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‘MasterChef’ vivió su noche más bochornosa y la culpa no es de los aspirantes

En estas páginas hemos advertido con anterioridad de cómo MasterChef a veces pone por delante las tramas personales de los concursantes que sus buenos cocinados. Sus ligues, tonteos, besitos, intereses, filias y fobias. Samantha Vallejo-Nágera, reputada empresaria hostelera, se ha ensalzado como una sosias gastronómica de Jorge Javier Vázquez, para preguntar que quién le gusta a quién, que si hablan o si se dejan de hablar. Y pocas veces la vemos interesarse por las raíces culinarias de sus aspirantes, algo extensible a Jordi Cruz o Pepe Rodríguez. Como consecuencia de premiar los contenidos de corazón por encima de los cocinados, anoche el programa vivió su noche más bochornosa, no sé si de toda la temporada o si se puede hacer extensivo a otras etapas del concurso. Y ojo, que la culpa no es de los aspirantes. O no solo de ellos.

El desastre se produjo nada más arrancar la emisión. Divididos por grupos de cuatro, elegidos por los propios jueces, los aspirantes debían hacer, de forma individual, cuatro elaboraciones elementales y relativamente sencillas. Cuando el primero terminase su plato con éxito, tomaría el testigo el siguiente, y así, hasta terminar un menú de cuatro elaboraciones.

El primero en cubrirse de gloria fue Luismi, el bombero que en episodios pasados tenía interés por su compañera Patricia, tal como ya nos habían dejado claro hasta la saciedad. El autor de un plato tan malo como para ser catalogado como el primo del ‘león come gamba’ fue incapaz de sacar con soltura unos huevos benedictinos. Por más que la jueza Samantha le explicaba que no tenía que colocarle el pan encima él insistía, no sabía realizar la salsa… Una hora tardo el alma de cántaro en terminar un platillo tan corriente, en el que no atinaba ni a poner el salmón en su lugar.

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Luego fue María Lo, de su mismo equipo, la que tropezó; la gaditana de padre chino no conseguía hilar sus nervios y preparar un suflé de queso. Sudó la gota gorda para terminarlo, y en su caso, se frustró de verdad, pues es una chica muy exigente, que simplemente no daba con la tecla. Metió la pata, pero el resto de la competición ha demostrado lo fiera que es.

MADRID, ESPAÑA - 7 DE ABRIL: (I-D) Samantha Vallejo-Nágera, Pepe Rodríguez y Jordi Cruz asisten a la presentación de
MADRID, ESPAÑA - 7 DE ABRIL: (I-D) Samantha Vallejo-Nágera, Pepe Rodríguez y Jordi Cruz asisten a la presentación de "MasterChef 10" el 7 de abril de 2022 en Madrid, España. (Foto de Aldara Zarraoa/Getty Images)

La última fase de la prueba era elaborar un flan, con un caramelo y nata. Algo que se ha hecho en casi cualquier hogar alguna vez. Pues bien, Adrián, David y Verónica no consiguieron tampoco hacer este postre, probando una y otra vez. David tenía tal desconocimiento sobre el flan que hasta olvidó echarle huevos. Pasaba el tiempo, se tiraban platos a la basura una y otra vez, hasta que la paciencia de los jueces terminó (y brilló el sentido común) y cancelaron la prueba. Como consecuencia, la prueba se saldó con cuatro delantales negros. Verónica lamentó haber tenido solo dos oportunidades de hacer el flan, pues tomó el testigo más tarde, pero no atinaba ni a hacer un buen caramelo.

Como espectador, la prueba se hizo larga y tediosa. Llegaba un momento que te daban ganas de dar el salto a la pantalla del televisor y hacer tú el flan de marras solo para que se acabase la agonía. Pero entendías que la culpa no era exclusivamente de los aspirantes, sino también del propio programa. Como alguno lamentó, aprenden a hacer esferificaciones y otras elaboraciones muy complicadas y se deja a un lado la cocina más elemental y básica. El enfoque no está en el camino correcto.

En la prueba de eliminación la cosa no fue mucho mejor. Con el juego del robo mediante, los cocineros en la cuerda floja debían elaborar un plato de pasta, y aquellos que se ganaron el mandil negro en la primera prueba, hasta dos. Volvió a salir todo fatal, otra elaboración básica que se va al garete (o al cubo de la basura). David y María Lo, que tenían el pin de la inmunidad, decidieron entregarlo, sabiendo que su plato era un desastre. Adrián tuvo un plato malo, pero peor fue el de Patricia y el de Teresa, quien hasta ese momento se alzaba como una gran favorita. Y en un giro inesperado, los jueces apostaron por cortar a estas dos últimas concursantes, una nueva doble eliminación que se han sacado de debajo de la manga.

Con la marcha de Teresa, el programa se queda bastante huérfano, ya que era una de las concursantes más fuertes, con diferencia, y una posible finalista. Espero que todo esto sea un giro del programa para traerla de vuelta en la repesca, en lugar de alguien que se lo merezca menos. Del mismo modo, uno se pregunta cómo puede seguir ahí Luismi, el del huevo benedictino, el del león come gamba 2.0, que encima se salvó del delantal negro en la prueba de exteriores. Un chico que cocina poco y mal, pero que parece que interesa por su perfil ‘atractivo’ y su personalidad un tanto densa, pues saca de quicio a todos sus compañeros. Y a veces da la sensación de que a MasterChef le interesa más ese punto reality que el hecho de que sus aspirantes realicen platos magistrales.

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