Netflix: Los chicos de la banda es un ajustado homenaje a un hito teatral

Los chicos de la banda (The Boys in the Band, Estados Unidos/2020) Dirección: Joe Mantello Guion: Mart Crowley y Ned Martel Fotografía: Bill Pope Edición: Adriaan van Zyl Elenco: Jim Parsons, Zachary Quinto, Matt Bomer, Andrew Rannells, Charlie Carver, Robin de Jesús, Brian Hutchison, Michael Benjamin Washington y Tuc Watkins Duración: 122 minutos Calificación: Apta para mayores de 16 años Disponible en: Netflix Nuestra opinión: buena

En 1968 se estrenó en el off-Broadway The Boys in the Band, una obra de Mart Crowley que retrataba los miedos, angustias, contradicciones y deseos de un grupo de amigos. En tiempos en que incluso los más prestigiosos dramaturgos homosexuales (desde Tennessee Williams hasta Edward Albee) no se animaban, ya sea por represión o autocensura, a hacer explícita la temática gay, The Boys in the Band la abordó con una visceralidad, una intensidad y una honestidad que la convirtieron en un fenómeno que trascendió el marco teatral.

Así, el mismo elenco participó dos años más tarde en una versión cinematográfica dirigida por William Friedkin. En 2018, con motivo de cumplirse 50 años del lanzamiento de la obra, The Boys in the Band tuvo un reestreno ahora ya en Broadway y -repitiendo también lo que ocurrió medio siglo atrás- ahora llega la película con los mismo actores de aquel revival.

Con producción del prolífico Ryan Murphy y dirección de Joe Mantello (Amor! Valor! Compasión!), el film recrea ese encuentro nocturno que Michael (Jim Parsons) organiza en su departamento del Greenwich Village para celebrarle el cumpleaños a su amigo Harold (Zachary Quinto). A la fiesta se sumarán otros cinco invitados (Matt Bomer, Robin de Jesús, Andrew Rannells, Tuc Watkins y Michael Benjamin Washington) y dos inesperadas visitas de último momento (Brian Hutchison y Charlie Carver).

Si bien la impronta de teatro filmado es inevitable (buena parte de las dos horas del relato transcurren dentro de ese departamento, solo matizadas por algunos breves flashbacks y mínimas salidas de los personajes), Mantello, su talentoso director de fotografía Bill Pope (Matrix) y sobre todo las ajustadas interpretaciones logran dotarle a la narración un ritmo y una fluidez encomiables.

Esta tragicomedia construida con diálogos filosos no exentos de ironía, cinismo y descaro aborda cuestiones como la identidad sexual, las lealtades, la religión, las apariencias, la llegada de la vejez, los amores perdidos, la culpa y las lealtades. Lo hace con ciertos juegos (como llamadas telefónicas que los exponen a situaciones límite) y a partir de algunos brillantes duelos actorales. Es cierto que Los chicos de la banda no alcanza hoy (cuando la comunidad gay ha conseguido ampliar y consolidar sus derechos) la pertinencia y el impacto que podía tener en 1968, pero no deja de ser una suerte de recuperación de y homenaje a una obra que marcó a muchos, abrió puertas y cambió conciencias.