Pedro Almodóvar, sobre Madres paralelas: “La ultraderecha española está intentando cambiar la historia y yo, humildemente, trato de llevarles la contra”
Para Pedro Almodóvar el cine fue un camino de hallazgos y emancipaciones. El encuentro de una voz propia que asumiera el legado de su crianza, las charlas de su madre y las vecinas, la educación religiosa puesta en crisis, el amor por Hollywood y el melodrama. Fue el emergente de la movida madrileña, quien mejor conjugó la irreverencia con el talento, la invención con el aprendizaje. En los años 80 borró a Franco de su cine como una forma de castigo, como una reacción contra esa figura omnipresente que había definido al cine español de la transición democrática. En ese gesto provocó un sacudón irreversible: la historieta y la fotonovela se mezclaron con el arte pop, los boleros con los amores desmedidos, la contracultura con una aguda crítica a los resabios de la dictadura .
La primera película abiertamente política de Almodóvar fue Carne trémula (1997), en los albores del gobierno de José María Aznar, y ese parto inaugural en un estado de excepción anudaba para siempre la maternidad y la memoria histórica. Quien paría en un autobús en la Navidad de 1970 era Penélope Cruz en su primer trabajo junto a Pedro, con quien luego encarnaría otras madres: la de la incertidumbre en Todo sobre mi madre (1999), la de la despedida en Volver (2006), la de la España gris de los 60 en Dolor y gloria (2019). Ahora llega una nueva madre y una nueva historia, la que une el pasado personal con la historia del franquismo en un tiempo clave para España, en el que la memoria amenaza con ser reescrita por las nuevas voces de la derecha. Madres paralelas es una película que encarna esa búsqueda, la del pasado propio y el de un país, cuya metáfora son las fosas comunes que mantienen abierta la herida de una guerra que no ha terminado.
Pasado propio, memoria histórica
“ Hacía tiempo que quería hablar sobre el tema de las fosas comunes en España, una cuestión que me resulta muy sensible y que todavía no se ha terminado ”, cuenta Pedo Almodóvar en una mesa redonda con medios latinoamericanos de la que fue parte LA NACION. “Todavía tenemos más de 100 mil desaparecidos en fosas y cunetas, por lo cual desgraciadamente es un asunto contemporáneo. Por ello he querido abordarlo en alguna de las películas de este siglo. Por diversas razones no había podido, hasta que encontré la historia de Madres paralelas”.
Con un guion propio, como el de la mayoría de su obra, Almodóvar enlaza la historia de dos madres que se conocen en un hospital de Madrid el día en que dan a luz a sus hijas. Janis (Penélope Cruz) es fotógrafa profesional, su maternidad no implica ataduras sino la concreción de un deseo, su presente está unido a su pasado a través del legado de su abuela. Ana (Milena Smit) es una adolescente, expulsada de la casa de su padre a causa de un embarazo no deseado, en compañía de su madre Teresa (Aitana Sanchez-Gijón), intentando descubrir qué le depara su futuro. El encuentro no es solo la unión de dos destinos sino el contrapunto entre dos formas de la maternidad, tema omnipresente en el cine del director manchego.
“Para Janis –explica Almodóvar-, huérfana y criada en un pueblo, la maternidad está unida a su conciencia social y política que viene del pasado, de ese imborrable recuerdo de su abuela de cuando tenía diez años y tres falangistas irrumpieron en su casa durante la cena y se llevaron a su padre. Por ello, para Janis su principal motivación es abrir la fosa del pueblo que retiene los restos de su bisabuelo y darle dignidad y sepultura, con su nombre propio, para que su familia pueda llevarle flores”.
La película explora la tensión entre los dos aspectos del personaje de Penélope Cruz, la búsqueda de una verdad colectiva y la construcción de una mentira íntima para no perder lo que más quiere, su hija. El dilema moral no deja de hilvanar los hilos de la historia del propio país y ese territorio íntimo del dolor y las pasiones reavivan los interrogantes claves que recorren hoy el presente de España.
Madre hay una sola
Las madres han habitado siempre en el cine de Almodóvar. La de Qué hecho yo para merecer esto (1984) está perdida en esa prisión hogareña de la que quiere escapar a fuerza de pastillas y crímenes perfectos. La madre actriz de Tacones lejanos (1991) redime su abandono en la escenificación de su propia culpa mientras canta “Piensa en mí”. Todo sobre mi madre lo une todo: la madre abnegada, la monja embarazada, las actrices trágicas. Un mundo que se embriaga de melodrama, que se atreve a la parodia, que asume la realidad sin perder nunca la ilusión.
“La maternidad es un tema eterno, sobre el que se pueden hacer infinidad de películas. Desde Mi tía (1958), que es una comedia alocada, hasta Buenos muchachos (1990) que es una película de gángsters, o La novicia rebelde (1965), que es un musical blanco. Mis madres nunca son iguales unas a las otras. La madre de Madres paralelas es muy distinta de las otras. Es una madre soltera, una mujer contemporánea, que tiene un legado importante que le ha dejado su abuela. La madre de Dolor y gloria era la madre de la posguerra, condenada a vivir en una cueva. La de La flor de mi secreto (1995), interpretada por Chus Lampreave, fue la más cercana a mi propia madre . La escribí a partir de mis recuerdos, de las discusiones que tenía con mi hermana, de ese amor mezclado con el griterío”.
Madres paralelas también refleja los desencuentros entre dos generaciones, entre dos formas de conciencia del presente. Para Janis, el pasado está en carne viva, y para Ana es apenas una sombra que sus padres le entregaron a cuentagotas. Encanar a ambos personajes fue un trabajo arduo y placentero para ambas actrices, escapar de sus propias emociones que nacían con la sola lectura de un guion tan conmovedor. “Fueron más de cuatro meses de ensayos. Pedro dice que nosotros le regalamos ese tiempo, pero en realidad es al revés, es una bendición tener un director que le da tanta importancia a la gestación de la película en todos sus aspectos”, relata Penélope Cruz. “ En ese tiempo pudimos probar diversas alternativas para abordar el tema, encarnar a los personajes, encontrar respuestas a las escenas y superar las dificultades que surgieran. Mi personaje es muy diferente a mí en la expresión de sus sentimientos. Por ello fue todo un desafío terminar algunas escenas sin ponerme a llorar ”.
El personaje de Ana es, de alguna manera, la expresión de una juventud contemporánea. Para Milena Smit, de tan solo 25 años, debutante en el universo de Almodóvar y con una carrera prometedora por delante, Ana le permitió sacar a la luz sus propios interrogantes sobre el presente. “ Hasta el momento en que leí el guion no conocía en profundidad la historia que estábamos contando. Las fosas sí habían aparecido como tema de conversación en algunas cenas familiares, en las voces de mis abuelos, pero no recuerdo haberlo abordado en el colegio durante mis años de estudiante. Por ello la película es importante para generaciones como la mía, o incluso más jóvenes, que desconocen las injusticias que se han cometido en este país . Eso es algo que comparto con mi personaje: Ana tampoco conocía parte de ese pasado que también le era propio. Por eso para mí fue un camino compartido, descubrir en la ficción lo que mi personaje descubre en su realidad”.
Un mapa de contradicciones
Una de las citas más significativas de la película es la obra teatral de Federico García Lorca, Doña Rosita la soltera. Fue estrenada en 1935, un año antes del asesinato del poeta y dramaturgo español a manos de las tropas del franquismo. En Madres paralelas es la oportunidad de Teresa de convertirse en actriz en serio, luego de tantas frustraciones, de la interrupción que supuso su temprana maternidad, de los condicionamientos familiares, del accionar de un azar caprichoso. Allí Almodóvar cifra otra contradicción: la voz conservadora y apolítica de Teresa reviviendo los últimos diálogos escritos por Lorca.
La historia nunca está forjada en líneas rectas sino en esas curvas persistentes que también delinean sus películas, que unen aquel desparpajo de la movida con la melancolía de su madurez como autor. Que unen a la madre joven de Penélope Cruz en el colectivo de Carne trémula, durante el crepúsculo del franquismo, con la búsqueda de Janis, quien desentierra la memoria de un pueblo con lágrimas en los ojos. “ Es importante que el cine sea una puerta abierta para que los espectadores se hagan preguntas –destaca la actriz-, indaguen sobre lo que allí se discute y encuentren sus propias respuestas. Es una historia dolorosa, en tiempo presente, tan importante para la sociedad como para los familiares que luchan por honrar a sus muertos ”.
Madres paralelas es una película decisiva en el cine de Almodóvar. Después del camino íntimo que recorrió en Dolor y gloria, la reflexión de un artista que pone en relación su vida y su obra en el mismo ejercicio de su memoria, Madres paralelas implica una conexión con una historia social que enlaza a los personajes con generaciones pasadas. Una película que adquiere peso en su coyuntura, que no pierde el placer por contar historias pero que advierte la potencia de su alumbramiento en este tiempo histórico. Como el mismo Almodóvar lo destaca en el cierre de la entrevista: “Para mí, uno de los principales fines por los que se hace una película y se cuenta una historia es para que el público se entretenga. Pero, en esta película, también es importante que una generación como la de Milena [Smit], y más jóvenes incluso que ella, se enfrenten a una realidad que desconocían. Sobre todo en un momento como el actual, en el que surgen voces que intentan falsificar nuestra historia. La ultraderecha española está intentando cambiar la historia del franquismo y yo, humildemente desde mi lugar de cineasta, trato de llevarles la contra ”.