Oscar 2025: quién ganará y quién debería ganar los premios a actor protagónico y actor de reparto
Allá por septiembre de 2024, cuando la temporada de premios se ponía en marcha, los pronósticos más tempranos sobre los nominados al Oscar como Mejor actor protagónico adelantaban casi los mismos nombres que aparecen ahora, al final de la carrera.
Esa inalterable lista, de la que formaron parte desde el primer momento Adrien Brody (El brutalista), Timothée Chalamet (Un completo desconocido), Ralph Fiennes (Cónclave) y Colman Domingo (Las vidas de Sing Sing), develará el domingo un triunfador sin que pueda esta vez anticiparse con alguna certeza cuál es el nombre impreso en el sobre que se abrirá durante el tramo decisivo de la ceremonia. A estos cuatro nombres, el voto de los integrantes de la Academia de Hollywood sumó el de Sebastian Stan (El aprendiz).
A diferencia de lo ocurrido hace un año, cuando Cillian Murphy (Oppenheimer) se impuso como la gran mayoría descontaba -gracias al peso ejercido por la película de Christopher Nolan, sobre el vencedor moral de ese premio, Paul Giamatti (Los que se quedan)-, en esta temporada la incertidumbre va a perdurar hasta el último minuto, sobre todo a partir de lo ocurrido el domingo pasado en la fiesta de los actores de Hollywood, los SAG.
¿Quién va a ganar el Oscar a Mejor actor?
En el análisis y las previsiones de los expertos, Chalamet llega a la ceremonia del domingo detrás de Adrien Brody , que en principio cuenta con las mayores chances objetivas y emocionales para ganar por segunda vez en su carrera el Oscar al mejor actor protagónico, 23 años después de su triunfo con El pianista.
Hay más de una coincidencia entre el personaje que Brody interpretó a las órdenes de Roman Polanski en 2002 y el que le permite ahora, gracias a El brutalista, estar más cerca que cualquier otro nominado de ganar este año el premio dorado de la Academia. Lo primero que distingue a Wladislaw Spilman, el compositor y músico polaco de familia judía que sobrevive a los horrores de la Segunda Guerra Mundial en El pianista, de Laszlo Toth, el arquitecto húngaro llegado a Nueva York después de escapar de una muerte segura en los campos de exterminio nazi, es la sencilla diferencia entre un personaje real (el primero) y otro ficticio.
Pero Brody, con una portentosa y magnética presencia ante la cámara, consigue darle una identidad muy parecida a ambos personajes . Dentro de la cabeza del espectador impactado por la poderosa descripción del capitalismo de posguerra que Brady Corbet hace en El brutalista, Toth es ni más ni menos que la prolongación de Spilman. Alguien que soporta toda clase de dolores, humillaciones y penurias con tal de sostener una identidad, una vocación y un destino configurado desde el origen por los padecimientos que sufrió o de los que fue testigo durante la guerra.
Si Brody alcanzó de manera indiscutida el Oscar dos décadas atrás por cómo encarnó a Spilman en El pianista, ¿cómo no imaginar un resultado similar para un personaje como el de El brutalista, que se le parece tanto? Ese parece ser, más allá del triunfo de Chalamet en los SAG, el pensamiento mayoritario entre los votantes de los grandes premios de Hollywood y el argumento que sostiene con más fuerza la creencia de que Brody será de nuevo este año el ganador del Oscar.
¿Quién debería ganar el Oscar a Mejor actor?
El anuncio de Chalamet como ganador del SAG a Mejor actor se produjo después del cierre de la votación del Oscar, el martes 18, por lo que ese reconocimiento no ejercería a priori influencia alguna en el veredicto del domingo 2. Pero no puede dejar de considerarse el hecho de que los actores tienen la representación más amplia dentro de la Academia de Hollywood y por número son los que terminan pesando más fuerte en el resultado final.
¿Será definitivo este vuelco final en favor de Chalamet? La personificación que el joven intérprete neoyorquino hace del primer Bob Dylan en Un completo desconocido acumula méritos de sobra para convertirlo, de ganar, en el dueño más joven del Oscar al mejor actor protagónico en los casi cien años de historia del premio de la Academia.
Chalamet expresa a la perfección el espíritu de la época en la que transcurre la película de James Mangold. Es suya por completo la introspección de Dylan, así como le sobra personalidad para transformar en una carga liviana y muy llevadera todo el proceso transformador que el personaje experimenta a lo largo del relato.
Lo vemos transformarse en Dylan sin imitarlo o copiar miméticamente gestos o inflexiones vocales, mientras nos guía con extraordinaria seguridad en el recorrido por las zonas más diáfanas y más oscuras de esta primera y consagratoria etapa. Si Chalamet merece largamente el Oscar y es quien debería ganarlo como actor protagónico este año es porque a través suyo ese tiempo de cambios, descubrimientos, hallazgos, rupturas y volantazos culturales abruptos alcanza toda la potencia de una verdad.
Además, en su caso, actuar significa también colgarse al hombro una guitarra, afinar la armónica y ponerle voz al personaje por medio de sus canciones. Como lo demostró hace muy poco en Saturday Night Live (el episodio está disponible en Flow), Chalamet reconoce a Dylan desde el lugar y la mirada de su generación. Aquella verdad cobra todavía más vuelo cuando el actor entona algunos clásicos (junto a temas mucho menos conocidos) de su personaje. Cada vez que se lo escucha carraspear o cuando arrastra o estira alguna palabra queda claro que Chalamet entiende a la perfección todo lo que Dylan se propuso transformar a partir de una muy reconocible tradición .
Esa misma impronta de cambio, disruptiva y renovadora, acompañó a Chalamet durante toda su creativa presencia en esta campaña de temporada de premios frente a quienes toman las decisiones y eligen a los ganadores. Con asombrosa seguridad y una confianza a toda prueba, Chalamet viene mostrando en todas las ocasiones posibles a lo largo de esta temporada de premios que Dylan tiene a través suyo mucho para decir en este momento y que el Oscar puede ser una inmejorable herramienta para lograr ese propósito.
Todo lo contrario ocurre en el escenario del Oscar al Mejor actor de reparto. Aquí es un hecho absolutamente indiscutido (y largamente adelantado) el premio para Kieran Culkin. No habrá nada de aquí al domingo que le quite, ni siquiera en el terreno de las especulaciones, un festejo que viene anunciándose desde hace varias semanas sin la más mínima voz en condiciones de objetarlo.
Lo mismo que en el caso de los actores protagónicos, esta categoría mantuvo desde el comienzo a los mismos nombres. Solo quedó al margen Denzel Washington (Gladiador 2), que a fines del año pasado era visto por muchos especialistas como favorito para ganar. Hasta que de a poco, cuando empezaron a aparecer los premios, su nombre se esfumó de golpe junto a la película. Quedaron en la lista final de cinco nominados, junto a Culkin, Yura Borisov (Anora), Edward Norton (Un completo desconocido), Guy Pearce (El brutalista) y Jeremy Strong (El aprendiz).
¿Quién va a ganar el Oscar a Mejor actor de reparto?
Culkin vivió la temporada de premios como el piloto de un auto de competición que arrancó la carrera en la punta y la mantuvo hasta el final , sacando frente al resto de los participantes una ventaja inalcanzable. Ganó el domingo pasado el SAG después de llevarse sucesivamente el BAFTA, el Globo de Oro, el Critics Choice, el Independent Spirit y más de 30 premios de otras tantas asociaciones de críticos en el hemisferio norte. ¿Quién podría quitarle la estatuilla dorada, coronación de toda esta extraordinaria secuencia de triunfos, a la interpretación más celebrada (en el sentido más lúdico del término) de toda esta larga temporada?
Lo que hizo Culkin en Un dolor real es un verdadero modelo del tipo de actuación que los representantes de los distintos oficios de la industria del entretenimiento idolatran: empática, de rango amplísimo (de la euforia a la depresión), sensible, esperanzadora, histriónica, introspectiva.
Desde la perspectiva sobre todo de sus pares, no hay nada más cercano a la interpretación perfecta que la coexistencia perfecta bajo un mismo rostro entre las dos máscaras esenciales de un actor: la comedia y la tragedia . Eso, ni más ni menos, es lo que ven en Culkin y lo que va a darle el Oscar este domingo a una de las figuras de Succession.
¿Quién debería ganar el Oscar a Mejor actor de reparto?
Es difícil en la realidad que vive el Oscar este año escapar de semejante unanimidad, pero cuando lo hacemos encontramos valores muy destacables en otro de los nominados hasta el punto de reconocer que merece el premio. Por más que ya parezca todo definitivamente escrito en la categoría, nadie objetaría esta vez un Oscar para Edward Norton .
Es la cuarta vez que Norton está nominado al premio de la Academia de Hollywood. En las anteriores (La verdad desnuda, América X y Birdman) veíamos a un intérprete cargado de impostura, arrogancia, tics innecesarios y hasta cierto distanciamiento y falta de compromiso. Curiosamente, la Academia nunca tuvo en cuenta sus mejores apariciones en pantalla, entre las cuales La hora 25 resulta todavía insuperable.
Como en aquella película de Spike Lee, pero ubicándose en otra dimensión, Norton alcanza en Un completo desconocido una sinceridad poco común, en este caso representando a una figura de la vida real, clave en el febril movimiento musical estadounidense en los años 60 . Nos convence de que Pete Seeger es un personaje que sabe ocupar su lugar en el mundo, mucho más cuando aparece junto a él una fuerza extraordinariamente transformadora como la de Bob Dylan.
En términos de merecimientos, el tándem de Un completo desconocido (Chalamet como actor protagónico; Norton como actor de reparto) debería llevarse el triunfo en el domingo del Oscar. Todo indica que los ganadores serán otros.