La princesa Leonor intenta no llamar la atención a su regreso a España pero sus guardaespaldas la delatan

SOMIEDO, SPAIN - OCTOBER 23: Princess Leonor during their visit to Santa Maria del Puerto de Somiedo, which has been honoured as the 2021 Best Asturian Village, the day after the 'Princesa de Asturias' Awards on October 23, 2021 in Santa Maria del Puerto de Somiedo, Spain. (Photo by Carlos Alvarez/Getty Images)
Leonor da el cante en su regreso a España por los escoltas (Photo by Carlos Alvarez/Getty Images)

Los reyes Felipe VI y doña Letizia esperaban con alegría y motivación estas fechas especiales pero no por el inicio de las fiestas navideñas sino por un deseado reencuentro, el regreso a casa de su hija Leonor.

La princesa Leonor se encuentra formándose en un elitista instituto en Gales al más puro estilo castillo de Hogwarts pero sin magia y, como cualquier estudiante, tiene vacaciones escolares para celebrar la Navidad con su familia.

Hace días que la prensa hace quinielas para ver cuánto la ‘royal’ vuelve a casa y fue la noche del 14 de diciembre cuando Leonor llegó a la T4 del aeropuerto de la capital en un vuelo procedente de Londres, o sea, que había tenido que desplazarse hasta allí para viajar posteriormente a España.

La joven viajaba, como no, en Business Class con todo tipo de comodidades pero ‘La Razón’ ha podido hablar con pasajeros de su mismo vuelo y han destacado, precisamente, la humildad y la timidez de Leonor muy distinta del poder adquisitivo o la exposición pública que le corresponde cuando representa oficialmente a la institución monárquica.

En el avión Leonor era una pasajera más, la describen como una chica rubia con el pelo liso, una cola recogida de modo casual, de 1,70 y vestida con un pantalón vaquero informal y moderno, como el que suelen llevar muchos adolescentes.

Cuando todos los pasajeros estaban ya sentados en sus asientos, la última en entrar fue ella y lo hizo mirando su teléfono móvil e intentando pasar desapercibida ante las miradas curiosas de todas las personas ya acomodadas y esperando el despegue.

Sin embargo y a pesar de la intención de la princesa, era imposible no reconocerla debido al séquito de guardaespaldas que la rodeaban. Según una compañera de viaje de la joven: “Me di cuenta de que era ella porque entró la última y rodeada de dos guardaespaldas visibles, dos hombres de mediana edad. Después observé que no eran los únicos ya que, en la fila anterior, había otros tres: dos hombres y una mujer más jóvenes, vestidos de manera informal, que parecían una familia.”

Pero, de pasajeros casuales tenían poco y es que la misma fuente relata que: “Me di cuenta de que formaban parte de su equipo de seguridad porque hablaban con los que acompañaban en la misma fila a la Princesa. Además hubo otra anécdota que les puso al descubierto. Un pasajero de turista se dirigió al baño de business y, entonces, uno de los escoltas de la fila 7 se levantó y la chica le paró al darse cuenta que el hombre se había equivocado y no representaba un peligro.”

Leonor es conocida, quiera o no, desde la cuna por pertenecer a la familia real pero, aunque conoce muy bien sus obligaciones, también le gusta mantener su parcela privada cuando se mueve al margen de la monarquía, como en este viaje.

La joven facturó dos maletas y, además de ser la última en entrar a la aeronave, fue la primera en salir. Cuando llegó el momento del aterrizaje, sus escoltas y ella abandonaron el avión antes que el resto de pasajeros.

Anécdotas del viaje a un lado, la princesa Leonor ya está de vuelta a España para celebrar las fiestas con su peculiar familia con la que podrá quedarse hasta el 5 de enero, día en el que se reanudan las clases en su internado así que, al menos este año, no podrá celebrar el día de Reyes junto a su hermana Sofía.