Pimpinela: un 2020 atravesado por la pandemia, el recuerdo de Maradona y la muerte de su madre: "La pudimos despedir"

Lucía y Joaquin Galan , Pimpinela
Fuente: Archivo - Crédito: Victoria Gesualdi / AFV
Lucía y Joaquin Galan , Pimpinela
Fuente: Archivo - Crédito: Fabian Marelli

2020 no fue un año más. Sin dudas, la pandemia de coronavirus que nos azota atraviesa estos tiempos generando un transcurrir diferente. Pensando en estas cuestiones, Pimpinela presentará su primera actuación por streaming que llevará como acertado título: 2020, el año que se detuvo el tiempo. "Le veníamos escapando al streaming, pero el concepto de este show fue lo que nos decidió a realizarlo, dado que no será una experiencia virtual típica, con música solamente. Seremos nosotros mismos, ofreceremos momentos de comedia y, por supuesto, cantaremos, pero no habrá un concierto en el sentido formal", anticipa Joaquín Galán, quien junto a su hermana Lucía conforma, desde hace 39 años, una de las propuestas musicales más originales que haya generado el vasto universo de la canción popular. Este sábado a las 21, por la plataforma entradauno.com, Pimpinela ofrecerá la experiencia virtual que los volverá a vincular con sus incondicionales seguidores.

"Las mujeres cantan conmigo, se paran en las butacas y gritan. Sobre el final de cada show siempre le preguntamos al público si quiere una canción con o sin pelea. Gana siempre la pelea. Al faltar todo eso pensamos en algo diferente, que solo puede ser posible en el streaming y con la misma emoción y producción de siempre, teniendo en cuenta a quienes nos verán a través de un aparato electrónico", explica la cantante.

A horas de su primera presentación por streaming, Lucía y Joaquín Galán aseguran que será una experiencia diferente a la de un concierto tradicional
Fuente: Archivo - Crédito: Victoria Gesualdi / AFV

El espectáculo de este sábado les permitirá presentar, por primera vez en vivo, los temas "Traición", que tuvo una versión en video con Carina Zampini y Gabriel Corrado, "Payaso" y "Siempre vivirás dentro de mí", en homenaje a María Engracia Cuervo Álvarez, la madre de los hermanos Galán fallecida en enero de este año, mientras Lucía protagonizaba el musical Hello Dolly en el Teatro Ópera porteño.

Con el reloj detenido

"He llorado como nunca y yo jamás lloré. He rezado por aquello que nunca recé". La letra de "2020, el año que se detuvo el tiempo" define esos momentos atípicos en los que los hermanos Galán iniciaron el confinamiento pandémico mientras transitaban el duelo por la muerte de su madre. "Dentro del dolor tuvimos la bendición que fuera en enero. La pudimos acompañar en sus últimos momentos y despedirla. Lo de 'he llorado y he rezado' tiene que ver con que cuando nos juntábamos nos preguntábamos cómo lo habíamos pasado. Además es ponerse en la piel de quienes no pudieron despedir a sus familiares, de quienes perdieron sus trabajos en tantos países. En los primeros meses, los aplausos a la gente que trabajaba en los servicios esenciales tenían que ver con eso, con llorar y rezar por lo que nunca se rezó", grafica Lucía.

-Esos aplausos no se escuchan más y esa sensación de unidad de toda la humanidad se fue diluyendo. ¿Lo perciben así?

Joaquín Galán: -Esa unidad fue una buena señal, pero no se puede pretender que se siga unido el resto de la vida.

Lucía Galán: -Sería bueno.

Joaquín: -Sería genial. Cuando esta situación pase habrá gente muy solidaria, porque ya lo era desde antes y algunos se habrán convertido y conservarán la mirada más profunda. Pero el que no es porque ya no era una persona con espíritu solidario. No hay que sentirse defraudado porque no haya una conversión en la humanidad ni en el espíritu del ser humano. En el momento que había que unirse, sucedió. Pero también existe gente negacionista que no solo no se unió sino que no cree en lo que está pasando. Las diferencias son parte de la esencia del hombre.

-En lo personal, y a partir del momento pandémico, ¿se sienten modificados?

Lucía: -Yo vengo, desde hace muchos años, con un trabajo interno vinculado al despago, a soltar y vivir el presente, y agradecer profundamente por cada cosa que sucede. Por eso no me pegó mal enfrentarme con la soledad o conmigo misma y estar sin actividad. Desde ya que extrañaba el contacto con la gente o las giras. De todos modos, cuando estoy en Argentina, me gusta estar en casa, con mi hija. Así que, en lo interno, no me afectó demasiado.

-El desapego es toda una corriente que cobró mucha trascendencia en los últimos años, en algunos lugares del planeta y vinculado a las slow cities. En tu caso, ¿qué te proporcionó esta forma de transitar la existencia?

Lucía: -Es difícil, pero cuando uno logra ese click aparece algo bien interesante: empezás a registrar que cuando se suelta vienen más cosas sin quererlas, sin provocarlas, sin forzarlas. Es una corriente energética muy importante.

-Pensando en el desapego, ustedes son figuras internacionales que llegaron a lo que todo artista aspira, pero siempre se los percibe muy terrenales, razonables, cercanos con el público y con el medio, un medio donde los egos suelen ser patológicos. ¿Cómo trabajan esas cuestiones?

Joaquín: -Tiene que ver con la raíz de lo que éramos de chicos. Somos hijos de inmigrantes españoles, una familia muy musical, alegre. Nos criamos entre Villa Urquiza, San Telmo, Lanús y Asturias, de ahí venimos y eso nos atravesó. En los 80 deseábamos conquistar el mundo con nuestra música y hoy podemos decir que hemos logrado mucho. Pero el hecho de ser hermanos nos permitió apuntalarnos y si uno de los dos tenía algún síntoma extraño de soledad o soberbia, ahí estaba el otro para marcarlo, hacer notar un error. Tenemos muy dentro nuestro el gen del inmigrante, el espíritu de sacrificio y el valorar lo que se tiene porque es fruto del trabajo. Cuando todo te costó, los pajaritos no vuelan, y sos agradecido con el público. Vivimos entre la gente, no estamos en una Torre de Babel. Si algo nos cambió la repercusión de nuestro trabajo es que tenemos un alto grado de responsabilidad, somos los dos muy exigentes con nosotros y con los demás.

Pimpinela impuso un estilo propio sostenido en las canciones sobre los vínculos de pareja, los lazos familiares y el clima festivo
Fuente: Archivo - Crédito: Fabian Marelli

-El éxito masivo, a veces, no es perdonado y es mirado con prejuicio por determinadas elites. ¿Lo han percibido y padecido? ¿Duele?

Lucía: -Me gusta ser una artista popular, no quiero ser elitista. Ser una artista popular es mucho más difícil que ser una arista elitista. Me encanta cantar para 80.000 personas y también en un club para 40. Nosotros en 2021 vamos a cumplir 40 años. Para ser popular y mantenernos en tantos países durante tanto tiempo, evidentemente hay algo muy fuerte que trasciende. En una oportunidad, unas personas nos esperaron luego de nuestra función en el Radio City de Nueva York. Recuerdo que nos dijeron: "Ustedes acá traen este show fantástico, es mucho mejor, se nota que estamos en Nueva York". Sin embargo era el mismo concierto que habíamos estrenado antes en el Luna Park. El prejuicio tiene que ver con darle importancia a lo de afuera y no a lo nuestro. Le sucedía lo mismo a Palito Ortega o a Sandro. Nadie escuchaba a Palito, pero era el que más vendía. El prejuicio habla de quién lo ejerce, de su vida y de su entorno.

Joaquín: -Al principio nos molestaba o dolía que hicieran comentarios personas que solo habían escuchado las canciones que se pasaban en las radios y sin haber visto un concierto con un repertorio completo y sin constatar qué pasaba con la gente, porque lo más importante de un artista es ver qué provoca en el público, la catarsis que genera el espectáculo. Cuando se evaluaba sin conocer todo eso, me enojaba. Dejó de molestarme cuando nos fue bien acá y en lugares como Estados Unidos, México, España. El público te fortalece, te hace menos vulnerable y más seguro, aunque no hay que permitir que el ego te enferme.

-Tienen un estilo muy propio y auténtico. ¿Cuál es el género de Pimpinela?

Lucía: -En la ternas de los premios nunca sabemos en qué categoría nos van a meter.

Joaquín: -No hay premios a dúos.

Lucía: -No somos pop...

Joaquín: -No somos rock ni folklore, tampoco entramos en grupo musical. En un tiempo se lo llamó melódico. Cuando comenzamos a cantar sentimos que habíamos creado algo distinto que tenía que ver con la teatralización de la música. Cuando a algún artista le dicen que lo que hace es "estilo Pimpinela", nos pone más orgullosos que pertenecer a un género. Es lindo cuando se asocia nuestro nombre a una conversación, a una discusión, o a dos personas que cantan juntas. Es una marca registrada.

-La pelea es un sello, pero también hay canciones emotivas y otras tantas muy festivas.

Lucía: -Creemos que todo eso tiene que ser un artista. Además, nosotros no tenemos miedo a ridiculizarnos, a tomarnos el pelo o a disfrazarnos. Esa diferencia de ritmos y de historias es lo que hace ágil a un concierto. En definitiva se trata de matizar las emociones.

Joaquín: -Es que así somos nosotros. Somos dramáticos como Los gozos y las sombras, tenemos la copla española adentro y también un enorme sentido del humor como se puede ver en temas como "La telenovela" o "Cuánto te quiero". Y también nos pueden las canciones sobre el amor familiar como "El amor no se puede olvidar" o "Hermanos".

-Cada tema es un hit, pero hay uno que no fue: "El cuento de Superman".

Lucía: -No lo fue ni lo será...

Lucía y Joaquín ríen ante la mención de ese tema que él escribió y que ella jamás aceptó. Lo paradójico es que se convirtió en una suerte de leyenda en la historia del dúo. "La canción de Superman la llegamos a grabar y los fans comenzaron a pedirla, pero me niego a hacerla, no es la que más me gusta", se rebela Lucía.

-Entre todo el acervo de letras de Joaquín, ¿quedan muchas en el camino?

Lucía: -No, con "El cuento de Superman" hacemos un chiste que nos divierte, más allá que la anécdota es real. Conozco todas las canciones que él compone porque me las canta y le doy mi opinión. Joaquín ya sabe qué me gusta y qué no.

Joaquín: -Vamos a terminar cantando "El cuento de Superman". Es una canción tan difundida y tan negada que va al revés del marketing tradicional.

Vínculo

La permanencia y la consecuente convivencia del grupo Les Luthiers durante décadas estuvo apuntalada por un profesional de la psicología a quien Pimpinela recurrió alguna vez en busca de encontrar el equilibrio entre el vínculo laboral y el personal. "No fuimos mucho tiempo, pero lo teníamos como consultante y nos hizo muy bien", recuerda Lucía.

-¿Y ahora?

Lucía: -Estamos buscando otro psicólogo.

Otra vez ríen celebrando la ocurrencia. Se guiñan el ojo. Disfrutan sabiendo que con una mirada se dicen tanto en un código reservado y privado: "El hecho de trabajar juntos y ser hermanos hace que se pueda mezclar lo laboral con lo personal, entonces aparecen cortocircuitos en los que debe mediar un tercero para ponernos en eje de nuevo", se sincera Lucía.

-No debe ser una tarea sencilla compartir la hermandad, el trabajo, viajes extensos, exceso de convivencia.

Lucía: -Cualquier grupo, cuando vuelve de gira, descansa, se aleja. Nosotros, en cambio, nos juntamos los domingos a comer con la familia. Es full time. Siempre hay una fiesta o un cumpleaños, el vínculo sigue sin pausa. De todos modos hemos priorizado lo personal por sobre lo profesional.

-Cuando se juntan en familia, ¿se proponen no hablar de trabajo? ¿Se plantean acuerdos sobre eso o se mezcla todo?

Joaquín: -En las reuniones familiares intentamos no hablar de trabajo. También evitamos mandarnos mensajes de texto porque no siempre lo que se dice es lo que el otro interpreta.

-La intención la pone el destinatario.

-Lucía: -Y eso puede traer malos entendidos.

Joaquín: -Cada tanto nos recordamos las reglas, pero no son inquebrantables. Se trata de encontrar un orden y entender que el otro no tiene que ser como uno quisiera que sea. Esto se aplica a cualquier vínculo.

-Cualquier mortal que transita una discusión familiar no se cruza en el trabajo con ese familiar con el que se irritó. Eso no aplica con ustedes.

Joaquín: -Nos ha pasado subir al escenario a cantar "Hermanos" y estar peleados. Ahí es cuando nos salen mucho mejor las canciones de discusión de pareja.

Los hermanos Galán apelan a un reglamento de convivencia propio para que los temas laborales no afecten el vínculo personal
Fuente: Archivo - Crédito: Victoria Gesualdi / AFV

Inspiración

Joaquín Galán tiene la compleja misión de escribir las letras de un repertorio en el que convergen decenas de hits. Historias que los seguidores, y los que no lo son, tienen internalizadas luego de una trayectoria de casi cuatro décadas. Acaso, quién no recuerda aquello de "vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa y pega la vuelta". Culebrones musicales que se desprenden de un trabajo arduo y minucioso: "No se trata de musas que bajan, sino de sentarse a trabajar en la composición. Creo mucho en la constancia, en que todo se logra con responsabilidad, perseverancia y trabajo. Puede suceder que me levante con una idea en la cabeza, pero ese es un proceso más infrecuente en mí, yo necesito sentarme a trabajar".

El personaje interpretado por Lucía Galán en las canciones de pareja suele reflejar a una mujer que se rebela ante la humillación, la infidelidad o el maltrato. La intérprete ha empoderado el género aún en esas primeras décadas donde la problemática no estaba instalada. "En aquellos tiempos, el impacto de las canciones tenía que ver con que Lucía representaba una oposición al machismo, que todavía sigue siendo muy fuerte. En los 80, era políticamente incorrecto cantar lo que cantábamos en Argentina y en toda Latinoamérica, un continente tremendamente machista. Sin embargo, Lucía hacía callar al hombre en las canciones, ella es la voz de muchas mujeres que no son oídas", sostiene Joaquín, quien desde su pluma masculina puede entender la sensibilidad y el deseo femeninos.

"El personaje que Joaquín me entregó en los 80 era el de la heroína que se subía a un escenario y decía lo que la mujer en la casa no se animaba por miedo, porque no quería, o porque no sabía cómo salir de la situación de maltrato o de abuso. Hace cuarenta años, cuando comenzamos a cantar estos temas, no existía el empoderamiento ni las marchas de las mujeres reivindicando sus valores. No quiere decir que ya se haya superado la problemática, pero hemos dado un paso muy importante, aunque los índices de femicidios, en buena parte del mundo, son muy altos", grafica Lucía. A Joaquín, reivindicar el lugar de la mujer le resultaba una tarea gratificante: "'Tú me prometiste volver', 'A ella', 'Olvídate y pega la vuelta' son canciones donde la mujer quedaba bien parada. Me parecía mucho más rico ponerme en el lugar de la víctima de la situación, hablar y revalorizar a quien ocupaba el lugar más débil".

-¿Cómo nació el estilo de confrontación tan particular que propician algunas canciones?

Joaquín: -Mi madre nos apoyaba mucho, nos incentivaba a formar un dúo, pero yo le decía que, si no aparecía algo novedoso, no le veía el atractivo.

-¿Fue una influencia?

Joaquín: -La imagen de mamá era muy fuerte, yo la admiraba tanto, que seguro ha tenido mucho que ver en la decisión de mi escritura reivindicando la esencia de la mujer. Siempre hay algo autorreferencial en lo que un autor escribe.

Cuando hace 39 años irrumpió Pimpinela con sus canciones que polarizaban el amor, no faltaron quienes pusieron el grito en el cielo porque los intérpretes eran nada menos que hermanos. Ellos atravesaron el vendaval que buscaba morbo donde no lo había y lograron convencer en sus historias como un actor que simula ser quien no es: "Es un mérito nuestro porque hemos podido desdoblarnos y transitar esos personajes, pero también es un mérito del público que se deja llevar por lo lúdico de los tres minutos de cada canción y verse reflejados en las historias de pareja. Sucede algo muy loco, termina cada tema y nos vuelven a ver a nosotros. Podemos cantar ´Valiente´ y luego ´Hermanos´, y la sensibilidad de la gente puede jugar ese juego. Cuando hacemos las de pelea, los fans se apasionan, aunque ya las conocen. Es como volver a ver una película que te gusta mucho, sabés el final y la disfrutás igual", dice Joaquín.

Cronologías

No sería cortés, sobre todo con la dama, hacer cuentas y explicitar edades. No tendría ningún sentido en tiempos donde se combate, y con razón, el edadismo. Lo cierto es que ambos se ven impecables, como esa foto eternizada en las retinas. Si de secretos se trata, los Galán tienen algunos: "Hay mucho de cuidado y genética. Mamá murió a los 96 y no tenía una arruga. A esa genética hay que apuntalarla, pero venimos de buena raza", sostiene Lucía. Su hermano también agradece ese ADN familiar y se vincula espiritualmente con esa posibilidad del bienestar: "Trato de estar alineado física y psicológicamente. Si uno de nosotros descuida el cuerpo, el otro se lo hace notar, aún cuando moleste el comentario. Nos interesa vernos saludables, aunque, como todo el mundo, hay recaídas. Nos autoexigimos estar bien, es parte de la disciplina y la responsabilidad. Lo aprendimos de chicos y lo aplicamos de grandes".

En medio de la cuarentena establecida como consecuencia del Covid-19, Lucía terminó una extensa relación con el actor Pablo Alarcón, una ruptura que manejaron para el afuera con discreción, pero sin ocultamientos: "Hace un rato hablábamos de soltar, este es un buen ejercicio. Son etapas, momentos. Es importante tomar decisiones que favorezcan a ambas partes. En este caso, Pablo es una maravillosa persona y lo mejor para los dos fue tomar esta decisión para continuar creciendo cada uno por su lado y seguir en contacto. Fue una forma de preservar el cariño que nos tenemos". Se conocieron en 2006, cuando Lucía aún transitaba las secuelas de un ACV.

El miércoles, ante la noticia de la muerte de Diego Armando Maradona, Pimpinela publicó su pesar en las redes sociales. Los unía una cálida amistad y un romance entre el astro y Lucía que duró poco tiempo: "Inmensa tristeza. Nos quedamos con los hermosos momentos que compartimos juntos. Nuestro respeto a sus hijos y familia", escribieron en la cuenta de Instagram.

Siempre atentos a sorprender, Lucía y Joaquín no se privaron de cantar, y registrar en estudio, el tema "Querida amiga", donde Diego Armando Maradona despuntó su placer por el canto. El video del corte fue grabado en un estudio de Milán en el año 1986.

Infancias

Para preservarse de los contagios, en el comienzo de la pandemia los hermanos Galán decidieron cerrar el Hogar Pimpinela para la niñez en el que albergan a 23 chicos, muchos de ellos en proceso concreto de adopción. La obra, que lleva 24 años de fecunda labor en el Partido de Vicente López, ya dio cobijo a 600 niños a lo largo de su historia. "Tenemos 23 chicos que fueron trasladados a las casas de las empleadas y voluntarias que llevan 20 años en el Hogar. Funcionamos a través de zoom entre nosotros y con los juzgados. Hablamos con cada chico todos los días, hacemos el seguimiento. A pesar de esta situación, durante la cuarentena salieron cuatro vinculaciones exitosas. Esos chicos ya viven con sus nuevas familias", explica Lucía, quien no dudó en llevar a su propio piso de Belgrano a uno de los niños hospedados en el hogar: "Tiene 6 años y en 2018 le hicieron un trasplante de hígado. Como necesita un cuidado especial, y hace poco que llegó al Hogar, con mi hija Rocío decidimos traerlo a casa. Ya hace ocho meses que está acá. Está haciendo la vinculación con la familia adoptante, pero es uno más de nosotros, se ganó el cariño de todos".

-¿Alguna vez tuviste la intención de adoptar?

Lucía: -No estoy anotada legalmente en ningún juzgado, así que no podría. Me parece que hago mucho más con el Hogar que de alguna otra forma. Para mí es una felicidad ver cómo se pueden relacionar con sus familias adoptivas. La capacidad de amor pasa por eso y no por adoptar y tener que llevarlos al colegio. También ahí se puede aplicar la posibilidad de soltar.

En diciembre, Pimpinela repetirá la experiencia online con una Gala de Navidad en la que repasarán su repertorio y abordarán algunos títulos del cancionero universal vinculado a esta festividad. Mientras tanto, se preparan para disfrutar de la primera función virtual y reencontrarse con sus seguidores, esos fanáticos que los siguen desde hace décadas y convierten cada concierto en un acontecimiento de efusividades intensas.