Marlon Brando: romances, dramas, acusaciones y la frenética vida sexual de un mito

"La gente miente constantemente diciendo cosas que no piensa o siente intentando dar una apariencia para encajar. Eso es actuar. Lo hacemos todos los días, para salvarnos". Con estas palabras resumía en 1973 Marlon Brando, en una entrevista con Dick Cavett, lo que para él significaba la actuación: una estrategia de supervivencia.

Nacido en Ohama, Nebraska, en 1924, y fallecido un día como hoy en 2004, el actor vivió una infancia traumática y violenta. Atravesó desórdenes emocionales, romances tormentosos, el suicidio de una de sus hijas y el encarcelamiento de otro de sus descendientes por asesinar a la pareja de ésta. Criticó a Hollywood, vivió la decadencia física y la bancarrota y encarnó una figura única inmortalizada más allá de la pantalla.

Tildado de impulsivo, egocéntrico, hedonista, salvaje, promiscuo, difícil, amante indomable, posesivo e infinidad de calificativos que buscaron compararlo con su personaje de Stanley Kowalski en “Un tranvía llamado deseoW (1951), Brando se convirtió en un mito rodeado de incesantes interrogantes.

Así como Ava Gardner, este otro "animal más bello del mundo" ejerció en ocasiones de agudo observador del comportamiento humano e hizo de espejo a otras figuras del espectáculo. Con un método actoral infalible, el artista que supo llevar verdad al cine recorrió asimismo el camino inverso ante los papeles asumidos en el libreto de su propia existencia. "Cuando tienes miedo o estás incómodo o enojado, te controlas. Si tienes que vender un producto y odias a tu jefe, que viene con propuestas imposibles que te hacen vomitar, vas a cambiar tu cara, decirle que es genial y mostrar entusiasmo. Y lo haces día tras día para poder sobrevivir a tu trabajo. Es otro tipo de actuación, juegas un rol", reflexionaba a sus 50 años.

A dieciséis años de su muerte, a la que llegó cumplidos los 80, un recorrido por algunos de los hitos personales del actor de “El Padrino” permite recordar algunos hechos que marcaron su vida.

En más de una ocasión, Brando aseguró que su infancia estuvo marcada por un hogar disfuncional y violento

Marlon Brando creció en un hogar disfuncional y violento, según las descripciones que él mismo realizaría en distintos momentos de su vida. Llegó a expresar un profundo resentimiento hacia un padre tirano que lo golpeaba a él y a su madre; en el terreno psicológico, constantes descalificaciones hacia su hijo habrían inculcado a su tierna edad una sensación de inferioridad.

La dependencia de su madre por la bebida y el abandono del que sería víctima en su infancia moldearon una personalidad que se revelaría con los años. "Hubiera estado mejor en un orfanato", confesó en su madurez.

En las grabaciones de voz que él mismo registró revelando sus pensamientos y que se incluyen en el documental “Listen to me Marlon” (2015), el actor resume cómo la interpretación se volvió para él en un refugio dónde canalizar sus traumas. "Cuando lo que eres de niño no es deseado, buscas una identidad que sea aceptable", dijo el actor.

"Era disléxico, robaba, mentía, tocaba la batería muy fuerte y era expulsado y abandonado por la experiencia vivida con sus padres", señala el escritor William J. Mann en el libro “The Contender” (2019), en el que traza un retrato descarnado del actor. "Si una mentira le es válida, Marlon no dirá la verdad. La verdad lo aburría. Le parecía sosa en comparación con una buena mentira, una improvisación y una rabieta a tiempo", indica el autor en base a algunos testimonios.

Desertor de la escuela secundaria y joven rebelde, a sus 18 años dormía en las calles en Nueva York recién llegado de Nebraska, aunque pronto comenzaría a desarrollar de forma precoz y con una voracidad reseñable sus cualidades como intérprete tras sus inicios formativos de la mano de maestros como Stella Adler, discípula de Stanislavski.

Cuando su ardiente atractivo sexual iluminaba la gran pantalla, uno de los primeros romances conocidos del actor se daba con la actriz puertorriqueña Rita Moreno, con quien mantuvo un apasionado a la par de obsesivo vínculo hasta que conoció a quien se convertiría en su primera esposa.

Brando estuvo casado tres veces. Su primer matrimonio fue con Anna Kashfi en 1957, actriz nacida en Calcuta de origen irlandés con la que tuvo un hijo, Christian Brando, y de quien se divorció en malos términos en 1959.

Al año siguiente, el artista volvería a probar suerte en el amor con la intérprete mexicana Movita Castaneda, a quien conoció en el set de “¡Viva Zapata!” y con la que tuvo dos hijos, Miko y Rebecca. Esta unión también fue fugaz y el actor dejaría a su esposa para iniciar una relación con la también actriz Tarita Teriipaia, una joven de 20 años nacida en Bora Bora a la que doblaba en edad y a la que conoció en 1962 durante el rodaje de “Motín a bordo” en la Polinesia Francesa. Tras casarse, Tarita dio a luz a Rebecca, Simon y Cheyenne. Atraído por el encanto de estos parajes, Brando compró años más tarde Tetiaroa, una pequeña isla situada a 30 millas al norte de Tahití. Este último matrimonio duró una década.

En los 70, el actor mantuvo numerosos vínculos amorosos, entre ellos con Yachio Tsubaki, la hija de un maestro zen, y con su ama de llaves, María Cristina Ruíz, con la que tuvo otros tres hijos: Ninna, Miles y Timothy.

La mayoría de los perfiles atribuyen a Brando once hijos, aunque el biógrafo Peter Manso cree que pudo haber dejado hasta 15 descendientes y afirma que el actor pagó por numerosos abortos.

"Perseguí a mujeres para maquillar lo que mi madre nunca pudo darme y por hacer daño a mi padre", decía él mismo. Según afirmaron algunos de sus vínculos, necesitaba tener el control de las relaciones para no sufrir.

En una entrevista con Vulture, el legendario productor Quincy Jones dijo de él: "Con su encanto, Marlon Brando podía desnudar a cualquiera. Era el hijo de pu... más encantador que podías conocer. Tuvo sexo con cualquier cosa, hasta con un buzón: James Baldwin, Richard Pryor, Marvin Gaye".

Como relata Mann en su libro, Brando prefería relaciones sin ataduras, mayormente con mujeres, aunque también con hombres. Entre sus muchas conquistas se han mencionado los nombres de Christian Marquand, Pier Angeli, Shelley Winters, Nancy Qwan, Katy Jurado, Marvin Gaye, Wally Cox, James Baldwin y Marilyn Monroe.

En el libro “Bobby y Jackie: Una historia de amor”, el escritor C. David Heymann cuenta que en 1964 la viuda de John F. Kennedy y el aclamado actor de “El Padrino” mantuvieron un breve romance de "dos noches de pasión".

En la biografía “James Dean: Tomorrow Never Comes”, los autores Darwin Porter y Danforth Prince afirman que el protagonista de Rebelde sin causa mantuvo una relación sadomasoquista secreta en la que Brando encarnaba al amo y Dean, al esclavo.

En base a testimonios de periodistas y amigos del astro, los autores señalan que, contrariamente a lo que Brando relató en sus memorias (decía que él y Dean nunca fueron amigos), "ambos mantuvieron una relación de alto voltaje en la que se mezclaban los juegos sexuales y psicológicos". La publicación cuenta que, tras conocerse en Nueva York en torno a 1949, "Dean se había enamorado de Brando" dentro de la dinámica de un amor no correspondido.

Otra de las aventuras atribuidas al actor lo vincula al comediante Richard Pryor. Su viuda, Jennifer Lee Pryor, aseguró en una entrevista con el portal TMZ que al comediante le gustaban tanto los hombres como las mujeres y que con Brando estuvo involucrado sentimentalmente. "Eran los años 70 y las drogas todavía eran buenas. Si te metías suficiente cocaína, podías dormir con un radiador y mandarle flores por la mañana", expresaba irónica.

Brando hablaba abiertamente y con naturalidad acerca de la relación entre personas del mismo sexo. "Como una gran cantidad de hombres, yo también tuve experiencias homosexuales y no estoy avergonzado", aseguró.

Entre los dramas más acuciantes en la vida del actor, destaca el suicidio de su hija Cheyenne en 1995, cinco años después de que su medio hermano, Christian Brando, asesinara al novio de ésta, Dag Drollet, el 16 de mayo de 1990. Brando nunca logró sobreponerse a este episodio ni al encarcelamiento de quien era su hijo predilecto y supuesto autor del crimen cometido en una de sus propiedades en Hollywood Hills.

El éxito arrollador llegó para Brando al interpretar a Don Vito Corleone en “El padrino”, caracterización que le valió un Oscar. Sin embargo, el actor rechazó la estatuilla en señal de protesta ante la forma en que Hollywood había discriminado tradicionalmente a los nativos norteamericanos en sus producciones. En su lugar, envió a la ceremonia de entrega de los premios a una representante indígena, Sacheem Littlefeather, quien pronunció un discurso aleccionador por el trato recibido por estas comunidades.

Desde los años 60 en adelante, Brando luchó a favor de los derechos civiles y llegó a estar al lado de Martin Luther King poco antes de la muerte del activista que se convertiría en un símbolo de la lucha contra el racismo.

Marlon Brando protagonizó “Último tango en París” (1972) a sus 48 años, bajo la dirección de Bernardo Bertolucci. Su coprotagonista, Maria Schneider, de entonces 19 años, denunció tiempo más tarde que se había sentido "violada y humillada" en la filmación de una recordada escena en la que ambos forcejean en el suelo.

Ante el escándalo mediático, Bertolucci reconoció que buscaban "credibilidad" en la interpretación y salió a defenderse: "Algunos han creído que ella no estaba informada de la violencia contra ella. Falso. Maria sabía todo porque había leído el guión, donde todo estaba descrito. Lo único nuevo con respecto al guión fue la idea de la mantequilla. Eso fue, según supe muchos años después, lo que la ofendió. No la violencia que sufrió en la escena y que estaba prevista en el film", explicó más tarde el cineasta italiano.

"Nunca lo perdoné (a Bertolucci) por la forma en la que me trató. Incluso cuando nos cruzamos en Tokyo, en 1990, lo ignoré", dijo luego la actriz, que también afirmó sentirse ultrajada ante la actitud de Brando.

Éxitos, dramas, acusaciones y excesos marcaron la vida de Marlon Brando, actor que llegó a la vejez con un aspecto físico muy alejado del estereotipo de belleza y sensualidad que lo había definido en sus años de gloria.

Víctima de la obesidad (llegó a pesar 160 kilos), afectado de diabetes, con problemas respiratorios y luego de unas últimas apariciones en las que se lo vio en silla de ruedas y con un tubo de oxígeno, el mito de Hollywood fallecía a sus 80 años desmejorado, con problemas legales y en bancarrota.

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