A Monsiváis no le gustaba el futbol… pero respondía sobre la Selección (hasta Sudáfrica 2010)

Al cronista Carlos Monsiváis no le gustaba el futbol, pero contestaba preguntas incómodas sobre el llamado Juego del Hombre. Su única alineación la conformaban 13 gatos, en una casa con más de 20 mil libros y ninguno sobre cómo ganar una Copa del Mundo. Irónicamente, Monsi murió en pleno Mundial, en Sudáfrica 2010, entre el triunfo del Tri ante Francia y la derrota ante Uruguay.

Hace un par de décadas tuve el atrevimiento de llamar al teléfono local de Carlos Monsiváis, para hablar de futbol. La periodista que me pasó su número me dijo claramente: “Al maestro Monsi no le interesa el juego de las patadas. ¡Te va a colgar!”.

Lo intenté.

Señor Monsiváis, le hablo para que me dé su opinión sobre la Selección Mexicana y su futuro en el próximo mundial (1998).

—Creo que se equivocó de número, joven. No le quito su tiempo.

—¿Es usted el cronista Carlos Monsiváis?

—Que yo sepa, sí. Así me llamo.

—Me gustaría que me diera su once del Tri en el juego inaugural.

—Insisto, se equivocó de personaje. No conozco la alineación de ningún equipo. Tampoco soy el técnico de la Selección.

—No me diga que nunca ha visto un juego del equipo de todos.

Nunca he visto un juego de futbol y eso me hace pertenecer a una minoría inconcebible.

—¿No ha gritado la palabra gol?

—Nooo. Tampoco he gritado viva Villa.

—Un buen cronista debe narrar algún día un partido de México.

—No recuerdo triunfos ni derrotas de la Selección. Al excluirme de las emociones del futbol, me he separado de la mayoría.

—Oiga, ¿no se ha puesto la camiseta del equipo de todos?

Tampoco me he puesto una del PRI o de alguna marca refresquera.

—¿Qué va a hacer durante el Mundial?

—Seguramente veré algunas películas.

—¿Lo veré algún día en el Estadio Azteca?

—No lo creo. Buenas noches.

***

Las llamadas a la casa del número 60 de la calle San Simón, en la Portales, se repitieron cada que se acercaba una Copa del Mundo. Carlos Monsiváis contestaba educadamente, aunque no era un tema que le importara. En su casa había más de 20 mil libros y ninguno trataba de alineaciones o cómo llegar a ser un magnífico entrenador de futbol. En sus repisas había historietas, luchadores de plástico y arte popular, pero ningún trofeo ganado en alguna cascarita del barrio.

Cronista, escritor y coleccionista de calendarios y libros, Monsiváis se daba tiempo para recoger gatos de las calles. En sus últimos años llegó a tener 13 micifuces y ninguno con el apodo de algún ídolo en calzoncillos.

¡Eran 13 mininos!, once titulares y dos en la banca, le decía. Sus nombres, raros y peculiares: Mito Genial, Miau Tze Tung, Catástrofe, Siniestro Chocorrol, Ansia de Militancia, Ale Vosía, Eva Siva, Fray Gatolomé de las Bardas, Caso Omiso, Miss Antropía, Fetiche de Peluche, Voto de Castidad y Catzinger,

Póngales Hugo o Chicharito, le decía para molestarlo. “No lo creo¨, respondía. Le sorprendía cómo una pelota era capaz de cambiar los comportamientos de un país entero. “No conozco la exaltación patriótica que ocasiona un gol nacional”.

Se acercaba el Mundial de Sudáfrica 2010 e intenté hablar con el maestro Monsiváis para que mostrara su indiferencia sobre El Juego del Hombre de manera educada. No contestó el teléfono.

La Selección del Vasco Javier Aguirre empató con los anfitriones sudafricanos, un gol por bando. Fue el partido inaugural y yo imaginaba al autor de Días de Guardar sentado en su sofá y aplaudiendo el gol del defensor Rafa Márquez.

El segundo partido fue de ensueño. México enfrentó a la Francia del técnico Raymond Domenech y el Vasco Aguirre decidió meter de cambio a dos delanteros que nos mandaron a festejar en el Ángel de la Independencia: Javier Chicharito Hernández y Cuauhtémoc Blanco.

Chicharito llevaba nueve minutos en el campo (entró al 54’) cuando Rafa Márquez le mandó un pelotazo por la banda izquierda. Los monsieurs pedían un fuera de lugar, mientras el chamaco tapatío sacaba del área al portero Hugo Lloris y con una caricia dejaba el esférico en la portería.

Quise marcarle a Monsi para comentarle lo sucedido, contagiarle la emoción de estar por encima de los campeones del ’98. Preferí no hacerlo, seguramente estaría mirando una película mexicana en blanco y negro.

Luego apareció el Cuau para poner el 2-0 desde el manchón de los once pasos. Recordé que un día le preguntaron al cronista sobre los penales y él habló sobre las condiciones en las cárceles. Una vez más imaginé a Monsi —ahora con playera verde y calzoncillo blanco— tomar el balón, ponerlo en la mancha, dar unos pasitos atrás y adelantarse para tocar con la zurda rumbo a las redes. Después, enloquecer mirando hacia las tribunas, besar la camiseta y tirarse de panza en el césped mundialista.

Aïe, aïe, aïe, aïe, chante et ne pleure pas! (¡ay, ay, ay, ay, canta y no llores!), así, en francés, para que los Pierre et Jean nos escuchen fuerte y claro. El primer triunfo mexicano sobre los franceses en una Copa del Mundo, mientras el técnico Raymond Domenech expulsa de la concentración al astro Nicolas Anelka, en un pleito dentro de los vestidores.

Carlos Monsiváis no contestaba el teléfono de su casa en la calle San Simón. Pensaba que, cansado de recibir llamadas para hablar de futbol, el septuagenario se refugiaba entre sus 20 mil libros y contaba chistes con sus 13 gatos. Estaba equivocado.

El autor de Los rituales del caos llevaba un poco más de dos meses hospitalizado por problemas respiratorios. El triunfo de México sobre Francia se dio el jueves 17 de junio de 2010. El cronista de México murió el sábado 19, en medio del triunfo del Tri ante Francia y la derrota ante Uruguay con un gol de Luis Suárez (22 de junio).

Irónico, el hombre que no amó el futbol murió en plena Copa del Mundo.

El homenaje no se le hizo en el Ángel de la Independencia, sino en el Palacio de Bellas Artes. Un día se le preguntó a quién le gustaría tener en su funeral. Monsi pidió a la Sonora Santanera. Un trío le cantó “Sin ti”, un organillero tocó “Las Golondrinas” y el mariachi le regaló “Querida”, de Juan Gabriel. En su ataúd depositaron la bandera del arcoíris.

En su despedida estuvieron hombres de pantalón largo: funcionarios, políticos, escritores, artistas, periodistas y el pueblo. Ningún futbolista o aficionado al balompié.

***

Tras la muerte de Monsiváis, el Excélsior tituló: México pierde a su cronista. Una semana después repetiría país y verbo, pero con el Tri de Aguirre: México pierde ante Argentina. Otra vez los boludos nos dejaron fuera. Dos puñaladas del Apache delantero, Carlitos Tévez, y otro de Higuain. Chicharito descontó para el 3-1.

Los ches tenían en la cancha a Leo Messi y en el banquillo a Diego Maradona como estratega. No llegaron muy lejos.

El mundial africano coronó a los españoles con solitario gol de Andrés Iniesta, mediocampista pequeñito que dejó a los holandeses tendidos en el campo.

De los gatos de Monsiváis supe que su consentido, Mito Genial, murió tres días antes que su amo. De los otros 12 se dijo que fueron dormidos, adoptados o regalados a sus vecinos. Ninguno de los rumores se confirmó.

Ahora que comienza el Mundial y el once mexicano salta a la cancha, no sé si mirar el partido en la TV o buscar una película mexicana en blanco y negro. Monsi estaría de acuerdo en la segunda opción.

Alineaciones del Mundial Sudáfrica 2010

  • México:

Óscar Pérez; Ricardo Osorio, Héctor Moreno, Francisco Rodríguez y Carlos Salcido; Efraín Juárez, Rafael Márquez y Gerardo Torrado; Giovani dos Santos, Carlos Vela y Guillermo Franco.

*Javier Hernández y Cuauhtémoc Blanco entraron de cambio.

DT: Javier Aguirre

  • Francia:

Hugo Lloris; Bakari Sagna, William Gallas, Eric Abidal y Patrice Evra; Abou Diaby, Jeremy Toulalan y Florent Malouda; Sidney Govou, Franck Ribery y Nicolas Anelka.

DT: Raymond Domenech