Anuncios

Perdón, pero no puedo dejar que me beses

Lo siento, Soki, no te puedo dejar que me beses en la cara. Mi amigo salta desesperado cuando vuelvo del trabajo y mueve la cola con la alegría que ni siquiera mi familia demuestra a mi regreso de un largo viaje. La lengua de un perro puede ser el vector de innumerables enfermedades transmisibles a los humanos cuando lame el rostro de su amo. No hace falta más que ver la pasión canina por limpiarse su ano, u oler o hasta tomar la orina de sus congéneres.

Según un artículo publicado por The New York Times, “la boca de un perro es un gran receptáculo de bacterias, virus y hongos”. Tenemos Escherichia coli, salmonellas y campylobacterias, que pueden producir severas enfermedades intestinales en los humanos. Los expertos entrevistados aseguran que estos no se transmiten por el contacto de la saliva canina con la piel humana, menos mal. Pero cuidado con la boca, nariz y ojos. En los intestinos de un cachorro puede haber hasta 30 millones de huevos de gusanos.

El mismo artículo cita a otros veterinarios que afirman que tampoco es saludable dejarse besar por gatos, así como dejar sin limpiar y desinfectar sus arañazos o mordeduras. Los felinos nos pueden pasar las bacterias conocidas como pasteurellas y Bartonella henselae.

¿Qué deberíamos hacer regularmente para evitar todo este tipo de zoonosis? Por empezar, la higiene. La nuestra y la de ellos. En el caso de nuestros familiares de cuatro patas, efectuar una desparasitación cada vez que lo recomiende el médico veterinario, impedir que coma o huela las heces de otros animales y, si es posible, que se lama el ano. No dejarnos lamer la boca, la nariz o los ojos. En nuestro caso, lavarnos bien las manos si hemos atravesado por una sesión de lamidas de nuestro amigo más fiel. Por supuesto, no hacérselo notar demasiado. Al fin y al cabo, son seres sensibles.

(Foto: Ryan Johnson/Flickr)