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Paramount+: The Comey Rule pone el foco en las debilidades de la democracia

The Comey Rule: Jeff Daniels como James Comey y Brendan Gleeson como Donald Trump
The Comey Rule: Jeff Daniels como James Comey y Brendan Gleeson como Donald Trump

The Comey Rule (Estados Unidos/2020). Creador: Billy Ray. Elenco: Jeff Daniels, Brendan Gleeson, Holly Hunter, Michael Kelly y Oona Chaplin. Disponible en: Paramount+. Nuestra opinión: buena.

Algunos meses antes de la elección norteamericana de 2016, el FBI reveló que estaba investigando a la entonces candidata Hillary Clinton por utilizar, durante su período como secretaria de Estado de Barack Obama, servidores de mail particulares para fines oficiales, hecho que, suponían, podría haber puesto en peligro la seguridad de ese país. Tras una larga investigación no se encontró delito alguno. Desde luego, la campaña de Donald Trump no necesitó esperar ninguna conclusión legal para rebautizar a su rival “Crooked” Hillary y acusarla de todo tipo de crímenes. En ese momento, no pocos asumieron que esta investigación le había costado a Clinton la elección.

El responsable de llevarla a cabo fue el entonces director del FBI James Comey, un republicano seleccionado para el cargo por Barack Obama, quien logró ganarse el odio de todo el espectro político norteamericano: de los trumpistas, por no hallar a Hillary culpable, y de los demócratas, por convertir un tema menor en una cuestión de seguridad nacional. Esta miniserie de cuatro horas, inspirada por el libro de memorias de Comey, es un intento de reivindicarlo o, al menos, de explicar sus razones y, sobre todo, de mostrar los mecanismos de una elección que dividió a su país, en la que los hechos dejaron de importar frente a las “fake news” y que obligó a los norteamericanos a repensar los límites de la democracia ante la aparición disruptiva del populismo, algo con lo que muchos espectadores latinoamericanos podrán identificarse.

La serie es también una pieza de propaganda política. Su creador Billy Ray (guionista de El caso Richard Jewell y Capitán Phillips) debió luchar para que se estrenara en los Estados Unidos antes de la última elección,ya que su objetivo manifiesto era demostrar que las anormalidades de 2016 se estaban repitiendo en 2020. Ni se intenta disimular el sesgo partidario. Donald Trump es presentado del mismo modo en que se muestra al alien en la película homónima de Ridley Scott: el monstruo es visto de modo fragmentario durante buena parte del metraje y solo aparece en todo su esplendor en la parte final. La caracterización de Brendan Gleeson, con una respiración sibilante francamente repulsiva y una expresión que transita de la soberbia al desprecio muestra a Trump al borde de la caricatura, como pura voracidad amoral, el opuesto exacto de la contención de Jeff Daniels en el rol del hierático Comey.

Con Biden ya como nuevo presidente, este relato sería un dispositivo proselitista obsoleto si no fuera porque sus preguntas sobre las debilidades de la democracia republicana siguen vigentes. Comey es presentado como un faro ético, alguien solo comprometido con la verdad, con hacer lo correcto y seguir las reglas pero, tal como le señala un colaborador, la verdad y lo correcto no siempre van de la mano con la letra de ley. El filósofo austríaco Karl Popper fue el primero en plantear en La sociedad abierta y sus enemigos la noción de la paradoja de la tolerancia: una sociedad tolerante no puede tolerar a los intolerantes porque estos terminarían imponiéndose. La serie señala la contradicción de que al actuar como indica la estricta legalidad democrática, Comey facilitó el acceso al poder de un candidato que luego mostraría total desprecio por las normas que posibilitaron su triunfo y pondría en riesgo a la democracia misma. Parafraseando a Popper, este relato se pregunta si es posible defender a la democracia de los embates de los populismos desde el más ceñido apego a la democracia.

A pesar de ese planteo interesante, la serie padece un extremo convencimiento de su importancia y una corte de personajes secundarios unidimesionales, que insinúan un desarrollo que siempre queda trunco. De todos modos, como en cualquier otro relato terrorífico, en la historia del triunfo electoral de Trump, a los espectadores no les importarán tanto las víctimas como la criatura.