Netflix: en Halston, la (buena) música viste a la moda

De Gladys Knight se incluye “I’ve Got to Use my Imagination” en la gran banda de sonido de Halston
Kevin C. Cox / Getty Images via AFP

Con un encomiable Ewan McGregor, Halston, la nueva miniserie producida por Netflix pone en escena la vida de Roy Halston Forwick, el diseñador elegido por divas como Jackie Kennedy, Elizabeth Taylor, Lauren Bacall, Bianca Jagger y Liza Minnelli que alcanzó el esplendor de su fama en los primeros 70. Su ascenso, apogeo y caída en el mundo de la moda está sincopado por una banda sonora que hace juego con los cambios en el estilo de la ciudad y de las mujeres. La música viste a la moda en esta playlist enfocada en diez momentos en que la serie reflexiona sobre los cambios estéticos a partir del sonido.

“Three Preludes For Solo Piano: N 2, Andante” (George Gerswhin, 1926). Estrenados en el piano del Roosevelt Hotel de New York, los tres preludios de George Gershwin no son sólo la forma que la música clásica europea tomó en su encuentro con el jazz sino que dan la nota perfecta de la modernidad de la ciudad de los rascacielos. Este preludio en particular que se deja oír en una escena taciturna y sin tiempo de la ciudad había sido definido por el compositor como “una canción de cuna bluseada”. El estilo del jazz, que Gerwshin absorbió por entero para expandir su formación de rigor, y el frenético charleston definieron también la moda de los años 20 representada en películas como El Gran Gatsby y Chicago.

“Sunday Morning” (Velvet Underground, 1967). En una de las primeras escenas, Halston abre la puerta de un taxi y Manhattan le explota al otro lado de sus anteojos de sol. Las notas inocentes, casi infantiles, de un xilofón se dejan oír como la promesa de un día feliz. Pero no era tan así, tal cual la máquina perversa puesta en marcha por Lou Reed junto a The Velvet Underground. En el colorido Summer of Love que, entre otras cosas, echaba mano al batik impuesto por el equipo del diseñador, los protegidos de Andy Warhol iban de riguroso negro, una vanguardia pop que le cantaba letanías al mal viaje. La conexión con la moda era manifiesta en la presencia de Nico, la cantante, actriz y top model alemana que Fellini había encumbrado nada menos que en La Dolce Vita.

“Qué Lío” (Héctor Lavoe & Willie Colón, 1968). Esta salsa lenta que no se anda con chiquitas (“Odio a todos los que aman/y que felices están”) es una gema nuyorican, la producción artística de los portorriqueños establecidos en los barrios menos favorecidos de la Gran Manzana. Incluida en el álbum The Hustler (El Estafador) reunía a dos de los mayores talentos de la salsa, la voz de Lavoe y el inconfundible trombón de Willie Colón que se dejaba ver en la tapa del disco como Paul Newman en The Hustler, la película de 1961. Es la música la que habla por Víctor Hugo, el amante venezolano de Halston y por un estilo que seguía la línea de los pachucos de los años 50.

“Everybody Is a Star” (Sly & The Family Stone, 1969). Lo que hacia fines de los 60, tras la irrupción de Jimi Hendrix, se conoció como estilo “afro”, impulsando a que de un día para el otro jóvenes blancos se dejaran ver con el pelo rizado, alcanzó su mayor notoriedad pop con la fabulosa comparsa soul de Sly Stone (Sylvester Stewart). “Everybody Is a Star” es una balada icónica por donde se la escuche (mire). Funciona como símbolo de la lucha por los derechos civiles, como la evolución estilística del soul y como una suerte de himno a la ciudadanía pop. Se editó como lado B del simple “Thank You”, en el 69, y se la incluyó en el esencial “Grandes Éxitos”, un año después. Álbum que no solo informaron las discotecas de la época sino también los roperos con ese desparpajo de feria americana (de los 90).

“The Jean Genie” (David Bowie, 1973). El riff de Mick Ronson que sube a la superficie como un géiser se instala en la serie en el mismísimo Palacio de Versalles donde se lleva a cabo una suerte de mundial de la moda con Liza Minnelli como atracción musical. Hablar de la relación de Bowie con la moda es casi ocioso: su discografía podría seguir revolviendo un baúl de ropa. Desde el estilo italiano de los trajes mod a los extravagantes diseños de Kansai Yamamoto, Bowie se probó todo. El “Jean Genie” sobre el que canta en un rhythm and blues ajustado era una construcción entre Iggy Pop y el escritor Jean Genet que se editó como parte del álbum Alladin Sane. Es todavía el Bowie glam, que recuperó para el rock and roll su esencia andrógina.

“I’ve Got to Use my Imagination” (Gladys Knight & The Pips, 1973). Como la pareja perfecta para Sly en la pasarela soul, Gladys Knight y sus Pips se dejaban ver absolutamente de blanco en la tapa del álbum Imagination. Otro grupo con lazos de sangre como la familia Stone, los Knight y sobre todo Gladys también contribuyeron a afirmar la identidad visual afroamericana a partir de los éxitos que tuvieron en su alianza con Motown a fines de los 60. Para la época de Imagination ya se habían pasado al catálogo de Buddah y parecían vestidos para una noche de gala disco en Studio 54 que abriría recién en 1977. Pasionales y sofisticados.

“Go (Before You Break My Heart)” (Gigliola Cinquetti, 1974). “Sí” se llamó la versión original, en italiano, de esta balada de Gigliola Cinquetti que perdió el primer puesto del concurso Eurovisión 74 nada menos que contra el “Waterloo” de Abba. La popularidad de la canción hizo que la Cinquetti tuviera que grabarla en español, alemán, francés e inglés, que es la versión incluida en esta playlist. Abre una escena en la playa en el tercer capítulo y es pertinente que una serie sobre un diseñador que impulsó cambios radicales en la moda tenga una voz italiana en su soundtrack. La Cinquetti está aquí para significar Milán, Gucci, Mila Schön y Enzo aunque en su momento lo de “Sí” fuera asociado a una campaña subliminal a favor de la derogación de la Ley de Divorcio en un referéndum que se llevaba a cabo en las semanas posteriores al concurso.

“Fade To Grey” (Visage, 1980). La música de Visage, hija dilecta de Roxy Music, parece haber sido compuesta para una pasarela futurista. “Fade To Grey” es una obra maestra del synth-pop y también del video clip, con el cantante galés Steve Strange convertido en mannequin y performer por el dúo de realizadores Kevin Godley y Lol Creme que luego se destacarían con Duran Duran y The Police. A la voz lánguida de Strange se le superpone un murmullo en francés a cargo de la modelo belga Brigitte Arens que le da a la música un aire de soundtrack para un perfume sofisticado. Como si el sonido de Visage, salida de la usina de Gary Numan, pidiera a los gritos una nueva línea de moda y accesorios (el video es también una suerte de reflexión sobre el el ritual del maquillaje).

“Pale Shelter” (Tears For Fears, 1983). El estilo posterior al punk que derivó en el gótico (con Robert Smith como referente absoluto) tuvo también una versión más moderada de riguroso negro (“dark”) que se llevaba muy bien con el estilo del pop introspectivo de los 80. “Pale Shelter”, que tiene inflexiones de tecno-pop atravesadas por ráfagas acústicas es el sonido de un momento pero también de un look, de un estilo. Música para trench coats y volar en el álbum debut (The Hurting) y uno de los más inspirados del dúo formado por Curt Smith y Roland Jaime Orzábal de la Quintana, nieto de un aristócrata argentino.

“Last Nite” (The Strokes, 2001). Casi un siglo de música y estilo de Nueva York, entre los preludios de Gerswhin y el debutazo de The Strokes (nivel al que nunca pudieron volver) con una revisión chic de la new wave y la escena en los tiempos sucios y desprolijos del CBGB. Uno de los últimos hitos del rock de guitarras, los Strokes trajeron además una imagen para el rock que parecía querer devolverle eso que la haute couture había absorbido del punk: blazers y jeans rotos con corte y confección.