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Murió el crítico y documentalista francés Jean-Louis Comolli, a los 80 años

Murió el crítico y documentalista francés Jean-Louis Comolli, a los 80 años
Murió el crítico y documentalista francés Jean-Louis Comolli, a los 80 años

Fue crítico y documentalista. Para él, el cine era un hecho indivisible de la ética y la política, todos elementos que analizó en estudios críticos que hoy forman parte de la historia del séptimo arte. Pero también fue un amante del jazz al que dotó de toda su erudición analítica y uno de los nombres dorados de la –ya de por sí icónica- revista francesa Cahiers du Cinéma. La muerte de Jean-Louis Comolli, acaecida este jueves luego de sobrellevar durante largos años una enfermedad, cierra uno de los momentos más importantes de la revista estandarte del cine francés. También una trayectoria que además de libros fundamentales como Cine contra espectáculo; Cine y poder o Cuerpo y cuadro, lo encontró como pionero de documentales de creación.

Su labor lo había llevado a visitar varias veces nuestro país, las últimas hace alrededor de una década, cuando brindó un memorable seminario en la Alianza Francesa de Buenos Aires, en 2010, presentó la edición en español de Cine contra espectáculo y Técnica e ideología, además de una retrospectiva en la Sala Lugones, en 2013, o como figura central del DocBuenos Aires dos años más tarde, cuando presentó su documental Richard Dindo, páginas escogidas, uno de sus últimos trabajos centrados en el gran documentalista suizo.

“ Siempre digo que hay dos pantallas: la de la sala y la mental, el cine es lo que ocurre entre ambas. El problema es que en un mundo de la aceleración y de la abreviación, como el nuestro, la sesión de dos horas de cine es una anomalía. Así vemos cómo el cine sale del sistema mundial de la aceleración, donde la información y el espectáculo tienden a cobrar velocidad ”, decía Comolli de manera premonitoria sobre el devenir del cine, aún antes del streaming, a este cronista para LA NACION.

Comolli, nacido el 30 de julio de 1941 en Argelia, accedió al cargo de Editor en Jefe de Cahiers du Cinéma a mediados de los sesenta junto a Jean Narboni, y desde allí comenzó tanto el desarrollo de su análisis teóricos como también la etapa de radicalización de la revista de cine luego de mayo del ‘68, acercándose primero a los postulados del entonces poderoso Partido Comunista Francés para luego desembocar en el maoísmo. La crisis devenida de su radicalización hacen que Serge Daney y Serge Toubiana tomen a su cargo la edición, lo que significará la partida de Comolli de la redacción de la revista. Desde entonces volverá con mayor énfasis a la experiencia que había desarrollado junto a André S. Labarthé al amparo de la convulsión política del ‘68 con Les deux marseillaises, y cuando dirigió cuatro capítulos, entre 1968 y 1971, de la serie creada por Janine Bazin y el propio Labarthe Cineastas de nuestro tiempo, hoy fundamental registro del análisis de la Nouvelle Vague francesa.

Así en 1975 realiza uno de los clásicos de su filmografía, con un guion coescrito con el argentino Eduardo de Gregorio, sobre la experiencia de un grupo de anarquistas italianos que pretenden formar una comunidad libre en Brasil con La Cecilia, ficción con la que compitió en el Festival de Taormina. Le seguirá El hombre rojo (1981), donde posó su atención en una historia en la Guerra Civil Española y la red de espías soviéticos en la convulsionada Europa, con un reparto encabezado por Claude Brasseur, Jacques Dutronc y Nathalie Baye y una clara mirada antiestalinista. Pero será el fracaso de Balles perdues (1983), que tuvo a María Schneider, Capucine y Pascal Bonitzer en el reparto, que llevará a Comolli a retornar al campo de la indagación teórica y a la realización documental, que será una marca fundamental de su relación con el cine.

Desde entonces, Comolli concreta, tanto para cine como para televisión, una treintena de documentales, los últimos sobre el realizador Nicolas Philibert y sobre los eventos de Mayo del ‘68 con Los fantasmas de Mayo del ‘68, donde un texto suyo reconstruye en forma de poema cinematográfico la experiencia documental sobre aquella revuelta popular y que se vio aquí como clausura de una edición del DocBsAs.

Aunque sus textos tuvieran una lúcida frialdad analítica, su personalidad era desbordante de calidez y buen humor, entonces sus conceptuales y amargas declaraciones sobre el devenir del mundo de la imagen siempre se encontraban con una sonrisa y un halo de esperanza. “ El cine es una herramienta para comprender lo que ocurre ”, decía con el conocimiento profundo de haber comprendido como pocos el mundo de la imagen desde el también fecundo campo intelectual francés que lo despide como uno de sus grandes nombres.