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Pancho Figueroa, el último chalchalero, se despide de los escenarios: “El folklore está un poquito contaminado”

Pancho Figueroa, el chalchalero emprende su gira de despedida con un recital gratuito
Pancho Figueroa, el chalchalero emprende su gira de despedida con un recital gratuito

“ Soy el último chalchalero sobre los escenarios y, de los viejos, el único vivo ”, dice Pancho Figueroa con su voz siempre potente y clara, a la que el paso de los años no le han hecho mella. No es justamente el estado de su voz lo que lo decidió por dejar de subir a los escenarios. Hay otros motivos que tienen que ver con el paso de los años y con el sentir que hay una tarea que ya está cumplida.

Pancho lleva un par de décadas como solista, con varios discos editados desde la despedida de Los Chalchaleros, conjunto folclórico que integró durante casi cuatro décadas. Luego de que el grupo cumplió 50 años, su único miembro fundador, Juan Carlos Saravia, sintió que ya no estaba para el trajín de los viajes y así fue que el grupo comenzó tour de despedida. Extenso, por cierto; de ahí que se acuñara la frase “más largo que despedida de chalchalero”. Figueroa promete que su despedida no será tan larga porque siente que ya no está para armar y desarmar valijas. El show que este fin de semana dará en Luján, con la Basílica de la Virgen como telón de fondo, será una de esas paradas.

“El lugar lo eligió mi hijo, que es mi representante. Me parece bien, le dije. Y la intendencia se ofreció a apoyarnos, cosa que no es fácil. Porque las intendencias no tienen plata. Pero esto será con un escenario frente a la basílica. Y no habrá entrada, todo libre y gratuito; me parece bien para ver si la Virgen nos da fuerza para hacer una girita el año que viene, no tan larga como la de los Chalchaleros”, cuenta.

-¿La despedida será solo de los escenarios?

-Claro. Porque uno no se despide del canto. Uno del canto no se puede despedir nunca. Se puede cantar en un asado con amigos, en la ducha o mientras camina por la calle. Nací cantando, me crie cantando. Canté con Los Chalchaleros 38 años. Sigo cantando y me iré cantando, porque esa es una manera de decir que estoy vivo . De demostrarme a mí mismo que sigo estando vigente, que sigo viviendo. La canción es una de las expresiones más lindas que puede tener las personas.

-¿También se despide de los discos?

-No lo sé. Quizá siga grabando algo. Lo que pasa es que el disco ya no existe. Tenés que publicar en redes sociales, en YouTube. A mi me gustaba el disco, el long play. Y después el compact. Me da mucha rabia que los autos nuevos ya no tienen para escuchar discos. Solo los puedo escuchar en mi casa. A esta edad hay cosas que ya no me interesan... Las redes, Instagram...

Pancho Figueroa, en su juventud
Pancho Figueroa, en su juventud

-¿Desde cuándo se sintió músico: desde los 7, cuando cantó por primera vez en radio, o cuando entró a Los Chalchaleros?

-Toda la vida ha sido música para mí. Mi madre, misionera, tocaba muy bien el piano y en mi casa siempre había música porque mi padre era un melómano incorregible. Le gustaba mucho la música clásica. Yo escuchaba a las grandes orquestas de aquella época, y me empezó a gustar el jazz. Vi una película de Benny Goodman y lo molesté tanto a mi padre que para un 5 de enero me regaló un clarinete. Todavía lo tengo acá. De vez en cuando toco. Se ve que mi padre vio que me gustaba la música porque me llevó a un concurso de canto de chicos, en la radio LT5 de Chaco. Lo gané. De ahí en más parece ser que me agrandé y empecé a estudiar piano, dos o tres años, después me enamoré del clarinete, a los 14 o 15 años. Formé un conjunto de jazz, en Resistencia, que tocábamos a la manera de Benny Goodman y nos divertíamos muchísimo. Y por esas casualidades de la vida cayó una guitarra en mis manos.

-¿Y qué pasó entonces?

-Un amigo me dijo: “¿Por qué no salimos a dar unas serenatas?”. “¿Con el clarinete?”, le pregunté. “No, si vos cantás”, me respondió. Y no tuve otra alternativa que pedirle al que tocaba la guitarra que me pasara dos o tres tonos. Con esos tres podía cantar una que tocaban Los Fronterizos: “Y nunca te he de olvidar...” [”Tonada del viejo amor”]. Y con eso andábamos molestando a las chicas hasta las 3 o 4 de la mañana. Eso fue hasta que una de ellas me dice: “Che, a ver si aprenden otra canción porque siempre cantan lo mismo”. Me dio tanta vergüenza que fui a una casa de música y le pedí al dueño un disco de folklore. Metió la mano en un estante y me dio un disco de Los Chalchaleros. “¿Y estos quienes son?”, le pregunté. “Es lo mejor del folklore”, me dijo. Cuando llegué a casa puse el disco. Me enamoré del folklore y del estilo. De las canciones y del folklore. Aprendí a rasguear como chalchalero, porque no cualquiera rasguea como un chalchalero.

-¿Y cómo llegó a integrarse al grupo?

-Formé un grupo que se llamó Los Arrieros. Una vez que Los Chalchaleros fueron a cantar a Resistencia, después de la actuación los invitaron a comer un asado. El presidente del Club les dijo que había un grupo de chicos que quería tocar para ellos. Se quedaron con la boca abierta porque no podían creer que hubiera un grupo que los imitara tan bien. Inclusive, Ernesto Cabeza dijo: “Estos tipos cantan mejor que nosotros”. Y se ve que me echaron el ojo en ese momento. Ernesto venía a mi casa. Y en el año 1966, cuando iban a dar un recital en Resistencia, antes estuvimos tomando unos mates con Ernesto, que era un tipo muy parco pero directo para decir las cosas. “Queremos que vengas a cantar”, me dijo. Y cuando le pregunté sobre el repertorio de esa noche, me dijo que no era para esa actuación sino para siempre. Y pasé 38 años con los Chalcha.

-¿Qué tuvo que dejar?

-Estudiaba arquitectura, estaba de novio, tenía mi casa, mis amigos. Fue tomar una decisión no tan difícil, pero sí pensada.

-¿Sintió alguna “resistencia” en sus comienzos con el grupo?

-Debuté con el grupo con gran temor, un 5 de enero, en el Teatro Griego de Córdoba. Pero nunca, gracias a Dios, me dijeron nada. Parece ser que hice las cosas más o menos bien. Al contrario, me felicitaban. Porque tuve que reemplazar a Dicky Dávalos. Inclusive, tras la muerte de Ernesto Cabeza, tuve que reemplazarlo en la primera guitarra y sacar todos los punteos de las canciones. Me llevó meses. Y luego los punteos que tuve que inventar, hacer arreglos, las segundas voces. El Gordo [Juan Carlos Saravia] me decía: “Yo no se nada, encargate vos”. Parece que las cosas no las hicimos demasiado mal. Gracias a Dios.

Los Chalchaleros, hace dos décadas, en su gira de despedida
Los Chalchaleros, hace dos décadas, en su gira de despedida - Créditos: @Rafael Calviño

-¿Qué cosas no hubiera hecho en tantos años de carrera?

-Creo que hicimos lo que debíamos. Tratamos de elegir las mejores canciones del estilo chalchalero. Por ejemplo, hemos querido cantar cosas del Cuchi Leguizamón que nos resultó dificultoso. Siempre venía gente con canciones bajo el brazo para ofrecernos, sobre todo cuando viajábamos por todo el interior. Y nosotros buscábamos las que se adaptaban. Me quedó en el tintero cantar tangos, con el ritmo de las zambas. Hay algo que hice. No sé si cometí un error, pero sé que fue un gusto que me di. Soy amigo de Chico Novarro...

-Tomó dos de sus boleros y los pasó al ritmo de la zamba.

-[Se ríe] Algunos me criticaron. A otros les gustó. Pero, bueno, yo me di el gusto de cantar con él.

-En el balance que puede hacer al momento de decidir dejar los escenarios, ¿qué le quedó pendiente?

-No, creo que he hecho lo que más me ha gustado: música. De la mañana a la noche. Y pongo música en casa todo el tiempo. Lamentablemente, las radios no emiten música que tengan buena melodía; ahora las canciones tienen “medolía”. Y en los festivales, trato de ver si tienen algo de folklore. Y el folklore está un poquito contaminado. Ya no escucho aquellas canciones tan lindas de Eduardo Falú, Atahualpa, Horacio Guarany, Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Las Voces Blancas, el Cuarteto Supay, el Grupo Vocal Argentino o Los Huanca Huá. Tanta música linda hemos hecho en aquellos tiempos. Parece ser que para los festivales no es negocio llevar a los folkloristas. No importa, yo voy a seguir insistiendo el año que viene, cantando un poquito más de folklore, la música que a mí me gusta.

-¿Ya tiene fechas festivaleras para el verano?

-En enero en Puerto Tirol, Chaco, más o menos con 50 grados de calor.

-A la sombra.

-Sí, a la sombra. El 15 de ese mes en el festival del Chamamé, en Corrientes. En febrero voy a estar en Chaco y en marzo en Oberá, Misiones. Hace poco estuve en Colombia. Me afectó la altura. Me llamaron para ir a Cochabamba y a Tarija, pero a esta edad... Con la altura no puedo cantar. Y me cuesta hacer las valijas, irme de mi casa, dejar a mi familia: mi mujer, mis hijos y mis nietos. La vida se va yendo de a poquito. Soy el único chalchalero que sigue cantando y el único vivo de los chalchaleros viejos .

-¿Recuerda la primera gira que hizo con el grupo fuera del país?

-Fue en Bolivia. No teníamos para comer. En las paradas solo había maní y naranjas. Hacía frío, los hospedajes no eran buenos. “¿Qué estoy haciendo acá?”, me preguntaba. La paga no era lo que hoy ganan los conjuntos. La gente piensa que nos llenamos de plata. No, en absoluto. Hemos vivido bien, normalmente bien. Esa primera gira fue un espanto. Yo no estaba acostumbrado. Luego me fui acostumbrando. Hemos andado por todos lados. Tuvimos graves accidentes en las rutas. Recorrimos prácticamente el mundo entero. Recorrimos los mejores escenarios y los malos. Fuimos recibidos por gente muy importante. Desde presidentes hasta artistas. Yo creo que llevamos nuestra música nativa con seriedad y profesionalidad.