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Estuvo nominado al Oscar, cosecha su propia comida y le escapa a la fama: “Soy uno más y para mí está bien así”

David Masajnik, en otra época: es actor desde 1986 y ese amor sigue intacto
David Masajnik, en otra época: es actor desde 1986 y ese amor sigue intacto

“Soy uno más, soy actor de reparto, para mí está bien así, estoy contentísimo con la carrera que tengo”, revela David Masajnik a LA NACIÓN en el comienzo de la charla que combinará su vida profesional con la personal, porque ese parece ser el motor de este intérprete que se siente cómodo conjugando a la perfección su simpleza con su talento…

Así puede pasar de interpretar a Charly, el personaje de Casi Ángeles poco simpático, pero que se lleva bien con los chiquitos, a hacer del Padre Sebastián en Chiquititas. O ponerse en la piel de Nacho, el primo atolondrado de Rafael -Ricardo Darín- en El hijo de la novia. O, también, ser “Tubito”, el femicida de El Marginal que mató a su mujer y su suegra como el odontólogo Ricardo Barreda. Todos papeles que le dieron alegrías -y una nominación al Oscar, como fue el caso de la película de Juan José Campanella- y lo enfrentaron a distintos desafíos profesionales.

David Masajnik: mientras espera por el estreno de Tootsie, con Nico Vázquez, recibe a LA NACION en el teatro
David Masajnik: mientras espera por el estreno de Tootsie, con Nico Vázquez, recibe a LA NACION en el teatro - Créditos: @Mauro Alfieri

Pero cuando nada de eso pasa, en los ratos libres, que a veces no son tantos como desearía, se ocupa de su huerta en su casa de Ingeniero Maschwitz porque es un apasionado de todo aquello vinculado con la naturaleza y el cuidado del ambiente. “Antes vivía en Del Viso, hasta que fui a Gaia, la ONG cuya finalidad es preservar, proteger y recuperar el medio ambiente, donde funciona una ecovilla que queda en Navarro. Allí estuve diez días haciendo una vida sustentable, trabajando en la huerta y me agarró una crisis espiritual que tiene que ver con el amor a la tierra. Ahí fue cuando compré una casa en Maschwitz e hice una huerta impresionante. Me acuerdo que en 2005 cuando hice Hombres de Honor, el resto del tiempo lo dedicaba a cultivar, así viví durante un año. Después volví a vender para achicarme un poco porque era demasiado para mí. Ahora tengo un espacio más razonable para plantar. No soy vegano, pero como sano, cada vez menos carne, me encanta el ritual de cosechar y luego cocinar”, detalla David.

De chiquilín te miraba de afuera: David Masajnik jamás soñó con ser actor hasta que cayó en una clase de rebote
De chiquilín te miraba de afuera: David Masajnik jamás soñó con ser actor hasta que cayó en una clase de rebote

Un cuento chino

En actor se convirtió de pura casualidad. “La verdad acá no puedo hacerte el discurso de que era mi vocación –sonríe y agrega-: Empecé en el 86. Volvía de un viaje por el mundo y me encontré en Barcelona con una amiga argentina que vivía en Londres. Me dijo que estaba ahí para estudiar teatro. Eso me quedó en la cabeza, me dejó pensando pero pasó de largo. Luego empecé a estudiar publicidad, y en la facultad tenía un compañero chino, llamado Kacheen, que estudiaba teatro con Lito Cruz. Me resultó interesante la experiencia que me contaba. Fui y me encontré con un grupo de ‘energúmenos’ tirándose al piso y haciendo cosas raras. Dije: ´Esto es para mí’. Así que gracias al chino acá estoy. Ahora Kacheen está en Porto Alegre, cada tanto hablamos. Y así después seguí estudiando con Agustín Alezzo, luego sumé a Carlos Gandolfo, y en el medio hice seminarios con Augusto Fernandes.

David Masajnik, en Tango Feroz, como el amigo de Tanguito (devenido en su "manager")
David Masajnik, en Tango Feroz, como el amigo de Tanguito (devenido en su "manager")

David insiste con que se siente cómodo incorporando otras actividades más allá de su profesión de actor: “Siempre hago mil cosas. En el 92 cuando filmamos Tango Feroz me puse con un amigo y un conocido una productora de videos. Estuvimos 19 años con eso. También me apasiona producir. A nivel teatral lo hice con muchas obras independientes, y cuando lo llevé a cabo con Rose encontré un texto maravilloso de Martín Sherman, que es la historia de una mujer judía nacida en Ucrania en el año 20, que su madre no tuvo la mejor idea que mandarla a Polonia en el 36. Allí conoce al amor de su vida, llegan los nazis y viene el holocausto. Es muy polémica y fuerte la obra. De esto paso, como te conté, a mi tarea en la tierra, donde con unos socios compramos fracciones de tierras, las dividimos y vendemos. Tengo máquinas para movimientos de suelo que ahora estoy vendiendo, un camión volcador, vendemos tierra, arena”.

De Barreda a Tootsie

La entrevista avanza en el hall del teatro Border en Palermo donde Masajnik ensaya Tootsie, el primer musical que hace en su vida, que estrenará el 16 de marzo en el Lola Membrives. “Interpreto a Anselmo, el representante, que lo quiere pero no le tiene paciencia porque es insoportable. Nico Vázquez está genial como Tootsie y Julieta Nahir Calvo la rompe. Ellos son los protagonistas y te juro que hay un elencazo. A mí me gusta cantar, especialmente tangos, pero nunca hice comedia musical, estoy feliz con éste desafío actoral”, revela.

Tootsie llega al teatro de la mano de Nico Vázquez (de saco a cuadros, David)
Tootsie llega al teatro de la mano de Nico Vázquez (de saco a cuadros, David)

Enseguida surge el tema de su rol en el personaje de “Tubito” en la serie El Marginal donde mata a tiros a su mujer y su suegra, y por eso se lo asocia con el odontólogo Ricardo Barreda. “Al momento de hacerlo no fue tan torturante porque las escenas eran muy técnicas. Por una cuestión de protocolo no podía haber nadie a determinada distancia frente a un arma. Sí fue un laburo de mucha procesión interna. Ese día entré en la casa en la que se iba a filmar que tenía una energía muy negativa, espantosa. Estuve toda la noche ahí rumiando la escena, fue desgastante. Al otro día después de rodar le conté la experiencia a un compañero, Claudio Paso, y me largué a llorar, estaba angustiado. Cuando vi la escena montada me dio mucha impresión”, explica.

Además, Claudia Santos, su exmujer, fue la actriz que interpretó a su esposa en El Marginal: “Es nada menos que la madre de mis hijos y muy buena profesora de teatro. Más allá del morbo que algunos aprovecharon, yo me sentí acompañado esa noche con ella. La verdad es que en la filmación nunca le apunté con el arma, en el plano en el que se me ve aparezco solo”.

Su presente lo encuentra hiperactivo, fiel a su costumbre: “Estoy haciendo Microteatro en Palermo con mi novia, María Victoria Arrabaça; es muy linda la dinámica de obras cortas pero intensas y con gran contenido. Aparte voy a hacer mi unipersonal y otra obra donde soy un personaje campero inspirado en Landriscina para poder sacar esa voz tan identificatoria. Nuestro trabajo es muy espiritual y surgen conexiones inesperadas cuando uno hace determinadas cosas. Cuando hice Mateo en el Cervantes fue maravilloso, tengo un recuerdo increíble de ese trabajo”.

-¿Cómo fue trabajar en otros tantos éxitos como El hijo de la novia, El mismo amor, la misma lluvia, Monzón, Sueño Bendito, Epitafios, Le Prenom, Metegol, Mientras se vuelan los campos…?

-Un verdadero privilegio haber podido formar parte y aportar mi granito de arena para estos títulos impresionantes. Todo lo de Campanella tiene mucha ternura porque él además de ser un genio es un tipo es un tipo muy lúdico, divertido, hace imitaciones, un amor de persona, lo disfruté mucho. Últimamente trabajé en Monzón, la serie de Maradona, fue hermoso, me encantó. Lo que más hago siempre es teatro, pero todo me gusta mucho. Se laburó muy bien en esas series. Rescato El Marginal, porque colaboró mucho el buen trato que recibí. Hubo un cuidado especial, fue un placer trabajar allí.

-¿Qué te gustaría hacer además si pudieras elegir?

-El unipersonal que te comenté y nunca hice. Y producir. Tengo ganas de buscar nuevos espectáculos que tengan que ver con la temática padre-hijo, con el judaísmo por mi papá, porque mi mamá es católica. Yo no soy religioso. El año pasado hice Dígalo con mímica con un personaje judío, neurótico, ciclotímico, hipocondríaco y se llamaba David como yo. Tengo mucho de todo eso, así que disfruté mucho poder volcarlo en el escenario.

Pablo Rago, Juan José Campanella y David Masajnik, en una de las tantas películas que hicieron juntos
Pablo Rago, Juan José Campanella y David Masajnik, en una de las tantas películas que hicieron juntos

-¿Te interesan los realitys o sos de los actores que los detestan?

-Vi el primer Gran Hermano y después nunca más hasta éste último. Me pasó que a veces lo miro como un fenómeno social, me parece como la película Los juegos del hambre, pero en lugar de matarse se van clavando cuchillos por la espalda, maltratando. Ves las personalidades y es muy morboso lo que pasa. Entiendo que es un fenómeno que pega y me engancho, lo miro. Los participantes repiten que vale todo, que no hay traición porque es un juego y se lo creen. Yo digo que durante la pandemia estuvimos todos dos años en la casa de Gran Hermano. Por eso entiendo y creo que a éste lo ve más gente, la explicación es sencilla: revivimos en carne propia lo que nos tocó enfrentar. Deberíamos revisar cómo nos comportamos nosotros en aquel momento, propongo ese desafío…

David Masajnik es actor de reparto y no reniega de eso: brilla en cada proyecto en el que participa
David Masajnik es actor de reparto y no reniega de eso: brilla en cada proyecto en el que participa - Créditos: @Mauro Alfieri