Manipular a golpe de victimismo: cómo reconocer y frenar a estas personas

"La recompensa por la conformidad es que le gustes a todo el mundo, excepto a ti mismo" - Rita Mae Brown [Foto: Getty Creative]
"La recompensa por la conformidad es que le gustes a todo el mundo, excepto a ti mismo" - Rita Mae Brown [Foto: Getty Creative]

Su vida ha sido la más terrible, desafortunada y sombría que puedas imaginar. No puedes evitar sentir pena. Te compadeces. Brindas tu ayuda. Le apoyas.

De repente, sin saber muy bien cómo, tus problemas se convierten en una subtrama secundaria de su drama personal. Tus necesidades pasan a un segundo plano. Comienzas a sentirte cada vez más asfixiado. Cada vez más pequeño. Cada vez más atrapado en una situación en la que solo das y no recibes nada a cambio.

Querrías cortar los lazos. Escapar. Respirar un poco. Pero inmediatamente te sientes culpable. La idea de “abandonarle a su mala suerte” te hace sentir que eres una mala persona. Cedes a la nueva exigencia. Soportas estoicamente el rosario de quejas. Te borras para darle protagonismo. Y así terminas cayendo en la espiral cada vez más profunda de la manipulación victimista.

Las intrincadas redes de la manipulación victimista

Reconocer a las personas victimistas y manipuladoras es tan difícil porque llevamos una venda emocional sobre los ojos. [Foto: Getty Creative]
Reconocer a las personas victimistas y manipuladoras es tan difícil porque llevamos una venda emocional sobre los ojos. [Foto: Getty Creative]

Las personas que tienen una mentalidad victimista no siempre son plenamente conscientes de su actitud ante la vida. Sin embargo, a veces usan las desgracias vividas y se ensimisman en su papel de víctimas para manipular a los demás y sacar provecho.

No tienen reparos en contar todas sus desgracias, problemas y sinsabores porque saben que así conseguirán compasión. Saben que cuando empatizas con alguien que está sufriendo, bajas tus defensas psicológicas para conectar mejor.

Tu cerebro responde como si estuviera viviendo esas experiencias. Se activan las mismas redes emocionales y se “desactivan” las redes racionales. Por eso terminas siendo más vulnerable y cedes a demandas que, en otras circunstancias, habrías considerado excesivas o francamente irracionales.

Cuando esa situación se repite a lo largo del tiempo, es probable que termines cayendo en las redes de la manipulación victimista. La persona manipuladora te hará creer que tienes la obligación de responsabilizarte por ella, resolver todos sus problemas y estar siempre disponible.

Cuando tengas momentos de lucidez e intentes zafarte de esa dependencia excesiva, esa persona te hará sentir culpable. Tocará los botones de la sensibilidad y la responsabilidad para que vuelvas a adoptar tu rol de cuidador y proveedor. Y si no lo haces, te hará sentir una mala persona.

De hecho, si la confrontas para explicarle que la vida es dura para todos y que todos pasamos por situaciones difíciles, es probable que te eche en cara tu falta de empatía e insensibilidad. Te dirá que no comprendes por lo que ha tenido que pasar. Y se asegurará de crear una narrativa que la proteja de las críticas, de manera que las personas de vuestro círculo más cercano la vean como una víctima indefensa mientras tú eres “el villano de la película”.

Así terminas convirtiéndote en una víctima sometida. Tu mundo comienza a girar a su alrededor. Relegas tus necesidades, deseos y metas a un segundo plano para facilitarle la vida. Y lo peor de todo es que esa manipulación suele ocurrir por debajo de tu radar. No desconfías de sus intenciones hasta que es demasiado tarde porque el vínculo emocional te impide ver con claridad lo que está ocurriendo. De hecho, las personas victimistas y manipuladoras suelen estar en tu círculo más cercano: la familia y los amigos.

Reconocer a quienes se hacen la víctima

En el entramado de manipulación victimista, cuanto más entregas, más te pierdes. [Foto: Getty Creative]
En el entramado de manipulación victimista, cuanto más entregas, más te pierdes. [Foto: Getty Creative]

Las personas que han sido víctimas de un evento traumático necesitan comprensión, validación, apoyo y afecto. Cerrar filas a su alrededor les dará la fuerza que necesitan para recuperarse y recomponer los pedazos rotos. Eso no se cuestiona.

Sin embargo, hay personas que convierten el victimismo en una actitud existencial. Utilizan los eventos negativos como moneda de cambio para hacer demandas excesivas y sacar provecho a costa de los demás. Usan su posición de víctimas para manipular. Eso es inaceptable.

Reconocer a las personas que manipulan a golpe de victimismo es fundamental para no caer en sus redes o lograr salir de ellas. Psicólogos de la Universidad de Tel Aviv resumieron algunos de sus comportamientos, actitudes y formas de pensar características:

  • Locus de control externo, la culpa siempre es de los otros

La persona con mentalidad victimista identificará a los otros como la causa de todos sus males. Dirá que “la vida es dura”, “las personas no son de fiar” o se quejará de que “nadie la entiende”. Estructura su narrativa de forma tal que siempre exista un chivo expiatorio.

No asume el control de su vida, sino que transfiere constantemente la responsabilidad a los otros. Por eso es probable que termines cargando un peso que no te corresponde e incluso tengas que asumir la culpa por sus derrotas, fracasos o problemas.

  • Necesidad de reconocimiento, tanto del drama como de su rol de víctima

Las personas que juegan la carta de la víctima necesitan que los demás reconozcan y reafirmen ese rol. Por eso se lamentan continuamente de sus desgracias y buscarán excusas para no cambiar. Esa es su estrategia para crear y perpetuar la imagen de víctima que usarán para manipular.

En práctica, cada vez que reconoces su “mala suerte en la vida” o compartes su visión de que “todos se aprovechan de ella”, reafirmas su creencia de que el mundo conspira en su contra. Usan la validación emocional que les das como una confirmación de que todo lo que piensan es cierto y legítimo.

  • Elitismo moral, el sufrimiento como vara para medir

Las personas que asumen el rol de víctimas suelen desarrollar un sistema moral en “blanco y negro”. Creen que haber sido víctimas de algún evento negativo las convierte automáticamente en buenas personas y las coloca en un nivel moralmente superior.

Pensar que todos los demás están por debajo o son malas personas porque no han sufrido tanto como ellas puede llevarles a justificar su actitud manipuladora o incluso puede conducirles a pensar que tienen carta blanca para lastimar a los demás. De hecho, no es inusual que algunas personas pasen del rol de víctimas al de agresores, como indicó un estudio de la Universidad de Louisville.

  • Falta de empatía, demasiado ocupados consigo mismos

Dado que las personas que asumen el papel de víctimas suelen estar demasiado ocupadas y preocupadas con su propio sufrimiento, no suelen prestar mucha atención al malestar de los demás. Si intentas hablarle de tus problemas es probable que los minimicen o incluso lo interpreten como un acto egoísta de tu parte.

Esa falta de empatía con los demás proviene de la idea de que solo ellos han sufrido y les impide darse cuenta de que sus demandas son desproporcionadas. De hecho, un estudio publicado en Psychological Reports reveló que las personas manipuladoras son mucho menos conscientes del daño que le hacen a la relación que quienes son manipulados.

¿Cómo lidiar con las personas victimistas sin morir en el intento?

“Un ‘no’ pronunciado desde la convicción más profunda es mejor que un ‘sí’ pronunciado simplemente para complacer, o peor aún, para evitar problemas” -Mahatma Gandhi [Foto: Getty Creative]
“Un ‘no’ pronunciado desde la convicción más profunda es mejor que un ‘sí’ pronunciado simplemente para complacer, o peor aún, para evitar problemas” -Mahatma Gandhi [Foto: Getty Creative]

Lidiar con una persona que ha asumido una actitud victimista puede llegar a ser agotador. Esa persona se quejará continuamente por lo difícil que es su vida, pero si le ofreces alternativas o soluciones buscará excusas para quedarse en ese mundo hostil y desdichado porque le resulta más fácil responsabilizar a los demás que tomar las riendas de su vida. El problema es que este tipo de personas pueden terminar absorbiendo tu vida, por lo que debes establecer ciertos límites.

  • Evita culparte, no cargues con responsabilidades que no te corresponden

Dado que la persona manipuladora aprovechará tus puntos débiles, es probable que termines sintiéndote mal contigo mismo por decir “no”, intentar satisfacer tus necesidades o establecer tus prioridades. En ese caso, es importante que recuerdes que tú no eres el problema, te están manipulando para que renuncies a tus derechos como persona.

Pregúntate si te están tratando con respeto, si las expectativas de esa persona sobre ti son razonables o si te sientes bien contigo mismo en esa relación. Es fundamental que seas consciente de que no tienes que cargar con responsabilidades que no te corresponden ni convertirte en el saco de boxeo de alguien solo para que se sienta mejor.

  • Establece límites con firmeza y amabilidad

Un ‘no’ pronunciado desde la convicción más profunda es mejor que un ‘sí’ pronunciado simplemente para complacer, o peor aún, para evitar problemas”, dijo Mahatma Gandhi. Cada vez que cedes a una demanda injusta o excesiva estás dejando terreno, cayendo un poco más profundo en la red de la manipulación.

Por tanto, necesitas establecer límites con amabilidad, pero también con determinación. Si una exigencia es desproporcionada, puedes decirle a esa persona que lamentas mucho lo ocurrido, pero no puedes ayudarla de la manera que quiere. Si es posible, ofrece una alternativa con la que te sientas cómodo.

  • Fomenta la empatía, intenta que se ponga en tu lugar

Las personas victimistas pueden ser capaces de realizar grandes sacrificios por los demás. A veces solo necesitan salir de esa postura egocéntrica en la que les ha hecho caer la adversidad para comprender que ellas no son las únicas que sufren o tienen problemas.

Por tanto, la próxima vez que te haga, de manera implícita o explícita, una demanda excesiva, pregúntale: ¿Te parece razonable? ¿Lo que quieres te parece justo? ¿Cómo crees que me sentiré si hago eso? Así la colocas delante de un “espejo” para que vea la verdadera magnitud de sus peticiones.

  • Distánciate, si no hay más opción

No siempre se puede llegar a un acuerdo racional y mantener una convivencia saludable con la persona victimista y manipuladora. A veces no quiere entrar en razón, quizá porque se siente demasiado cómoda en su rol de víctima o porque no dispone de herramientas más asertivas para relacionarse con los demás.

Si has agotado todas las vías de entendimiento y sigues sintiéndote mal en esa relación, quizá la única solución sea establecer una distancia que te permita preservar tu equilibrio psicológico. Esa distancia no implica necesariamente romper la relación, a veces basta con reducir el contacto, de manera que esa persona comprenda que ya no estás en sus redes y no puede manipularte.

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