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¿Una nación a medida de un rey? Escocia afronta una nueva era con el independentismo de telón de fondo

Una persona en bicicleta en Pitlochry, Escocia, Reino Unido

Por Andrew MacAskill y Lindsay Dunsmuir

EDIMBURGO, 12 sep (Reuters) - En el casco antiguo de Edimburgo, mientras se leía la proclamación del rey Carlos III y resonaba una salva de cañón en el antiguo castillo de la ciudad, un pequeño pero ruidoso grupo de manifestantes comenzó a abuchear.

En una ceremonia con varios siglos de antigüedad, un representante del Gobierno vestido con ropas ceremoniales rojas se situó en un zócalo de piedra frente a la catedral de San Gil y leyó la proclamación. A continuación, declaró "Dios salve al Rey" y la multitud le devolvió el grito.

Connor Beaton, un joven de 26 años que llevaba una camiseta con las palabras "otra Escocia es posible", había estado esperando este momento. Se llevó las manos a la boca y empezó a abuchear tan fuerte como pudo.

Otros manifestantes sostenían carteles que decían: "República ya", y "Nuestra República para un futuro democrático". La policía detuvo a una mujer después de que sostuviera un cartel escrito a mano que decía: "Que le jodan al imperialismo. Acabemos con la monarquía".

En Escocia, la muerte de la reina Isabel ha provocado un momento de reflexión nacional en un país inquieto. Hay tanto admiración por la monarquía como quienes sienten que su muerte marca el cierre de un largo capítulo.

También alimentará el ya acalorado debate sobre si Escocia debe ser independiente.

Socio político de Inglaterra desde hace más de 300 años, Escocia rechazó por 55% a 45% la posibilidad de salir de la unión en un referéndum de 2014. Pero las diferencias sobre el Brexit, cuando Escocia e Irlanda del Norte votaron a favor de la permanencia, mientras que Inglaterra y Gales votaron a favor de la salida, han aumentado el apoyo a la independencia.

El Gobierno del Reino Unido ha rechazado repetidamente la demanda del Gobierno escocés de un segundo referéndum de independencia.

El mes que viene, el máximo tribunal británico tiene previsto estudiar un caso sobre si el Parlamento escocés puede celebrar legalmente un segundo referéndum para abandonar el Reino Unido.

"VÁYANSE A SU CASA"

En el exterior de la catedral de St. Giles el domingo, hubo sorpresa al principio cuando empezaron los gritos de los manifestantes. Después, algunos asistentes gritaron "cállense", "váyanse casa" y "son una vergüenza". Una señora dijo: "Podría matarlos".

Beaton rechazó las sugerencias de que estaba siendo insensible porque sólo habían pasado tres días desde la muerte de la reina Isabel. Argumentó que es antidemocrático tener una monarquía en el centro de una democracia constitucional.

"Es justo que mostremos que no todo el mundo está de acuerdo con los fastos y la institución arcaica que es la monarquía", declaró posteriormente a Reuters.

La relación de Escocia con la monarquía es un siglo anterior a la unión política con Inglaterra en 1707 y existen en gran medida como entidades separadas.

Los dos países han compartido el mismo monarca desde principios del siglo XVII, cuando la muerte de Isabel I, sin hijos, llevó a Jacobo VI de Escocia a fusionar las coronas.

Algunos escoceses apoyan la independencia, pero quieren mantener la monarquía.

Sin embargo, otros nacionalistas esperan que el fallecimiento de la reina les dé la oportunidad de abrir un nuevo frente en la batalla por la independencia y, en última instancia, de romper el vínculo con la corona británica para convertirse en una república.

La reina, que hacía gala de una profunda afinidad con Escocia, era para algunos la personificación de la identidad británica. Aunque se supone que la monarca británica es políticamente neutral, la reina insinuó en momentos clave su deseo de que Escocia siguiera formando parte de los cuatro países que forman el Reino Unido.

Su muerte en Escocia, en su casa de verano del castillo de Balmoral, en las Tierras Altas escocesas, subrayó sus estrechos vínculos con el país. Durante los próximos dos días, Escocia será el escenario central del luto nacional.

Decenas de miles de personas se alinearon el domingo en la Milla Real de Edimburgo para ver el coche fúnebre de la reina mientras se dirigía a la residencia real de la capital escocesa. Algunos residentes dijeron que era la calle más concurrida que habían visto nunca en la capital.

El féretro de la reina se trasladará el lunes a la catedral de St. Giles. Tras la misa, los habitantes de Escocia serán los primeros de todo el Reino Unido en tener la oportunidad de pasar en fila y presentar sus respetos.

Aunque la política del gobernante Partido Nacional Escocés es que quiere mantener la monarquía incluso si Escocia se independiza, algunos nacionalistas dicen abiertamente que si Escocia se independiza, los ciudadanos deberían elegir entre mantener la monarquía o elegir a una persona para la jefatura de Estado.

Escocia ha sido tradicionalmente más escéptica con la monarquía que otras partes del Reino Unido, y la institución está perdiendo popularidad. En mayo, una encuesta reveló que el 36% creía que el final del reinado de la reina sería el momento adecuado para convertirse en una república.

En consonancia con las principales discrepancias sobre si los escoceses desean la independencia, existe una división generacional en la que los residentes de mayor edad expresan su devoción por la realeza y los más jóvenes afirman sentirse poco vinculados a la familia real.

John Hall, un empresario de 33 años, se encontraba entre los manifestantes en la Royal Mile. Señaló a la multitud de hombres vestidos con trajes heráldicos que proclamaban al nuevo rey y dijo: "Me cuesta creer que esto ocurra en Escocia en el siglo XXI".

Robert Miller, un ingeniero civil de 60 años que apoya la monarquía, se enfrentó a los manifestantes y les dijo que era el "momento y lugar equivocados". Destacó que el número de manifestantes era reducido y no reflejaba el estado de ánimo de la mayoría de la multitud.

Colin Girvan, de 61 años, gerente de una fábrica de chapas metálicas de Glasgow, que estaba de visita en Edimburgo para presentar sus respetos a la reina, dijo que esperaba que el fin del reinado de Isabel no acabara con una unión política que ella dedicó gran parte de su vida a preservar.

"Hay un fuerte vínculo con la unión", dijo. "Soy escocés ante todo, pero soy británico. Me identifico como británica"

(Reporte de Andrew MacAskill y Lindsay Dunsmuir; edición de Angus MacSwan, traducido por Tomás Cobos)