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Ocho momentos importantes en la moda responsable este año

Hojas de Circulose en la nueva planta de reciclaje textil de Renewcell en Sundsvall, Suecia, el 25 de noviembre de 2022. (Felix Odell/The New York Times).
Hojas de Circulose en la nueva planta de reciclaje textil de Renewcell en Sundsvall, Suecia, el 25 de noviembre de 2022. (Felix Odell/The New York Times).

¿Quién decide qué es ecológico y qué es lavado ecológico? ¿Es bueno que cada vez más famosos y estrellas de la telerrealidad opten por la ropa de segunda mano? ¿Hasta qué punto deben intervenir los gobiernos en materia de sustentabilidad? ¿Qué protección tienen los trabajadores de la confección?

Estas son solo algunas de las preguntas que dominaron el debate en 2022 sobre cómo la industria de la moda puede reducir su impacto en el planeta y proteger a sus cientos de miles de trabajadores en los países pobres.

De cara a 2023, los precios de la energía se disparan en Europa, la cadena de suministro mundial se interrumpe y el costo de la vida aumenta en muchas partes del mundo. Se espera que todos esos factores planteen retos a un sector presionado por los reguladores y los consumidores para encontrar soluciones significativas, y rápido.

A continuación, algunos de los momentos más memorables de la moda responsable en 2022.

Shein continuó su dominio en la moda rápida

Mucha gente no sabe cómo se pronuncia Shein (es “shi-in”), el gigante chino de la moda rápida, pero lo más probable es que haya oído hablar de él, haya comprado su ropa o incluso lo haya boicoteado.

Shein acaparó muchos titulares en 2022: hubo investigaciones por violaciones laborales y denuncias de elevados niveles de plomo en algunos productos. En la Cumbre de la Moda de Copenhague, celebrada en junio, Shein se comprometió a donar 15 millones de dólares en tres años a la Fundación Or, una organización benéfica que trabaja en Kantamanto, el mayor mercado de ropa de segunda mano del mundo, en Accra, Ghana. El compromiso suscitó acusaciones de “lavado ecológico”, mientras la empresa seguía amasando una fortuna con la venta de ropa superbarata.

Es difícil saber si estos informes negativos han afectado a la empresa. Según un estudio elaborado por Money.co.uk y publicado en diciembre, Shein fue la marca de moda más popular del mundo este año. Tras analizar los datos de un año de búsquedas en Google, Shein encabezó la lista de las marcas más buscadas en 113 países del mundo, superando a Zara en el primer puesto.

El fundador de Patagonia entregó su compañía para combatir el cambio climático

Patagonia lleva mucho tiempo posicionándose como una marca a la vanguardia de la lucha contra el cambio climático, pues dona el uno por ciento de sus ventas a causas medioambientales desde 1985. Pero este año, su fundador, Yvon Chouinard, dio un paso audaz: regaló su empresa.

Él, su mujer y sus hijos cedieron Patagonia a un grupo sin fines de lucro, con el fin de garantizar que todas las utilidades de la empresa —casi 100 millones de dólares al año— se destinen a financiar actividades de conservación en todo el mundo. Según Bloomberg, esta medida permitirá a la familia Chouinard evitar un importante impacto fiscal, pero también puede sentar un precedente para otras muchas dinastías de ricos de la moda.

Las estrellas participaron de manera diferente en la alfombra roja

En 2022, se difundió el mensaje de que, para que la industria de la moda reduzca su huella medioambiental, más marcas tendrán que incorporar servicios de reparación, reventa y alquiler a sus modelos de negocio. Espoleadas por el aumento de la popularidad de la ropa de alquiler, que ya ha sido adoptada por influentes, un puñado de megaestrellas también empezaron a alquilar alta costura para sus apariciones en la alfombra roja. ¿La salida más notable de este año? Una aparición este mes de la princesa de Gales, que lució un vestido verde vivo sin hombros de Emilia Wickstead en la ceremonia de entrega de los premios Earthshot en Boston, que alquiló por 74 libras, cerca de 90 dólares, en el sitio web británico Hurr.

Grandes preguntas sobre cómo la moda mide el progreso

La Sustainable Apparel Coalition ha sido uno de los grupos comerciales de la moda más poderosos centrados en la sustentabilidad. Sus herramientas, conocidas como el Índice Higg, son utilizadas por empresas como Walmart, Nike y H&M Group, y se consideraban una norma de facto del sector para medir el impacto medioambiental y social. Hasta que dejó de serlo.

En la primavera de este año, los reguladores noruegos declararon que los datos de Higg no eran suficientes para las afirmaciones de la mercadotecnia medioambiental. Una investigación de Quartz concluyó que las puntuaciones medioambientales de H&M eran “engañosas” y “rotundamente falaces”. Además, un artículo de The New York Times afirmó que el índice favorecía claramente a los materiales sintéticos fabricados a partir de combustibles fósiles frente a los naturales, como el algodón o el cuero.

Alimentado por otras polémicas, como la auditoría fraudulenta del algodón orgánico en la India, el debate sobre cómo la moda puede crear una forma estandarizada de medir y justificar las afirmaciones de sostenibilidad de las empresas no hace más que acalorarse, sin que se vislumbre una solución clara.

Nuevas leyes con el objetivo de reparar la industria de la moda

Este año, muchos gobiernos parecieron despertar ante el hecho de que las empresas no se están reformando a un ritmo y a una escala que permitan combatir el cambio climático de forma significativa. En enero, los organizadores de la Ley de la moda presentaron un proyecto de ley que, de aprobarse, convertiría a Nueva York en el primer estado del país en aprobar una legislación que establecería amplias normas de sustentabilidad.

En mayo, la senadora Kirsten Gillibrand presentó la ley federal conocida como FABRIC Act, destinada a promulgar mejores protecciones laborales para los trabajadores de la confección estadounidenses, así como incentivos a la fabricación. En noviembre, la Comisión Europea propuso nuevas normas para reducir los residuos de envases que afectarían a cosas como los frascos de perfume y los empaques de comercio electrónico.

Reforzar la supervisión gubernamental puede ser un proceso lento y complicado, pero su inicio ha animado a los defensores del clima.

Una relación cambiante entre la moda rápida y la telerrealidad

La relación simbiótica entre los programas de telerrealidad y las marcas de moda rápida como Fashion Nova, Shein y Boohoo está bien establecida. Pero en mayo, “Love Island”, el exitoso “reality” británico de citas que ha convertido a decenas de concursantes en influentes, acogió a un nuevo patrocinador, eBay UK.

Durante varios años, los concursantes de “Love Island” vistieron la marca de moda rápida I Saw It First, que vende ropa por tan solo 3 dólares. Pero esta temporada, los concursantes vistieron ropa y accesorios de segunda mano para promover las compras responsables.

Nuevos materiales y procesos de manufactura

La industria de la moda sigue dependiendo en gran medida de tejidos y materiales basados en combustibles fósiles. Un informe de diciembre del grupo de cabildeo ambiental Changing Markets Foundation descubrió que las marcas siguen enmascarando su dependencia de los sintéticos con el pretexto de aumentar su compromiso con los materiales sustentables.

No obstante, aunque no se debe dar excesiva prioridad a la invención sobre la implementación, que es lo que realmente garantiza el cambio, este año han llamado la atención varias innovaciones que tienen el potencial de cambiar algunos procesos de fabricación de ropa. Una nueva planta de reciclaje textil en Suecia, gestionada por Renewcell, que crea un material llamado Circulose a partir de residuos de algodón, declaró haber alcanzado su plena capacidad de producción tras firmar acuerdos con marcas como H&M y Zara.

Los trabajadores de la confección defendieron sus derechos

Las marcas de moda rara vez son propietarias de las fábricas que confeccionan sus prendas. La inmensa mayoría de los pedidos de ropa y calzado se subcontratan a proveedores de mercados emergentes, donde los gastos generales son baratos y el coste de la mano de obra humana aún más. En 2022, cientos de miles de trabajadores de la confección, que impulsan el comercio mundial de ropa, salieron a la calle para protestar por los salarios y las condiciones de trabajo, mientras la inflación y la cancelación de pedidos hacían mella. En Haití, Tailandia, Birmania, Bangladés y Pakistán, muchos utilizaron las redes sociales para alertar al mundo sobre su causa.

La noticia en diciembre de que los trabajadores de las fábricas de Pakistán estarían ahora protegidos por el Acuerdo Internacional, un acuerdo sobre salud y seguridad con validez jurídica, fue un paso importante. Pero el furor desatado al comienzo de la Copa del Mundo por los malos tratos infligidos a miles de trabajadores que confeccionan uniformes de fútbol para empresas como Adidas y Nike fue otro duro recordatorio de que aún queda mucho camino por recorrer.

© 2022 The New York Times Company