amante de la televisión, reconozco que el Un, dos, tres es mi debilidad, porque realmente escribió su nombre con letras de oro en la historia de nuestro audiovisual. Desde hace ya más de dos décadas he coleccionado multitud de piezas de merchandising del programa, que van de peluches de la calabaza Ruperta a los juegos de mesa, pasando por los discos de vinilo, los libros oficiales o muñecos de goma del Chollo, el Antichollo, el Boom y el Crack, otras de las mascotas que pasaron por el concurso. Porque tienen algo mágico, un magnetismo que no lograron otros programas de la televisión.

Y esa fascinación la tengo yo y también otros tantos profesionales del mundo del periodismo y del audiovisual. Hacer un homenaje al Un, dos, tres se ha convertido en algo de lo más frecuente de la televisión. Desde Sálvame a El Hormiguero, pasando por el desaparecido ¡Qué tiempo tan feliz! o Lazos de sangre. Hasta en Cuéntame cómo pasó vimos a Merche y Antonio como concursantes, y a Carlitos visitar su plató en una de las excursiones del colegio.

La Noche D ha sido la última en homenajear al Un, dos, tres, pero seguro que no es el último que vemos. El paso del tiempo está demostrando que es un formato inmortal, como ningún otro. Ojalá algún día TVE se anime a darle una nueva vida, actualizando, eso sí, las dinámicas y los tiempos a la actual forma de hacer televisión. Y ya puestos, propongo que sea la propia Paula Vázquez la que tome el testigo de Mayra Gómez Kemp, porque realmente es una presentadora como la copa de un pino y es una pena que ya la veamos muy poco en la televisión, al menos, en abierto.

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